Tomado de le web.
Control Demoníaco sobre los Santos
Esta sección examinará si aquellos que han tenido una experiencia genuina de salvación pueden estar endemoniados o ser poseídos.
El Espíritu Santo quién mora en el creyente es el poder de Dios. Él es mayor que Satanás y sus huestes que están en el mundo.
1 Juan 4:4 nos dice: “El que está es ustedes es más poderoso que el que está en el mundo”.
“Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.”(Efesios 1:20-23).
“En Cristo, el creyente es regenerado (Juan 3:3, 5), justificado (Romanos 5:1), bautizados por el Espíritu en comunión con el Señor (1 Corintios 12:13; Romanos 6:3-4), es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19-20), sellados por el Espíritu Santo para el día de la redención (Efesios 4:30), y tiene toda la plenitud de Cristo (Colosenses 2:9-10). Todas estas promesas poderosas nos garantizan que Satanás y sus demonios jamás podrán quitar a los redimidos por Cristo de Cristo”.
A pesar de eso “un demonio puede ganar control del cuerpo de un cristiano como inquilino cuando el Espíritu Santo está seriamente contristado por el pecado o apagado por la fuerte desobediencia o abierta rebelión en contra de la voluntad de Dios. De cierto un creyente puede limitar la protección que es en Cristo al permitir el pecado atroz, la entrega al ocultismo, la religión oculta, o permitir algún otro tipo de trasgresión”.
“Podemos comparar esa situación con la de un hombre que compra una casa. Si él la controla completamente y la ocupa, nadie puede mudarse a ella a menos que el hombre le conceda el permiso. Si no ocupa todas las habitaciones y es poco estricto con las visitas y el tiempo que se quedan, de pronto se consigue con un inquilino ilegal que pueda resultar muy difícil de desalojar excepto por la fuerza o por un recurso de la ley” (Unger, Merrill, Lo que los demonios pueden hacerle a los Santos, What Demons Can Do To Saints. Chicago: Moody Press, 1991).
Pablo declara lo siguiente en 1 Corintios 5:5 con relación a un hombre que tenía la mujer de su padre: “Entreguen a este hombre a Satanás para destrucción de su naturaleza pecaminosa a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor”. Aquí estamos tratando con un santo pecador que es entregado a Satanás quién tiene el “dominio de la muerte” (Hebreos 2:14). Satanás puede matar el cuerpo físico de este grave pecador cristiano, sin embargo su espíritu es salvo. Satanás no puede infligir la muerte espiritual sobre el creyente que tiene vida espiritual porque sólo Dios tiene el poder para “destruir alma y cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28). 1 Juan 5:16b declara: “Hay pecado que sí lleva a la muerte”.
Es interesante notar que Juan en 1 Juan 5:18 declara: “Sabemos que el que ha nacido en Dios no está en pecado: Jesucristo que nació de Dios, lo protege, y el maligno no llega a tocarlo”. En los Estados Unidos de Norteamérica, las estadísticas muestran que los cristianos son tan propensos a la inmoralidad sexual y a la esclavitud a través de la pornografía como los no cristianos.
Sin entrar en el tema de en que punto el pecador obtiene la salvación, podemos concluir de este versículo que si alguien peca, incluyendo el creyente, el diablo le puede “tocar”. Podemos agregar que somos salvos por gracia, la gracia de Dios que tomó nuestros pecados encarnándose como hombre para morir en la cruz y pagar la pena en lugar del sacrificio sustitutorio por todos los pecados. Debido a esa gracia representada por la sangre de Jesús, nosotros, incluyendo al más piadoso evangelista, estaríamos condenados a una eternidad sin Dios. En nuestra propia carne y espíritu estamos separados de la gloria de Dios. Por eso necesitamos al redentor Jesucristo, quién es “la imagen del Dios invisible” (Col. 1:15). Como Jesús dijo en Juan 10:30 “El Padre y yo somos uno” y en Juan 8:58 “Ciertamente les aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡YO SOY!”.
