FILOSOFÍA DOGMÁTICA: DIOS ESTA EN LAS COSAS

Escrito por: Lic Ramón D.Peralta


Luego de mis primeros remilgos, recordé que había soñado. Fue un buen sueño, porque solo puedo recordarlo como me gusta recordar mis sueños, subtitulados. Mucho he meditado sobre que debería significar para mi escribir de la manera que escribo, ¿y de que manera escribo?, no lo se, solo intuyo y deseo que sea de tal manera que mi ego y yo no nos enojemos y distanciemos. Algunos de ustedes me ha escrito, pero sigo sin entender "que significa" para el lector mis palabras. Les confieso que decidí imaginar que mis escritos algún día cambiarán el mundo, pero a sabiendas que solo es vocación, no realidad. No se que es real en mi vida, razón por lo cual, elegí presumir que todo lo que hago es imaginariamente verdad, incluso hacerme el desayuno. Y ahora que ya he desayunado, me pegunto: ¿ya desayuné?, cosa que ratifica el hecho que mi estómago tenga una concepción de mi vida completamente distinta a la mía.

Filosofar sobre el conjunto de la sociedad es temerario, audaz y obviamente ostentoso. Es la historia de la filosofía quien subestima a los filósofos, no yo (ni mi estómago). Hay mucha soberbia en la pretensión filosófica. Quizá la intención no es ratificar o negar a Dios, sino imitarlo. Tampoco somos amigos de decir que si bien la filosofía es por sobre todas las cosas la búsqueda de la verdad, siempre será mi verdad, no la de los demás, aunque logre antes o después concertaciones poliétnicas. Quizá el idealismo platónico no difiera del alemán, y solo ambos sean lo trascendental que nunca fueron. Quizá La ontología nunca estuvo ahí, ni aquí. Es posible que el racionalismo no sea lo racional que quiere ser, como también es probable que el constructivismo solo sea un fenomenismo teorizado por un empirismo que se refuta a si mismo. Sospechas de idealistas, que idealizan el mismo "realismo filosófico".

También se puede intuir que la duda en su concepción lato, solo se trate de una ratificación. La duda, tal vez solo sea fruto de un sentimiento y no de la razón. Dudar se parece mucho a la emoción que emana de la sorpresa, y no del saludo de la razón a lo ininteligible. Dudo para luego negar o festejar, pero jamás para desechar, pues aun en la negación estoy aceptando ese conocimiento, que sin ser nuevo llegó a mi. El dilema esta en poder reconocer mediante los métodos de prueba probados, a un nuevo como conocimiento. Se que estoy ante un nuevo conocimiento por que no tengo dudas de que no lo conozco.

Y si bien la filosofía en su afán de lograr consenso, se ha ido mutilando y refutando a si mismo, no deja de enseñarnos algo, existe una conciencia, subconsciencia e inconsciencia colectiva, en caso de que esto exista a nivel individual. No es necesario flagelarse si existen o no existen, importa poco (por ahora), es todo cuanto podemos saber por ahora, y en último caso tenemos la excusa de denunciarlos como solo palabras.

En las ciencias políticas, la cosa parece ser mas complicada o parece ser muy sencillo, dependiendo de quien lo piense y como lo piense. Luego de haber estudiado Ciencias Políticas, asumí temporalmente que todos mis problemas culturales en ese sentido estaban resueltos, en la superstición de creer que solo se trataba de poder identificar los grupos y subgrupos teorizados, para luego armar el rompe cabezas sociopolítico que me enseñaron. ¿Porque no hacerlo así, si casi todos hacen eso?. Pues bien, yo era un tipo feliz por esos días, una porque ignoraba lo que era la felicidad, y otra porque ignoraba todo lo demás, vale decir que ignoraba mi ignorancia. La pucha: ¿como sentirme ignorante con dos títulos universitarios?, tarde entendí que la formalidad de la gnoseología moderna me aseguraba un carnet imaginario de no pertenencia, pero jamás me dijo que ese mundo era eso, una ilusión.

El problema de las formalidades sociales, es que se elevan por si mismas como una barrera que me impide avanzar y crecer. Luego me dije, tengo que estudiar mas, mucho mas. Tras esa idealización unívoca me puse a estudiar Filosofía y letras, cursar posgrados, maestrías y seminarios, mi orgullo es enorme y mi estupidez también. Descartado estaba el hecho de que al final del camino estaría mi tan ansiada sabiduría e ilustración. En consecuencia descarté toda duda posible en ese sentido supino, tal es así, que me olvidé de lo mas importante,....pensar.

