Caciques de Venezuela
Las tribus indígenas, sostuvieron una tenaz lucha contra el invasor español, donde el conocimiento de materiales bélicos de la época jugo papel importante en el exterminio de los grupos aborígenes.
Los caribes, al igual que otras tribus, mostraron una resistencia implacable contra quienes buscaban someterlos en su propia tierra. Los caballos, perros amaestrados, arcabuces, fuerte vestidura y una gran experiencia en el arte de la guerra no lograron extinguir el grito de libertad que retumbaba en las montañas venezolanas, con flechas y lanzas combatieron con tenacidad regando los campos de batalla con su sangre americana.
Esta lucha encarnizada duró varios años de enfrentamientos; hubo episodios de heroísmo, destacando el ímpetu y gallardía de valientes caciques como: Guaica puro, Baruta, Chacao, Tamanaco, entre otros.
GUAICAIPURO
Nacido en Caracas en 1530 y guerrero de confianza del gran Cacique Catuche, asume el cacicazgo a los 20 años de edad, cuando este cacique muere. Guaica puro gobernaba a los Caracas y los Teques, ejerciendo directo control sobre los seis caseríos que circundaban su cuartel general en Suruapo.
En 1560 el Gobernador Pablo Collado nombra a Juan Rodríguez Suárez, Teniente General de la xmProvincia de Caracas y le ordena pacificar a Guaica puro. Rodríguez se alía con el mestizo Francisco Fajardo y vence al Cacique de los Teques en las batallas de San Pedro y La Quebrada.
Fajardo intenta fundar un caserío en lo que hoy es Catia. Sin embargo, ante un ataque ordenado por Guaica puro y ejecutado por Paramaconi, el recién fundado caserío (1560) es arrasado. El año siguiente, en 1561, Juan Rodríguez Suárez refunda el caserío con el nombre de Villa de San Francisco, pero corre la misma suerte que el anterior.
En enero de 1562, Guaicaipuro y Terepaima enfrentan y matan al Capitán Luis de Narváez. Guaicaipuro convoca entonces a una alianza estratégica de todos los caciques de la región, aceptan el pacto los jefes Baruta, Naiguatá, Chacao, Aramaipuro, Guaica macuto, Paramaconi, Terepaima y Chicuramay. Durante años esta alianza se mostró triunfadora, pero Guaicaipuro perdió su oportunidad en Maraca pana, en 1568, batalla clave en la que participaron todas las tribus aliadas. Derrotados por el ejército conquistador en forma contundente, la coalición se disuelve y los jefes regresan a sus tierras. Guaicaipuro se refugió en Suruapo. Ese mismo año ataca a Diego de Losada, esté ordena al Alcalde Francisco Infante que ataque a Guaicaipuro en el propio sitio de Suruapo, Infante buscó indios pacificados y fieles a España que conocian el modo de llegar a la vivienda del cacique. En Suruapo penetraron hacia el caney del jefe indio, Guaicaipuro tomó la espada y dio muerte a los que lo atacaron. Se guareció luego en su choza, pero los españoles le prendieron fuego y conminado a rendirse el cacique no aceptó y prefirió morir atrapado por las llamas.
Paramaiboa
fue un cacique Caribe que dominaba la región guayanesa. Fue el sucesor del Cacique Yavire.
Su adversario fue un capitán español llamado Gonzalo de Ocampo, quien actuando con extrema crueldad quiso dar un escarmiento definitivo a los caribes, para lo cual apresó y ahorcó a varios renombrados caciques, enviando a otros como esclavos a Santo Domingo. Paramaiboa en el norte de oriente y Pariaguán en el sur, seguirían fíeles al juramento que le hicieran a Yavire. Unen sus fuerzas y presentan batalla en Guanta (Anzoátegui) siendo derrotados por el militar español.
Nuevamente ataca de nuevo a Ocampo, obligándole a retirarse hacia Nueva Andalucía (Cumaná). El cacique cobra venganza y somete a juicio militar a veinte soldados y cinco oficiales españoles, los condena a muerte y no los ejecuta gracias a la oportuna intervención de Fray Bartolomé de Las Casas, sacerdote defensor de los indios. El guerrero Caribe escuchó los ruegos del padre de Las Casas, a pesar del odio que sentía por Ocampo.