Charles Trumbull en su libro “Victoria en Cristo” (Victory in Christ) declara: “No piense que estoy sugiriendo ninguna teoría equivocada y desequilibrada, que cuando el hombre recibe a Cristo como la plenitud de su vida, no puede pecar de nuevo. La ‘vida que es Cristo’ todavía nos deja nuestro libre albedrío; con ese libre albedrío podemos resistir a Cristo; y mi vida desde la nueva experiencia de la cual hablo (la plena conciencia de que “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino vive Cristo en mí”) ha registrado pecados de tal resistencia. Pero he aprendido que la restauración después de la caída puede ser bendecida sobrenaturalmente, instantánea y completa. He aprendido que al confiar en Cristo en entrega, ya no habría más lucha contra el pecado, sino una total libertad del poder y del deseo de pecar, y esto es más que vencer y se mantiene en el tiempo sin interrupción mientras simplemente reconozco que Cristo es quién me limpia y reina en mi vida”.
La ilustración de que Satanás pueda ejercer influencia sobre los creyentes la vemos en Lucas 22:31 “Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo”. Lucas 22:24 relata un altercado entre los apóstoles “sobre cuál de ellos sería el más importante”. Quizás esta disputa como resultado del pecado de orgullo le dio autorización a Satanás para hacer tal petición. Continua Jesús diciendo: “pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos”.
Satanás hizo una petición similar a Dios con respecto a Job, y le preguntó al Señor “¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y todas sus posesiones? De tal modo has bendecido la obra de sus manos que sus rebaños y ganados llenan toda la tierra. Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara! (Job 1:10-11). - Muy bien le contestó el Señor –. Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a él no le pongas la mano encima”. Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del Señor. Esto no fue un acoso espiritual suave. Una de las aflicciones fue un fuerte viento del desierto que dio contra la casa de su hijo mayor y derribó las cuatro esquinas, muriendo todos sus hijos e hijas quienes estaban visitando.
Pedro nos advierte: “Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar” (1 Pedro 5:. Pedro se dirige a los creyentes, a la iglesia, incluyendo a los “pastores de la grey de Dios” y a los ancianos (1 Pedro 5:1-3). Ser devorados por un león significa ser atrapado por las garras de la bestia con un fuerte zarpazo, despedazados, masticados, digeridos y excretados. Es un proceder implacable donde se nos coloca bajo el dominio y control del león, y destruidos de una manera dolorosa. Jesús hablando de Satanás dice: “Desde el principio ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! (Juan 8:44).
Conclusión:
El cristiano una vez genuinamente salvo con un sincero arrepentimiento no puede perder su salvación pero puede experimentar ataques demoníacos, acosos, y si se aparta de Cristo hacia el pecado (ya sea a través de la ira sin resolver, celos, codicias, lujurias, drogas, alcoholismo, codicias, participar en el ocultismo, exponerse a la violencia, películas, libros y música que llevan a la lujuria) puede experimentar diversos grados de influencias mentales demoníacas, que aunque no es una posesión total, representa una ocupación parcial. Nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo y tenemos el libre albedrío de Dios. El opacarnos nos llevará más allá del pecado hasta una eventual destrucción.
Aquellos que aceptan a Cristo y pasan por una experiencia genuina de salvación son templo del Espíritu Santo. A pesar de eso podemos por consiguiente caer y ceder el territorio de nuestra mente y cuerpo al pecado, abriendo una puerta a lo demoníaco que nos puede atar. Tenemos la opción de regresar a la miseria de donde fuimos rescatados o entrar de nuevo a ella y revolcarnos de su inmundicia. Hacer eso, abre la puerta a inquilinos espirituales demoníacos, quienes según la afirmación de Unger, “pueden ser imposibles de expulsar excepto usando la fuerza física o el recurso de la ley”.
Cuando un pecador viene a Cristo a través de un arrepentimiento sincero, el Espíritu Santo, el Consolador, entra y limpia la casa. En la mayoría de los casos es inmediato así como la luz no puede coexistir con las tinieblas. En algunos casos el proceso toma más tiempo. La casa es limpiada. Sin embargo la luz puede ser opacada por las tinieblas si se le acaba el combustible. Como Jesús dijo, los demonios una vez echados fuera, regresarán con más fuerza si se les permite. Los cristianos que persisten en pecar se separarán ellos mismos de la fuente de su poder espiritual y eventualmente morirán en su pecado. No obstante, habiéndose arrepentido sinceramente son salvos por la gracia de Dios. Sólo Dios puede juzgar quién es salvo genuinamente y quienes piensan que son salvos pero llevan una vida pecaminosa. El árbol se juzga por el fruto que lleva, si su fruto es consistentemente malo, el árbol será cortado y echado al fuego.
