Cuatro aspectos de la mediumnidad sin instrucción
El estudio continuo de los asuntos relacionados a la mediumnidad en la Umbanda remueve de entre sus seguidores decenas, quizá centenas de creencias, costumbres y habitos que se han mostrado nocivos a la propia Religión. Muchos umbandistas tienen su visión turbada de lo que significa el don mediumnico en sus vidas y dentro de los Terreiros. Centenas de adeptos desenvuelven una mediumnidad repleta de entendimiento erróneo, suposiciones equivocadas y vicios comunes a personas que poco o casi ningún acceso tienen a la información. Muchos de esos equívocos son provocados justamente por el desconocimiento. Los malos hábitos se acumulan a lo largo del tiempo y se transforman en vicios que necesitan de tratamiento inmediato. Los errores ocurren a los montones causando mucho desconforto a los Caboclos de Aruanda, que una que otra vez precisan intervenir para remediar la situación. La culpa de tales problemas podría ser atribuida a mucha gente: jefes de terreiro poco preparados, médiums ansiosos o de poca instrucción, seguidores poco comprometidos con la religión, dirigentes desinteresados y hasta incluso Espiritus desencarnados causadores de demandas. La realidad muestra, que la mayor causa de todos los problemas que afectan la misión del umbandista es únicamente la falta de estudio. Sin el minimo conocimiento de todo lo que envuelve el mecanismo de la mediumnidad, así como en muchos otros aspectos de la vida común, los errores groseros e infantiles ocurren en profusión. La mediumnidad, a partir de una practica sin base teorica, tiende a ser conducida como un juguete en las manos infantiles.
La mediumnidad no es superstición. Partiendo de la premisa de que debe ser ejercitado en una perfecta unión entre la fe y la sabiduría, el don mediumnico se transforma en valioso instrumento de propagación de las verdades espirituales. De otra forma, la mediumnidad equivocada es conducida del mismo modo como el adivino hace con las entrañas de un animal. No hay verdades. Todo es subjetivo y engañoso. Falta ciencia y sabiduría.
La mediumnidad supersticiosa transforma a los Guías Espirituales en oráculos domesticos, donde los más intimos problemas de orden inferior son tomados en cuenta. Así, el Negro Viejo pasa a ser informante de la traición de un marido o del futuro económico de un hijo carnal. El Caboclo, a su vez, se transforma en ayudante fiel de los negocios o aquel que va a vencer a un enemigo desafecto. En la misma proporción, el Exu abandona la condición de Guardian y asume el papel de vengador incondicional, o un esclavo a la disposición del médium. La Pomba Gira, bajo la misma óptica, es tenida como una prostituta arrepentida y por eso mismo obligada a conseguir parejas para personas de moral dudosa.
La mediumnidad no es show pirotécnico donde lo que se ve son rapidos e ilusorios parpadeos de brillos multicoloridos. El médium sin instrucción transforma el don en óptimo artificio en la exhibición de espectaculares maniobras que más llaman la atención de los curiosos y de los tenebrosos de lo que de los Espiritus de Luz. Así, todo es espantoso y deslumbrante. Todos los gestos del médium en trance están llenos de exagero. Todas las recetas de ofrendas son idénticas a las listas de un extraño guisado. Los puntos riscados se transforman en una mandala confusa de diseños y garabatos infantiles sin fundamento. Las blancas vestiduras sacerdotales asumen la apariencia de fantasías carnavalescas en que impera el lujo, la vanidad y el exhibicionismo.
En la mediumnidad pirotécnica, vale más la grosera presencia física del médium de lo que la suave y discreta participación de los Guías de Luz. El Negro Viejo se esconde, el Caboclo se aparta, el Exu rie del fanfarron y el médium se exhibe. En este tipo de conducción de la mediumnidad hay una completa falta de fuerza espiritual, pues la carne asume todas las funciones del medianero y el animismo, la mistificación y la charlatanería están en primera línea.