En poco tiempo se enfrentó al nuevo jefe español, Alonso de Vera y Aragón, al que también derrotó. Cuando se marchó Vera, conocido en la historia con el apodo de «Tupí», regresó de nuevo Ocampo, pero esta vez traía la diplomacia como arma y un oficial de gran temple de apellido Monsalve. Sus primeras medidas fueron las de apresar a los indios y luego liberarlos, no sin antes entregarles regalos. Paramaiboa dio la orden de regresar los regalos y de advertir al invasor que debía abandonar sus predios. Ocampo colgó a los emisarios y esto dio inicio a una nueva guerra. Acorraló entonces a Paramaiboa y Pariaguán en el sitio denominado La Zapoara, hoy El Chaparro (Anzoátegui), pero fue vencido por Pariaguán, aunque en la batalla muere valerosamente el cacique Paramaiboa.
Este cacique fue muy respetado y admirado por sus hombres. La noche de la batalla de La Zapoara, Pariaguán preparó su estrategia sigilosamente, con Paramaiboa, pero cuando comenzaron las acciones, él personalmente dirigió la batalla al frente de sus hombres, Paramaiboa lucha y muere en la batalla. Pocos españoles sobrevivieron. El capitán Monsalve, que dirigió a los españoles, no pudo soportar la derrota y se suicidó.
Luego de la batalla, Pariaguán dirigió las exequias de su amigo Paramaiboa.
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ARAMAIPURO
Este cacique fue uno de los jefes de los temibles mariches. Formó parte de la coalición de caciques que se enfrentó a Losada en Maraca pana. Bajo su mando actuaron los caciques Chacao y Baruta, y como una especie de jefe de estado mayor participó el cacique Aricabuto.
Según Oviedo y Baños, Aramaipuro se presentó con un ejército integrado por tres mil flecheros. Fue la más grande concentración indígena en un batalla concebida para destruir al invasor. La estrategia fue tan bien planeada que Diego de Losada sólo se enteró del peligro cuando ya la mayor parte de las tribus se había reunido.
Aramaipuro y sus hombres esperaron a Guaicaipuro, pero al no llegar éste tomaron la decisión de retirarse sin presentar batalla. Sólo Tuina y sus bravos se quedaron, pelearon y murieron.
Aramaipuro siguió peleando muchos años y ya viejo se retiró con sus hombres hacia la costa oriental, en donde se enfrentó a Sir Walter Raleigh, que en 1595 asaltó Cumaná, donde murió. Los piratas atraparon a su hija Urimare que fue destinada como trofeo de guerra para Raleigh, pero la agilidad y coraje de la muchacha la ayudaron a fugarse del bergantín inglés, ganando a nado la costa, pero al llegar a la playa los españoles la hicieron prisionera. Varios meses estuvo Urimare esclavizada por los íberos, hasta que un día, ante el intento de violación de uno de los soldados, Urimare lo hiere mortalmente y huye. Llega a las tierras de Guaicamacuto. El viejo cacique la hace su hija adoptiva. Cuenta la leyenda que Urimare, la hija del gran Aramaipuro, consiguió que la tribu de su padre la obedeciera y se convirtió en la primera mujer en gobernar en este territorio. Al principio, combatió a los españoles, pero aconsejada por su padre adoptivo decide hacer la paz.
ARICHUNA
Arichuna pertenecía a la tribu de los jiraharas, ubicando su radio de acción en la región de lo que hoy es Lara y parte de Yaracuy. Se formó bajo las órdenes del cacique Queipa y a la muerte de éste, fue seleccionado para dirigir la tribu con el rango de cacique. Luchó al mismo tiempo contra los españoles y contra otra tribu enemiga dirigida por el cacique Guaratarí.