Una tercera parte del ministerio de Jesús fue dedicado a la liberación de personas con ataduras demoníacas. La liberación es un ministerio clave y serio. Hablando de eso, la reciente locura carismática de “toser demonios” ha paralizado la iglesia. Decir que los cristianos que han caído no pueden ser endemoniados por el pecado es una ingenuidad y hiere a la iglesia el no enfrentar el problema. La posesión es un caso extremo de estar endemoniado. ¿Puede un cristiano que ha caído, llegar a tal extremo de maldad? La respuesta es sí por el libre albedrío que Dios nos ha dado. La conclusión lógica entonces es que tal persona puede estar esclavizada por el pecado y ser poseída. Las buenas nuevas para el que quiere es que siempre está disponible la liberación en el nombre de Jesús y la liberación por el poder en la sangre de Jesús.
1) Lucas 13:10 “Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse”.
Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer quedas libre de tu enfermedad”.
En Lucas 13:16 Jesús llama a esta mujer “hija de Abraham”, una mujer temerosa de Dios, una creyente, con un problema espiritual.
Tome nota que esta mujer no estaba protegida del control demoníaco por estar dentro de la sinagoga. Ni las paredes de la iglesia ni las paredes de la sinagoga proveen protección de la influencia demoníaca ni del ataque. Si las paredes no le protegen de la influencia demoníaca o de los ataques, ¿Cómo le protegerá una delgada capa de piel? El mundo espiritual no está sujeto a tales barreras naturales ni está limitado por las leyes de física.
Este evento ocurrió antes de la cruz y la venida del Espíritu Santo, pero es un indicio de que los creyentes pueden estar sujetos a la atadura demoníaca.
Control Demoníaco sobre los Santos
Esta sección examinará si aquellos que han tenido una experiencia genuina de salvación pueden estar endemoniados o ser poseídos.
El Espíritu Santo quién mora en el creyente es el poder de Dios. Él es mayor que Satanás y sus huestes que están en el mundo.
1 Juan 4:4 nos dice: “El que está es ustedes es más poderoso que el que está en el mundo”.
“Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.”(Efesios 1:20-23).
“En Cristo, el creyente es regenerado (Juan 3:3, 5), justificado (Romanos 5:1), bautizados por el Espíritu en comunión con el Señor (1 Corintios 12:13; Romanos 6:3-4), es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19-20), sellados por el Espíritu Santo para el día de la redención (Efesios 4:30), y tiene toda la plenitud de Cristo (Colosenses 2:9-10). Todas estas promesas poderosas nos garantizan que Satanás y sus demonios jamás podrán quitar a los redimidos por Cristo de Cristo”.
A pesar de eso “un demonio puede ganar control del cuerpo de un cristiano como inquilino cuando el Espíritu Santo está seriamente contristado por el pecado o apagado por la fuerte desobediencia o abierta rebelión en contra de la voluntad de Dios. De cierto un creyente puede limitar la protección que es en Cristo al permitir el pecado atroz, la entrega al ocultismo, la religión oculta, o permitir algún otro tipo de trasgresión”.
“Podemos comparar esa situación con la de un hombre que compra una casa. Si él la controla completamente y la ocupa, nadie puede mudarse a ella a menos que el hombre le conceda el permiso. Si no ocupa todas las habitaciones y es poco estricto con las visitas y el tiempo que se quedan, de pronto se consigue con un inquilino ilegal que pueda resultar muy difícil de desalojar excepto por la fuerza o por un recurso de la ley” (Unger, Merrill, Lo que los demonios pueden hacerle a los Santos, What Demons Can Do To Saints. Chicago: Moody Press, 1991).
