TOMADO DE LA WEB.
“Magia”
Nos extrañará saber que cuando decimos “mago” estamos reproduciendo una palabra que pronunciaban los griegos tal y cual (magw / mágo) hace más de 2500 años. Y lo más probable es que no fueran ellos los inventores de la palabra, puesto que tampoco lo fueron del concepto; que de muy atrás, y ciertamente de oriente, les vino a ellos, y de rebote a nosotros, la inclinación a la magia. El caso es que la palabra que empleamos para referirnos a ella es de las pocas de uso común que se conservan en su forma griega.
Lo difícil es precisar qué entendían los griegos por magia. Si nos centramos en el contexto en que nos viene dado este lexema y en el que más lo usamos, el de los Reyes Magos (magoi apo anatolwn / mágoi apó anatolón = magos de oriente, dice el texto bíblico), los magos eran más bien sabios que estudiaban la realidad para dominarla. De hecho la alquimia, que luego se convertiría en química, estaba íntimamente ligada a la magia. El distintivo de los que luego llamaríamos “reyes magos” es precisamente la estrella, porque una de sus actividades predilectas era escudriñar el cielo intentando adivinar en él lo que debía ocurrir en la tierra. Esos magos de oriente eran astrónomos que hacían astrología (esa era la razón de ser del examen minucioso del cielo).
En el concepto griego de magia están incluidos los encantamientos y la brujería. Es que los magos son en realidad los sacerdotes de la extinguida religión animista que dio paso a la más avanzada religión antropomórfica del politeísmo. Eran ya para los griegos personajes de otra época. MagoV (mágos) llaman los griegos al sacerdote que entre los persas se dedicaba a interpretar los sueños, y al brujo que en otros pueblos seguía practicando la única medicina; de ahí que aplicasen ese mismo nombre de “magos” a los parches y emplastos que se usaban en la medicina casera.
La mageia (maguéia), que transcribimos como “magia” es para los griegos la religión de los magos, la hechicería, la brujería, la magia; algo por tanto ajeno a su forma de religión y de civilización. Y por supuesto desconfiaban de esas prácticas. Mageuein (maguéuein) es utilizar recursos mágicos, ser mago, hechizar mediante sortilegios, encantar, cambiar las formas mediante la magia. Es posible que el mageiroV (mágueiros), que en principio es el sacrificador (desde siempre prerrogativa del sacerdote) y por derivación cocinero, tenga que ver con el mago. Si así fuese, resultaría muy halagador para los cocineros.
Con lo que sí tiene relación la magia es con la mangancia. No proviene de aquí, por supuesto, pero da la casualidad de que aquí está la palabra en griego, prácticamente igual, y con innegable afinidad semántica: magganeuw (manganéuo) lo usaban los griegos para referirse al empleo de filtros amorosos y otras brujerías y sortilegios para inclinar la voluntad de alguien. Relacionado, claro está, con la palabra magoV (mágos). En fin, que no nos desprendemos de la magia porque la llevamos en los genes, porque es uno de los atavismos a los que nos cuesta renunciar, y porque no va nada mal de vez en cuando añadirles a nuestras vidas una pizca de magia.
Fuente:
Mariano Arnal, profesor español licenciado en latín y griego.
Lo difícil es precisar qué entendían los griegos por magia. Si nos centramos en el contexto en que nos viene dado este lexema y en el que más lo usamos, el de los Reyes Magos (magoi apo anatolwn / mágoi apó anatolón = magos de oriente, dice el texto bíblico), los magos eran más bien sabios que estudiaban la realidad para dominarla. De hecho la alquimia, que luego se convertiría en química, estaba íntimamente ligada a la magia. El distintivo de los que luego llamaríamos “reyes magos” es precisamente la estrella, porque una de sus actividades predilectas era escudriñar el cielo intentando adivinar en él lo que debía ocurrir en la tierra. Esos magos de oriente eran astrónomos que hacían astrología (esa era la razón de ser del examen minucioso del cielo).
En el concepto griego de magia están incluidos los encantamientos y la brujería. Es que los magos son en realidad los sacerdotes de la extinguida religión animista que dio paso a la más avanzada religión antropomórfica del politeísmo. Eran ya para los griegos personajes de otra época. MagoV (mágos) llaman los griegos al sacerdote que entre los persas se dedicaba a interpretar los sueños, y al brujo que en otros pueblos seguía practicando la única medicina; de ahí que aplicasen ese mismo nombre de “magos” a los parches y emplastos que se usaban en la medicina casera.
La mageia (maguéia), que transcribimos como “magia” es para los griegos la religión de los magos, la hechicería, la brujería, la magia; algo por tanto ajeno a su forma de religión y de civilización. Y por supuesto desconfiaban de esas prácticas. Mageuein (maguéuein) es utilizar recursos mágicos, ser mago, hechizar mediante sortilegios, encantar, cambiar las formas mediante la magia. Es posible que el mageiroV (mágueiros), que en principio es el sacrificador (desde siempre prerrogativa del sacerdote) y por derivación cocinero, tenga que ver con el mago. Si así fuese, resultaría muy halagador para los cocineros.
Con lo que sí tiene relación la magia es con la mangancia. No proviene de aquí, por supuesto, pero da la casualidad de que aquí está la palabra en griego, prácticamente igual, y con innegable afinidad semántica: magganeuw (manganéuo) lo usaban los griegos para referirse al empleo de filtros amorosos y otras brujerías y sortilegios para inclinar la voluntad de alguien. Relacionado, claro está, con la palabra magoV (mágos). En fin, que no nos desprendemos de la magia porque la llevamos en los genes, porque es uno de los atavismos a los que nos cuesta renunciar, y porque no va nada mal de vez en cuando añadirles a nuestras vidas una pizca de magia.
Fuente:
Mariano Arnal, profesor español licenciado en latín y griego.