Fue el primer cacique que tuvo que ver con la Santa Inquisición, debido a su amistad con Juan Fernández, de origen morisco-portugués, quien fue acusado de herejía por el Tribunal Inquisidor y condenado a muerte. Arichuna, que había aceptado la paz, y que se dedicaba al comercio de especias con los españoles, no pudo creer que aquel hombre, de buenos sentimientos pudiera ser un hereje. Trata de interceder en su favor. El Gobernador Juan de Leiva no quiso tomar cartas en el asunto y Arichuna decide salvarle la vida a su amigo, ataca la prisión, en Valencia, y logra liberar a Juan Fernández. Este hecho ocurrió a finales de 1556. Pasado cierto tiempo, obtuvo el perdón, pero su agradecimiento por Arichuna fue tal que jamás abandonó la tribu.
Arichuna vivió muchos años comerciando con los españoles y éstos lo tuvieron siempre en alta estima.
BARUTA
Hijo de Guaicaipuro y de Urquía, Baruta recibe de manos de su madre el penacho con plumas rojas, que había usado su padre, al tiempo que le decía:
"Sean estas plumas rojas el símbolo de la sangre de tu padre y de tu pueblo derramadas por el invasor que viene a arrebatarnos nuestra tierra. Defiéndelas con honor."
Baruta no solo atacaba al enemigo, sino que con frecuencia establecía pactos y alianzas con otras tribus rebeldes y obtenía grandes victorias. Sin embargo, en un enfrentamiento contra los españoles es hecho prisionero y conducido ante Garci González de Silva, que para ese momento era el Regidor del Cabildo, y le explica el plan que tiene España para desarrollar la zona y darle mayor bienestar a sus pobladores. Le ofrece la libertad a cambio de la firma de un tratado de paz aceptado por el cacique.
Baruta fue un gran jefe en la paz, gozó de la máxima consideración de los españoles, respetaron su autoridad y sus tradiciones, cooperaron con él, enseñándole nuevas técnicas ganaderas y de cultivos.
Al morir Baruta fue enterrado con su rito. Más tarde, en 1620, el Gobernador Francisco de La Hoz Berríos, constituyó en su honor, en el sitio donde vivió el cacique, una parroquia con el nombre de San Francisco de Paula de Baruta.
CATIA
El cacique Catia ejercía su mando en el territorio ubicado desde la fila que ocupaban los mariches, siguiendo toda la serranía que circunda a Caracas, hasta el litoral. Le gustaba enseñar a los jóvenes guerreros y entre sus alumnos estaba el inmortal cacique Tiuna. Supo ganarse la amistad de numerosos caciques y jefes de tribus. Fueron sus aliados, entre otros, Guaicaipuro, Mamacuri, Guaicamacuto, Naiguatá, Chacao, Baruta y Prepocunate, con cuya colaboración obtuvo significativas victorias. Derrotó a las huestes de Garci González en el valle de Los Guayabos. Era gran estratega, fue piache, con grandes conocimientos de hechicería, magia y artes curativas.
Cuando murió Guaicaipuro, quiso recomenzar sus proyectos para enfrentar al enemigo y se entrevistó con sus caciques amigos, pero cansados de combatir, desmoralizados por la muerte de Guaicaipuro y después de la batalla de Maracapana, ninguno de ellos quiso volver a los enfrentamientos aborígenes.
Muere en Los Teques, en 1568, luchando contra las tropas de Diego de Losada.
CAYAURIMA
Cacique cumanagoto de formidables atributos para la lucha, logró que numerosas tribus vecinas e incluso lejanas se unieran a la suya en la contienda a muerte contra el invasor.
En 1520, hace frente a los españoles asentados en Nueva Andalucía, hoy Cumaná. En una de esas batallas dan muerte al gobernador, capitán Diego Fernández de Zerpa, primer mandatario español en esa población.
Cayaurima se caracterizó por su cojera, producto de una estocada de lanza recibida en combate. Cae muerto en una celada que los españoles le tendieron, cuando merodeaba un campamento castellano.
CHACAO
Chacao, llamado el Hércules americano, de raza caribe, gobernaba justamente en la región caraqueña que hoy lleva su nombre, pero su dominio iba mucho más allá, acercándose a Los Teques. Su aspecto físico era impresionante, era de gran tamaño, tenía audacia y una capacidad muy especial para preparar ataques tipo comando.