Pablo declara lo siguiente en 1 Corintios 5:5 con relación a un hombre que tenía la mujer de su padre: “Entreguen a este hombre a Satanás para destrucción de su naturaleza pecaminosa a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor”. Aquí estamos tratando con un santo pecador que es entregado a Satanás quién tiene el “dominio de la muerte” (Hebreos 2:14). Satanás puede matar el cuerpo físico de este grave pecador cristiano, sin embargo su espíritu es salvo. Satanás no puede infligir la muerte espiritual sobre el creyente que tiene vida espiritual porque sólo Dios tiene el poder para “destruir alma y cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28). 1 Juan 5:16b declara: “Hay pecado que sí lleva a la muerte”.
Es interesante notar que Juan en 1 Juan 5:18 declara: “Sabemos que el que ha nacido en Dios no está en pecado: Jesucristo que nació de Dios, lo protege, y el maligno no llega a tocarlo”. En los Estados Unidos de Norteamérica, las estadísticas muestran que los cristianos son tan propensos a la inmoralidad sexual y a la esclavitud a través de la pornografía como los no cristianos.
Sin entrar en el tema de en que punto el pecador obtiene la salvación, podemos concluir de este versículo que si alguien peca, incluyendo el creyente, el diablo le puede “tocar”. Podemos agregar que somos salvos por gracia, la gracia de Dios que tomó nuestros pecados encarnándose como hombre para morir en la cruz y pagar la pena en lugar del sacrificio sustitutorio por todos los pecados. Debido a esa gracia representada por la sangre de Jesús, nosotros, incluyendo al más piadoso evangelista, estaríamos condenados a una eternidad sin Dios. En nuestra propia carne y espíritu estamos separados de la gloria de Dios. Por eso necesitamos al redentor Jesucristo, quién es “la imagen del Dios invisible” (Col. 1:15). Como Jesús dijo en Juan 10:30 “El Padre y yo somos uno” y en Juan 8:58 “Ciertamente les aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡YO SOY!”.
Charles Trumbull en su libro “Victoria en Cristo” (Victory in Christ) declara: “No piense que estoy sugiriendo ninguna teoría equivocada y desequilibrada, que cuando el hombre recibe a Cristo como la plenitud de su vida, no puede pecar de nuevo. La ‘vida que es Cristo’ todavía nos deja nuestro libre albedrío; con ese libre albedrío podemos resistir a Cristo; y mi vida desde la nueva experiencia de la cual hablo (la plena conciencia de que “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino vive Cristo en mí”) ha registrado pecados de tal resistencia. Pero he aprendido que la restauración después de la caída puede ser bendecida sobrenaturalmente, instantánea y completa. He aprendido que al confiar en Cristo en entrega, ya no habría más lucha contra el pecado, sino una total libertad del poder y del deseo de pecar, y esto es más que vencer y se mantiene en el tiempo sin interrupción mientras simplemente reconozco que Cristo es quién me limpia y reina en mi vida”.
La ilustración de que Satanás pueda ejercer influencia sobre los creyentes la vemos en Lucas 22:31 “Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo”. Lucas 22:24 relata un altercado entre los apóstoles “sobre cuál de ellos sería el más importante”. Quizás esta disputa como resultado del pecado de orgullo le dio autorización a Satanás para hacer tal petición. Continua Jesús diciendo: “pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos”.
Satanás hizo una petición similar a Dios con respecto a Job, y le preguntó al Señor “¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y todas sus posesiones? De tal modo has bendecido la obra de sus manos que sus rebaños y ganados llenan toda la tierra. Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara! (Job 1:10-11). - Muy bien le contestó el Señor –. Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a él no le pongas la mano encima”. Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del Señor. Esto no fue un acoso espiritual suave. Una de las aflicciones fue un fuerte viento del desierto que dio contra la casa de su hijo mayor y derribó las cuatro esquinas, muriendo todos sus hijos e hijas quienes estaban visitando.
Pedro nos advierte: “Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar” (1 Pedro 5:. Pedro se dirige a los creyentes, a la iglesia, incluyendo a los “pastores de la grey de Dios” y a los ancianos (1 Pedro 5:1-3). Ser devorados por un león significa ser atrapado por las garras de la bestia con un fuerte zarpazo, despedazados, masticados, digeridos y excretados. Es un proceder implacable donde se nos coloca bajo el dominio y control del león, y destruidos de una manera dolorosa. Jesús hablando de Satanás dice: “Desde el principio ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! (Juan 8:44).