Entre tantas formas de ejercitar la mediumnidad hay también la que lleva en cuenta la ascensión social del médium. Es la mediumnidad interesada. La mediumnidad interesada es aquella en que las reales intenciones del individuo son casi desconocidas. Hay muchos intereses en juego, y lo principal es el de “subir” en la vida. El médium intenciona ser aplaudido, entonces usa la mediumnidad para llamar la atención de la audiencia. El médium quiere obtener dinero de forma menos trabajosa, entonces comercializa el don. Si tiene interes en reconocimiento publico, entonces transforma la mediumnidad en un paso para la subida a las tribunas políticas, a los escenarios multimedia y a los pulpitos de las cámaras y agremiaciones. Tal como el médium pirotécnico, el médium interesado quiere aparecer, pero con el fin cierto de obtener algún rendimiento financiero.
En este tipo de mediumnidad, el individuo no se avergüenza al “pedir” el pago por el servicio prestado. Su rostro no se sonroja cuando dice el valor de aquello que avergonzaría llamar caridad. Si precisa usar una mascara, ciertamente lo hará. Pero, en su tiempo, lanzará por tierra la fantasía y mostrará su verdadera y tenebrosa cara. Como el lobo entre los corderos.
La mediumnidad ignorante es ejercita por los que verdaderamente tienen gran aversión al estudio y a la meditación. En esta modalidad, el médium conscientemente clasifica el estudio continuo como algo innecesario. Cree que solamente las instrucciones de los Caboclos ya son suficientes para que él sea un gran instrumento de la Comunidad Espiritual. La lectura, la investigación y el conocimiento de los mecanismos mediúmnicos son cosas sin importancia en la visión de los ignorantes.
En este caso, el médium no se preocupa en cometer diversos absurdos en nombre de Dios, pues no hay conocimiento de lo que realmente es la Voluntad Divina. Habla, incluso usando conversaciones aparentemente profundas, del mismo modo como discursa un simple campesino acerca del universo astronómico. Actúa siempre de forma sin pensar, aunque con la mayor de la buena voluntad. Tienen una visión del mundo espiritual como sus antepasados que otrora atribuían al relámpago un castigo de los dioses o a las conmociones sísmicas una demostración de ira divina. En la mediumnidad ignorante cuanto menos se estudia, más se erra.
Ser instrumento de la Espiritualidad Mayor es una bendición recibida por muchos, pero, como cualquier instrumento necesita de un mejoramiento y de ajustes constantes, así es el médium de Umbanda a servicio de los Caboclos y Negros Viejos.
No basta tener mediumnidad, es importante que esta sea útil a los intereses del Creador, pues todo médium es un depositario de la confianza de Dios. Para ser útil, la mediumnidad tiene que estar firmada en las instrucciones que vienen de lo alto.
Bueno sería si todos los médiums aplicasen la sabiduría y el conocimiento en el mejoramiento de la mediumnidad y si el estudio continuo fuese una prerrogativa para un perfecto ministerio mediumnico.
Julio Cezar Gomes Pinto – Director-Presidente de la Casa de Caridad Santo Antonio de Padua.
La mediumnidad no es superstición. Partiendo de la premisa de que debe ser ejercitado en una perfecta unión entre la fe y la sabiduría, el don mediumnico se transforma en valioso instrumento de propagación de las verdades espirituales. De otra forma, la mediumnidad equivocada es conducida del mismo modo como el adivino hace con las entrañas de un animal. No hay verdades. Todo es subjetivo y engañoso. Falta ciencia y sabiduría.
La mediumnidad supersticiosa transforma a los Guías Espirituales en oráculos domesticos, donde los más intimos problemas de orden inferior son tomados en cuenta. Así, el Negro Viejo pasa a ser informante de la traición de un marido o del futuro económico de un hijo carnal. El Caboclo, a su vez, se transforma en ayudante fiel de los negocios o aquel que va a vencer a un enemigo desafecto. En la misma proporción, el Exu abandona la condición de Guardian y asume el papel de vengador incondicional, o un esclavo a la disposición del médium. La Pomba Gira, bajo la misma óptica, es tenida como una prostituta arrepentida y por eso mismo obligada a conseguir parejas para personas de moral dudosa.