Su cacicazgo lo ejercía con sentido democrático y no se recuerda ninguna injusticia cometida contra su gente. Era respetuoso de las normas y de las tradiciones que regían a su pueblo, inclinándose fuertemente por la ayuda a los más débiles, especialmente niños y mujeres.
Su territorio lo defendió con tesón y empuje. Se alió con Guaicaipuro y participó en la coalición de jefes que durante siete años mantuvieron el control sobre todo el valle de los Caracas y la región montañosa de los indios Teques. En 1567 el indio Chacao se enfrenta a Juan de Gámez, oficial de Diego de Losada, quien lo reduce a prisión. Al saber Losada que el bravo Chacao es su prisionero, decide dialogar con él y recobró su libertad. En 1568 renueva su alianza con Guaicaipuro y con sus hombres acude al sitio de Maracapana, serranía adyacente a Caracas.
Conocida su inclinación a ayudar a los débiles, especialmente a los niños y mujeres, se le hace saber que un capitán llamado Catario había secuestrado a dos indiecitos y que los tenía esclavizados, juró rescatarlos y devolverlos sanos y salvos a su familia. Chacao fue a rescatar a los niños, entró con gran destreza al campamento español y los liberó. Los hombres de Chacao observaron que su jefe estaba gravemente herido, fue atendido de inmediato por su piache, pero ya no había nada que hacer, el cacique había perdido mucha sangre. Su muerte causó un profundo dolor en su pueblo
CHICURAMAY -CAICURIAN
Chicuramay fue uno de los veintitrés caciques que fueron condenados a muerte después de la desaparición de Guaicaipuro, por una cruel decisión de la Alcaldía de Caracas, que deseaba alcanzar rápidamente la pacificación del valle. El alcalde los hizo aprisionar, los juzgó sin pruebas y los condenó a muerte. Chicuramay era un cacique muy joven, valiente y amado por su gente, lo que motivó que uno de sus guerreros, el bravo Cuaicurián, se presentara a los jueces, que eran Pedro Ponce de León y Martín Fernández de Antequera y les afirmara que estaban en un error y que el verdadero cacique Chicuramay era él. Sorprendidos los dos funcionarios por la aseveración, procedieron a interrogarlo y quedaron convencidos, ya que Cuaicurián era un joven fuerte con dotes de mando y con conocimientos de las operaciones de su tribu.
Cuando Chicuramay recibió la noticia de que estaba en libertad, no imaginó nunca la dolorosa razón que la causaba.
Cuaicurián fue torturado por indios mercenarios, al igual que los otros 22 caciques, y al despuntar el alba fue salvajemente asesinado. Era el año 1569. Chicuramay tembló de ira al saber toda la verdad y buscó venganza. Averiguó que el asesino había sido un hombre de apellido Portolés, que trabajaba como asistente de Fernández de Antequera y le quitó la vida.
MARA
Este cacique de trato firme y autoritario, asumía toda la figura autocrática de quien gobierna asistido por poderes sobrenaturales.
Fue caudillo de una vasta región occidental que se extendía desde las orillas del lago conocido como Maracaibo y el río Magdalena, en el límite con lo que hoy día es Cartagena. Los fieros indios motilones conocieron las incursiones de este cacique que consiguió someter a muchas tribus de la región, con las cuales hizo frente al invasor. Perfecto conocedor de la geografía guajira, Mara consiguió ejercer una prolongada resistencia al invasor español.
NAIGUATA
Naiguatá, cacique de la familia caribe, ejercía su dominio a lo largo de una extensa zona costera que partía del río Anare, en los predios del Cacique Guaicamacuto, hasta las costas anzoatiguenses de lo que hoy se conoce como Puerto La Cruz.
Naiguatá, tenia como huéspedes a los soldados de Rodríguez Suárez y uno de ellos, queriendo lucir sus dotes de cazador, hirió de muerte a una gaviota, hecho que encolerizó a Naiquatá, exigiendo la ejecución del agresor y no consiguiendo tal solicitud con Rodríguez Suárez, tomó por asalto el campamento de los soldados y sometió a sentencia al inculpado. Al momento de dar muerte al reo, una bandada de gaviotas hizo acto de presencia Naiguatá interpretó como el perdón de las aves hacia el agresor y lo soltó.