Conclusión:
El cristiano una vez genuinamente salvo con un sincero arrepentimiento no puede perder su salvación pero puede experimentar ataques demoníacos, acosos, y si se aparta de Cristo hacia el pecado (ya sea a través de la ira sin resolver, celos, codicias, lujurias, drogas, alcoholismo, codicias, participar en el ocultismo, exponerse a la violencia, películas, libros y música que llevan a la lujuria) puede experimentar diversos grados de influencias mentales demoníacas, que aunque no es una posesión total, representa una ocupación parcial. Nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo y tenemos el libre albedrío de Dios. El opacarnos nos llevará más allá del pecado hasta una eventual destrucción.
Aquellos que aceptan a Cristo y pasan por una experiencia genuina de salvación son templo del Espíritu Santo. A pesar de eso podemos por consiguiente caer y ceder el territorio de nuestra mente y cuerpo al pecado, abriendo una puerta a lo demoníaco que nos puede atar. Tenemos la opción de regresar a la miseria de donde fuimos rescatados o entrar de nuevo a ella y revolcarnos de su inmundicia. Hacer eso, abre la puerta a inquilinos espirituales demoníacos, quienes según la afirmación de Unger, “pueden ser imposibles de expulsar excepto usando la fuerza física o el recurso de la ley”.
Cuando un pecador viene a Cristo a través de un arrepentimiento sincero, el Espíritu Santo, el Consolador, entra y limpia la casa. En la mayoría de los casos es inmediato así como la luz no puede coexistir con las tinieblas. En algunos casos el proceso toma más tiempo. La casa es limpiada. Sin embargo la luz puede ser opacada por las tinieblas si se le acaba el combustible. Como Jesús dijo, los demonios una vez echados fuera, regresarán con más fuerza si se les permite. Los cristianos que persisten en pecar se separarán ellos mismos de la fuente de su poder espiritual y eventualmente morirán en su pecado. No obstante, habiéndose arrepentido sinceramente son salvos por la gracia de Dios. Sólo Dios puede juzgar quién es salvo genuinamente y quienes piensan que son salvos pero llevan una vida pecaminosa. El árbol se juzga por el fruto que lleva, si su fruto es consistentemente malo, el árbol será cortado y echado al fuego.
Una tercera parte del ministerio de Jesús fue dedicado a la liberación de personas con ataduras demoníacas. La liberación es un ministerio clave y serio. Hablando de eso, la reciente locura carismática de “toser demonios” ha paralizado la iglesia. Decir que los cristianos que han caído no pueden ser endemoniados por el pecado es una ingenuidad y hiere a la iglesia el no enfrentar el problema. La posesión es un caso extremo de estar endemoniado. ¿Puede un cristiano que ha caído, llegar a tal extremo de maldad? La respuesta es sí por el libre albedrío que Dios nos ha dado. La conclusión lógica entonces es que tal persona puede estar esclavizada por el pecado y ser poseída. Las buenas nuevas para el que quiere es que siempre está disponible la liberación en el nombre de Jesús y la liberación por el poder en la sangre de Jesús.
1) Lucas 13:10 “Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse”.
Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer quedas libre de tu enfermedad”.
En Lucas 13:16 Jesús llama a esta mujer “hija de Abraham”, una mujer temerosa de Dios, una creyente, con un problema espiritual.
Tome nota que esta mujer no estaba protegida del control demoníaco por estar dentro de la sinagoga. Ni las paredes de la iglesia ni las paredes de la sinagoga proveen protección de la influencia demoníaca ni del ataque. Si las paredes no le protegen de la influencia demoníaca o de los ataques, ¿Cómo le protegerá una delgada capa de piel? El mundo espiritual no está sujeto a tales barreras naturales ni está limitado por las leyes de física.
Este evento ocurrió antes de la cruz y la venida del Espíritu Santo, pero es un indicio de que los creyentes pueden estar sujetos a la atadura demoníaca.