De la misma forma que en umbanda y en vudú, en santería se celebran reuniones y fiestas en honor a diversos orishás, a las que se llama tambores (equivale a las macumbas que significa tambor en Brasil y candomblé o danzas). Los bateadores de batá, nombre que reciben los tambores en la santería cubana usan tres tipos de tambor: Iyá, Okónkolo e Itótele, que tienen diferente sonido o voces de más agudo a más grave.
Lo mismo que en las otras religiones sincréticas, los ritmos de los tambores varían, saludando a uno u otro orishá con su particular forma de batido. El ritmo comienza suave y sosegado, pero a medida que la ceremonia avanza, se hace más rápido y violento, lo que excita a los danzantes y propicia la posesión por el orishá. Durante la posesión, el individuo se transforma, cambia su personalidad, adquiere a veces una fuerza sobrehumana y cae en trance después de haber adoptado posturas inverosímiles. A veces asemeja a un ataque epiléptico. Como en las otras religiones sincréticas se facilita la posesión por medio de humo de cigarros puros, marihuana o alguna bebida alcohólica.
Lo mismo que en umbanda, los rituales mánticos, odu, ordun, son realizados por santeros o babalabos, utilizando las conchas o caracolillos (como los buzzios en Brasil). En Cuba se los llama diloggun. A través de la boca del caracol, hablan los orishás. Generalmente se utilizan 18 caracoles para las prácticas adivinatorias. A los grandes adivinadores santeros se les llama italeros. Mezclados con los diloggun hay cinco objetos llamados igbo, que son una piedra negra (ota), una pelotita hecha de cáscara de huevo molida (efun), una semilla (ewe ayo) y una cabecita de muñeca (eri auoran).
Se tiran todas estas piezas mánticas sobre una esterilla y según la forma de caer, el italero interpreta el oráculo. La adivinación puede realizarse también con cuatro cáscaras de coco, que según caigan por su cara blanca o marrón tendrá un significado distinto.
El babalabo consulta también la tabla de Ifá, que es un tablero redondo, sobre el que espolvorea el polvo sagrado yefá. Reza y mientras tanto va trazando líneas sobre el polvillo. Requiere una enorme memoria este tipo de adivinación, pues ha de recordar centenares de combinaciones de estas rayas y puntos y lo que representan.
Otra forma de adivinación es por medio del okuele, que se practica trazando líneas verticales sobre la tabla de Ifá, pero lanzando el okuele que son ocho placas o medallones de corteza de coco o de caparazón de tortuga unidos por una cadena de hierro. Cada medallón tiene una cara brillante marcada con una cruz y otra mate. El babalabo tira el okuele sobre la tabla y según caigan las piezas por una u otra cara le da un significado distinto a la predicción o contesta a la pregunta hecha al orishá.
Para ser un buen santero hay que aprender a distinguir las plantas (ewe) y sus partes, saber sus propiedades y qué relación tienen con los diversos orishás. Unas se utilizan para baños, otras en infusiones para beber, otras para frotaciones. Algunas plantas tienen más aché que otras,pero todas tienen alguna propiedad particular. La mezcla de las hierbas y substancias vegetales potencia sus cualidades.
El santero tiene que saber preparar el omiero o elixir sagrado, hecho a base de los animales sacrificados y otras substancias como hierbas frescas, aromáticas, que se machacan en mortero, manteca de la palma corojo, manteca de cacao, nuez de cola, pimienta, agua de lluvia, canela y otras substancias que diluídas con agua de río, tienen un sabor acre aunque no deagradable y un olor muy peculiar.
El santero conoce numerosos hechizos, rogaciones de cabeza preparados a base de diversas substancias, la principal el coco, que se colocan sobre la cabeza de la persona al tiempo que va rezando oraciones en legua yoruba.
Entre las ofrendas más comunes realizadas en los rituales de santería están: la manteca de cacao, la de corojo, el coco, el maíz tostado, el azúcar de caña, la miel, el harina de maíz, los cigarros puros, el ron, el ñame, el agua bendita, la pimienta y el pescado ahumado.
Lo mismo que en las otras religiones sincréticas, los ritmos de los tambores varían, saludando a uno u otro orishá con su particular forma de batido. El ritmo comienza suave y sosegado, pero a medida que la ceremonia avanza, se hace más rápido y violento, lo que excita a los danzantes y propicia la posesión por el orishá. Durante la posesión, el individuo se transforma, cambia su personalidad, adquiere a veces una fuerza sobrehumana y cae en trance después de haber adoptado posturas inverosímiles. A veces asemeja a un ataque epiléptico. Como en las otras religiones sincréticas se facilita la posesión por medio de humo de cigarros puros, marihuana o alguna bebida alcohólica.
Lo mismo que en umbanda, los rituales mánticos, odu, ordun, son realizados por santeros o babalabos, utilizando las conchas o caracolillos (como los buzzios en Brasil). En Cuba se los llama diloggun. A través de la boca del caracol, hablan los orishás. Generalmente se utilizan 18 caracoles para las prácticas adivinatorias. A los grandes adivinadores santeros se les llama italeros. Mezclados con los diloggun hay cinco objetos llamados igbo, que son una piedra negra (ota), una pelotita hecha de cáscara de huevo molida (efun), una semilla (ewe ayo) y una cabecita de muñeca (eri auoran).
Se tiran todas estas piezas mánticas sobre una esterilla y según la forma de caer, el italero interpreta el oráculo. La adivinación puede realizarse también con cuatro cáscaras de coco, que según caigan por su cara blanca o marrón tendrá un significado distinto.
El babalabo consulta también la tabla de Ifá, que es un tablero redondo, sobre el que espolvorea el polvo sagrado yefá. Reza y mientras tanto va trazando líneas sobre el polvillo. Requiere una enorme memoria este tipo de adivinación, pues ha de recordar centenares de combinaciones de estas rayas y puntos y lo que representan.
Otra forma de adivinación es por medio del okuele, que se practica trazando líneas verticales sobre la tabla de Ifá, pero lanzando el okuele que son ocho placas o medallones de corteza de coco o de caparazón de tortuga unidos por una cadena de hierro. Cada medallón tiene una cara brillante marcada con una cruz y otra mate. El babalabo tira el okuele sobre la tabla y según caigan las piezas por una u otra cara le da un significado distinto a la predicción o contesta a la pregunta hecha al orishá.
Para ser un buen santero hay que aprender a distinguir las plantas (ewe) y sus partes, saber sus propiedades y qué relación tienen con los diversos orishás. Unas se utilizan para baños, otras en infusiones para beber, otras para frotaciones. Algunas plantas tienen más aché que otras,pero todas tienen alguna propiedad particular. La mezcla de las hierbas y substancias vegetales potencia sus cualidades.
El santero tiene que saber preparar el omiero o elixir sagrado, hecho a base de los animales sacrificados y otras substancias como hierbas frescas, aromáticas, que se machacan en mortero, manteca de la palma corojo, manteca de cacao, nuez de cola, pimienta, agua de lluvia, canela y otras substancias que diluídas con agua de río, tienen un sabor acre aunque no deagradable y un olor muy peculiar.
El santero conoce numerosos hechizos, rogaciones de cabeza preparados a base de diversas substancias, la principal el coco, que se colocan sobre la cabeza de la persona al tiempo que va rezando oraciones en legua yoruba.
Entre las ofrendas más comunes realizadas en los rituales de santería están: la manteca de cacao, la de corojo, el coco, el maíz tostado, el azúcar de caña, la miel, el harina de maíz, los cigarros puros, el ron, el ñame, el agua bendita, la pimienta y el pescado ahumado.