Naiguatá vivió muchos años y pudo conocer muchos de los cambios culturales que impuso el colonizador.
Muere luchando contra un capitán español, que lo captura malherido y lo deja sumirse en su agonía, tratando de negociarle un trato de libertad a cambio de su riqueza. A la muerte de Mara no le sucede ningún otro cacique de su talla, por lo que la región fue prácticamente pacificada.
SOROCAIMA
Algunos historiadores afirman que era guajiro o tequeño de clase guerrera y que llegó a la región de los indios Teques por problemas que tuvo en su propia tribu. Llegò a convertirse en hombre de confianza y uno de los lugartenientes del gran Guaicaipuro y a la muerte de éste, quedó como jefe guerrero bajo el mando de Conopoima
En 1570 participó en los ataques contra la recién fundada Santiago de León de Caracas, bajo el mando de Conopaima y Terepaima. En 1572, Garci González de Silva apresó a Sorocaima, Conopaima seguía resistiendo. Ante este hecho y deseoso de terminar la batalla rápidamente, González decide utilizar a Sorocaima como carnada y dice en alta voz, para que lo escuchen los otros guerreros, que el jefe indio perdería su mano derecha, que le sería amputada, a menos que se rindieran. En este último caso, se perdonaría la vida a todos. Es allí cuando el Jefe Sorocaima, le dice a los guerreros:
Ataquen con fuerza, mis valientes, que los españoles no tienen mucha gente.
Y luego, sin vacilar, estira el brazo para que le amputen la mano derecha, lo cual fue llevado a cabo por oficiales al servicio de Garci González. Sorocaima, en un gesto que reflejaba por igual el valor y la grandeza de su raza, tomó con su izquierda la derecha y, levantándola la ondeó en señal de triunfo. Luego, avanzó hacia sus hombres. Garci González había ordenado su libertad. Sin embargo, al dar la espalda al enemigo uno de los soldados le disparó a traición, quitándole la vida.
TEREPAIMA
Terepaima, cacique de araucos y meregotos, dueño del territorio que limitaba con los Teques, era tenaz como guerrero, ágil y preciso en las conquistas, alcanzó éxito en las batallas contra Rodríguez Suárez. Su dominio alcanzaba el Tuy, San Pedro, Mariches, hasta el territorio que hoy ocupan los estados Miranda, Aragua, parte de Carabobo, Cojedes y parte de Lara.
Terepaima, sabiendo que el español Rodríguez Suárez lo tenía sentenciado a muerte, reunió los indios Paracotos y en un feroz ataque contra los españoles, extinguió la vida de Rodríguez Suárez.
La victoria y el hecho de que Terepaima fuera el que diera muerte a Rodríguez, le creó una aureola de leyenda. Hasta ese momento, había actuado como jefe sin que los piaches de su tribu aprobaran su ascenso a la categoría de cacique. El triunfo de Terepaima sobre el español que mató a Yoraco, le dio argumentos para adquirir el liderazgo que ambicionaba.
La historia de este hombre demuestra que no sólo fue hábil como guerrero, sino que también tenía dotes para la política y para la diplomacia. De hecho, en 1559 negocia con Francisco Fajardo permitiéndole paso por su territorio después de habérselo negado. En 1561 vence a Luis Narváez, que había penetrado en su territorio con propósitos belicosos. Losada se enfrentó con Terepaima en el 67 y no pudo someterlo.
Fue Garci González de Silva quien logró establecer la paz con él, pero el indio muy pronto volvió a la guerra, a defender lo que creía que era suyo y en una cruenta pelea encontró la muerte a mediados de la década del 70.
TIUNA
Intrépido guerrero, nacido en la tribu de los Caracas, creció bajo la tutela del Cacique Catia y se caracterizó por su rigidez y valentía. Su poder lo ejercía en el valle de Los Guayabos, territorio que hoy día es conocido con el nombre de Catia La Mar.