La mediumnidad no es show pirotécnico donde lo que se ve son rapidos e ilusorios parpadeos de brillos multicoloridos. El médium sin instrucción transforma el don en óptimo artificio en la exhibición de espectaculares maniobras que más llaman la atención de los curiosos y de los tenebrosos de lo que de los Espiritus de Luz. Así, todo es espantoso y deslumbrante. Todos los gestos del médium en trance están llenos de exagero. Todas las recetas de ofrendas son idénticas a las listas de un extraño guisado. Los puntos riscados se transforman en una mandala confusa de diseños y garabatos infantiles sin fundamento. Las blancas vestiduras sacerdotales asumen la apariencia de fantasías carnavalescas en que impera el lujo, la vanidad y el exhibicionismo.
En la mediumnidad pirotécnica, vale más la grosera presencia física del médium de lo que la suave y discreta participación de los Guías de Luz. El Negro Viejo se esconde, el Caboclo se aparta, el Exu rie del fanfarron y el médium se exhibe. En este tipo de conducción de la mediumnidad hay una completa falta de fuerza espiritual, pues la carne asume todas las funciones del medianero y el animismo, la mistificación y la charlatanería están en primera línea.
Entre tantas formas de ejercitar la mediumnidad hay también la que lleva en cuenta la ascensión social del médium. Es la mediumnidad interesada. La mediumnidad interesada es aquella en que las reales intenciones del individuo son casi desconocidas. Hay muchos intereses en juego, y lo principal es el de “subir” en la vida. El médium intenciona ser aplaudido, entonces usa la mediumnidad para llamar la atención de la audiencia. El médium quiere obtener dinero de forma menos trabajosa, entonces comercializa el don. Si tiene interes en reconocimiento publico, entonces transforma la mediumnidad en un paso para la subida a las tribunas políticas, a los escenarios multimedia y a los pulpitos de las cámaras y agremiaciones. Tal como el médium pirotécnico, el médium interesado quiere aparecer, pero con el fin cierto de obtener algún rendimiento financiero.
En este tipo de mediumnidad, el individuo no se avergüenza al “pedir” el pago por el servicio prestado. Su rostro no se sonroja cuando dice el valor de aquello que avergonzaría llamar caridad. Si precisa usar una mascara, ciertamente lo hará. Pero, en su tiempo, lanzará por tierra la fantasía y mostrará su verdadera y tenebrosa cara. Como el lobo entre los corderos.
La mediumnidad ignorante es ejercita por los que verdaderamente tienen gran aversión al estudio y a la meditación. En esta modalidad, el médium conscientemente clasifica el estudio continuo como algo innecesario. Cree que solamente las instrucciones de los Caboclos ya son suficientes para que él sea un gran instrumento de la Comunidad Espiritual. La lectura, la investigación y el conocimiento de los mecanismos mediúmnicos son cosas sin importancia en la visión de los ignorantes.
En este caso, el médium no se preocupa en cometer diversos absurdos en nombre de Dios, pues no hay conocimiento de lo que realmente es la Voluntad Divina. Habla, incluso usando conversaciones aparentemente profundas, del mismo modo como discursa un simple campesino acerca del universo astronómico. Actúa siempre de forma sin pensar, aunque con la mayor de la buena voluntad. Tienen una visión del mundo espiritual como sus antepasados que otrora atribuían al relámpago un castigo de los dioses o a las conmociones sísmicas una demostración de ira divina. En la mediumnidad ignorante cuanto menos se estudia, más se erra.
Ser instrumento de la Espiritualidad Mayor es una bendición recibida por muchos, pero, como cualquier instrumento necesita de un mejoramiento y de ajustes constantes, así es el médium de Umbanda a servicio de los Caboclos y Negros Viejos.
No basta tener mediumnidad, es importante que esta sea útil a los intereses del Creador, pues todo médium es un depositario de la confianza de Dios. Para ser útil, la mediumnidad tiene que estar firmada en las instrucciones que vienen de lo alto.
Bueno sería si todos los médiums aplicasen la sabiduría y el conocimiento en el mejoramiento de la mediumnidad y si el estudio continuo fuese una prerrogativa para un perfecto ministerio mediumnico.
Julio Cezar Gomes Pinto – Director-Presidente de la Casa de Caridad Santo Antonio de Padua.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.