Lo peor de todo, es que no pensar me lleva a idolatrar el no pensamiento o idealismo, admitiendo como revelación, que todos los seres humanos se agrupan voluntariamente ante los mismos arquetipos ideológicos. Mi duda siempre penduló entre una idealización y otra, pero jamás había podido salir de ahí. Era como vivir en una jaula, pero imaginando que vivía en libertad, quizá la metáfora cobre forma si digo: que fue como entrar a una prisión estando dormido, sumergido en un inmenso y prolongado sueño de libertad, donde solo el despertarme me permitiría percibir lo preso que estaba. Ahora entiendo porque muchos dicen que son felices con lo que tienen, pues tienen lo único que es verdad, los sentimientos y la imaginación. Algunos necesitan comprar un yate de mil millones de dólares para querer imaginar que con eso son mas felices que los demás, otros solo son felices con un barquito de papel flotando en un charco de agua de lluvia sin querer saber su medida de felicidad en el cosmos. Lo bueno de ser pobre, es que primero siempre estarán los sentimientos. Quizá realmente hay un equilibrio material y abstracto para con el individuo y las cosas, que aun no pudimos probar.

Cuando metemos en la bolsa del conjunto todo lo conocido hasta ahora en materia de filosofía, ontología, epistemología, empirismo y ciencia, nos encontraremos; en caso de que pongamos mucha atención, que esa bolsa esta rota. La ciencias políticas, al igual que los políticos, nos prometen el paraíso a cambio que le entreguemos nuestros sentires y pensamientos, y también como los políticos, terminan defraudándonos.

Hay un completo divorcio entre los significados del éxito individual, y el éxito colectivo. Antinomia cosmogónica que de manera ocultista nos dice que cuando la utopía se cumpla y todos tengan la misma cantidad de cosas materiales, habrá desaparecido la significancia del éxito individual. ¿Quien se sentiría exitoso si tiene las mismas cosas que el otro?. Claro que para que esta ecuación sea verificable, debo convertir en válidas las premisas que dicen que la inteligencia y los sentimientos son cosas, y no otra entidad.

En verdad, la filosofía mas excelsa no deja de parecer estúpida, aunque las palabras y el conocimiento colectivo las acompañen. Para mi solo hay dos tipos de filosofías, las que son conscientes de que se equivocan y las que no tienen conciencia. Estas últimas son las mas peligrosas, pues son las creadoras de dogmas, doctrinas y escuelas de pensamiento. Son los padres adoptivos de una verdad que no existe, y que degrada al ser humano.

Los mismos que hablan de la "lógica" del capitalismo y la "lógica" del socialismo, cuando la experiencia indica que es ilógico dejar al individuo de lado, para consagrar al materialismo como el único lenguaje de comunicación. El ser en función de las cosas, y las cosas traccionando a ese "dasein", como si lo realmente importante para el hombre no sea el hombre, sino las cosas. El ser humano puede prescindir de otros seres humanos, pero no puede prescindir de sus cosas, ni de las cosas de los demás. Lo cual explica todo el compendio cultural edificado para justificarnos a nosotros mismos, porque no está mal matar y exterminar a otros miembros de la misma especie. Hay que cuidar las cosas que son escasas, por cuanto la variable de ajuste "razonable" debe recaer en el "homo sapiens", quien tiene la capacidad de reproducirse a si mismo. Vale decir que por mas revolución industrial y tecnológica que haya, siempre las cosas nos parecerán escasas, y los hombres parecerán que sobran.

Desdeño y aborrezco esas filosofías políticas dogmáticas, porque son amorales e inhumanas, aunque vaya ironía, se llaman a si mismo humanistas. Pues obran como las religiones (salvo honrosas excepciones), al no permitir pensar un mundo por fuera de esa celda. El lenguaje del materialismo nos condiciona a codificar cada pensamiento y acto de nuestra vida, sin poder salir de la trampa de la cosificación. A veces hasta dudo sobre si queremos salir de todo este mundo de injusticias inundada de perverso flagelamiento. Obviamente entiendo que la evolución es un proceso que me supera en un todo y nada, pero también elegí entender que la indiferencia no es una sabia elección.

Para finalizar, elevo una plegaria al cielo (como si creyera en todas sus simbologías), para pedirle a las cosas, que se apiaden de nosotros los hombres. Bajo la promesa de ofrendarle en sacrificio: otras cosas, pero jamás mis pensamientos y mucho menos mis sentimientos, y de así no aceptarlo, prometo olvidarme de ellas el día de mi muerte.-