En el Codex Gigas, la presentación amplia de la Jerusalén Celestial y el Diablo está seguida por tres conjuros y dos encantos mágicos (folios 290v-291r). Posiblemente están destinados para la protección y como contraparte de la imagen del Diablo en las páginas precedentes. El texto está escrito en caracteres de gran tamaño, sobre un fondo coloreado, justo igual que la confesión de los pecados que precede al despliegue pictórico.
El primer conjuro es contra la enfermedad repentina, y aquí el diablo es tratado con palabras mágicas: puton, purpuron, diranx, celmagis, metton, ardon, lardon, asson y catulon, con un acompañamiento de la señal de la cruz.
Los dos conjuros siguientes son contra estados febriles. Uno de ellos apostrofa las siete hermanas demoníacas de Satan. Ellas tienen que ser expulsadas de “un siervo de Dios” a través de la invocación de varios eventos de la vida de Cristo, aunque también por los ángeles, la Santa Virgen, Juan el Bautista, los Evangelistas, los Apóstoles, los profetas y varios santos.
En la segunda fórmula, el diablo sediento de sangre, Dino, que tiene 150 garras, es conjurado y se le ordena que no haga daño a su víctima y que “duerma como un cordero añero”.
Dos de los encantos mágicos tienen que ver con el robo. Este tipo es conocido tanto por la magia judía como la cristiana. Uno indica cómo atrapar a un ladrón con la ayuda de un medium ("un joven virgen inmaculado"). Sus uñas deben untarse con trece gotitas de aceite, y luego él verá al ladrón en el aceite brillante. El otro encanto nos informa que, para ver en un sueño "el robo que ha ocurrido", hay que asir una carta en la mano izquierda, invocar a Dios por su Sagrado Nombre, también a los arcángeles, y conjurar a los espíritus maléficos para que se vayan a su casa y se duerman.
El primer conjuro es contra la enfermedad repentina, y aquí el diablo es tratado con palabras mágicas: puton, purpuron, diranx, celmagis, metton, ardon, lardon, asson y catulon, con un acompañamiento de la señal de la cruz.
Los dos conjuros siguientes son contra estados febriles. Uno de ellos apostrofa las siete hermanas demoníacas de Satan. Ellas tienen que ser expulsadas de “un siervo de Dios” a través de la invocación de varios eventos de la vida de Cristo, aunque también por los ángeles, la Santa Virgen, Juan el Bautista, los Evangelistas, los Apóstoles, los profetas y varios santos.
En la segunda fórmula, el diablo sediento de sangre, Dino, que tiene 150 garras, es conjurado y se le ordena que no haga daño a su víctima y que “duerma como un cordero añero”.
Dos de los encantos mágicos tienen que ver con el robo. Este tipo es conocido tanto por la magia judía como la cristiana. Uno indica cómo atrapar a un ladrón con la ayuda de un medium ("un joven virgen inmaculado"). Sus uñas deben untarse con trece gotitas de aceite, y luego él verá al ladrón en el aceite brillante. El otro encanto nos informa que, para ver en un sueño "el robo que ha ocurrido", hay que asir una carta en la mano izquierda, invocar a Dios por su Sagrado Nombre, también a los arcángeles, y conjurar a los espíritus maléficos para que se vayan a su casa y se duerman.