Su dominio se extendió a través de las montañas, limitando con Filas de Mariches y los Valles del Tuy, incluyendo parte del valle de Caracas. Uno de sus hombres de confianza era el guerrero Aramaipuro, conocido como "ponzoña de abeja". Entre sus éxitos se recuerda el de Villa del Collado, hoy Caraballeda, así como el de Cayapa, donde derrota al legendario y cruel Rodríguez Carpio. En 1568 Tiuna reunió casi cuatro mil hombres, unido a los caciques Guaicamacuto y Aricabuto, para dar una pelea decisiva en Maracapana, sabana cercana a Caracas. Para destruir al invasor, estaban los caciques Naiguatá, Uripatá, Anarigua, Mamacuri, Querequemare, Prepocunate, Araguaire, Guarauguta, con siete mil guerreros; Aricabuto y Aramaipuro representaron a la nación mariche al mando de tres mil flecheros.
El gran cacique Guaicaipuro, que debía acudir con dos mil guerreros, no llego al sitio a causa del mal tiempo. Algunos caciques se retiraron, pero otros, motivados a la lucha por el cacique Tiuna decidieron combatir, Losada los enfrentó. La batalla fue desastrosa, los caciques decidieron retirarse.
Tiempo después, Tiuna se dedicó a hostigar implacablemente a todo conquistador. Los exasperados españoles pusieron precio a su cabeza. Y, según algún cronista, un indio traidor, lo atacó con una flecha causándole la muerte.
YARACUY
Hijo del cacique Chilúa y nieto del indómito Yare, comandaba un imperio de más de 500 poblaciones indígenas, conocida como Guadabacoa.
En el momento del Descubrimiento, el inmenso imperio central estaba integrado por otras tribus, tales como, tarananas, yaritagua, acharigua, torondoyes, y zararas.
Otras tribus, entre ellas los macaures y los caripes se aliaron con los españoles para hacerle frente a
Yaracuy.
El conquistador Diego García de Paredes, junto con el capitán Juan de Vargas, intentaron tomar tierra firme e instalarse en el bastión de El Tocuyo, pero Yaracuy los venció en la batalla de Cuyucutúa, en 1552.
Luego es capturado y condenado a muerte, pero consigue desarmar y poner fuera de combate a varios soldados y al fin sucumbió bajo el fuego de los arcabuces.
YORACO
Yoraco en la etimología indígena chama significa zorro o diablo. Este indio nació en el valle de Tácata, siendo aún muy joven, visitó a sus parientes quiriquires ubicados en la costa de lo que hoy se conoce como estado Sucre, en Cariaco.
Allí vio las naves españolas llegando a las playas y descargando productos por hombres de una piel pálida, con armas que nunca antes había imaginado, supo entonces, que su tierra ya no era suya y sintió un deseo obsesivo de luchar para reconquistar sus tierras y la dignidad de su pueblo.
Yoraco comenzó a formarse para el liderazgo. Volvió a Tácata y allí fue protegido y educado por los piaches.
Combatió ferozmente al agresor español. Su objetivo era expulsar a los invasores. Creció su fama de hombre valiente, amparado por el poder sobrenatural que le dieron los piaches. Se supo que tenía un amuleto, especialmente ensalmado para él, que lo protegía de todos los males y peligros.
Los españoles enviaron al capitán Juan Rodríguez Suárez para vencerlo, partió con 200 hombres bien armados y un pelotón de caballería. Yoraco lo esperó en su territorio, la batalla fue dura, sin reglas, sin descanso. Un día ganaba Yoraco y el otro le tocaba la victoria a Rodríguez. Cuando llevaban varios días de enfrentamiento, decidieron los dos líderes resolver la contienda ellos mismos.
La pelea comenzó una mañana de 1561, la lucha fue agotadora hasta que decidieron estrecharse las manos en señal de mutuo respeto y admiración, y luego cada bando se retiró a su respectivo cuartel.
Yoraco, enfrentó nuevamente a Rodríguez Suárez y en el combate murió atravesado por la lanza de un soldado ibérico