Cualquiera de nosotros puede observar en si mismo cambios imprevistos de fortuna suerte, amor,… La vida humana es un complejo entramado de acontecimientos que en muchas ocasiones tratamos vanamente de controlar, de la noche a la mañana podemos dar un giro tan brusco y repentino a nuestras vidas que no podemos percibirlo con la debida anticipación.
Resulta difícil definir correctamente a la astrología, una de las disciplinas herméticas más antiguas de la humanidad, ya los antiguos hombres primitivos miraba al cielo con aire atemorizado como si de dioses se tratase.
Aunque parezca mentira mucha gente hoy en día, confunde la astrología con la astronomía.
El astrónomo estudia tan solo los nexos físicos entre los cuerpos celestes y su comportamiento físico-químico.
El astrólogo sin embargo analiza los vínculos presumibles entre los planetas y el resto de los astros, analiza el entorno psicológico y social y como repercute en el ser humano.
La astronomía es una ciencia positiva y racionalista, sin embargo la astrología es un arte fascinante.
Sea como fuere, nadie puede negar la clara influencia que la astrología tiene sobre nuestra sociedad. Estudios de opinión pública desvelan que alrededor de un 50 por ciento de la población cree en el horóscopo, un 72 por ciento conoce su propio signo zodiacal. De ahí su importancia en la vida de muchas personas aun en el siglo veintiuno.
Pero como todo arte, requiere un concepto serio, todavía muchas personas tratan de desprestigiar la astrología, unos negándola sin más aferrándose a lo supuestamente tangible y material, otros haciendo falsos horóscopos y publicándolos en los periódicos como si de recetas se tratase.
La astrología estudia la forma desconocer y predecir el destino de las personas, y con ese conocimiento pronosticar los sucesos de un futuro a corto y medio plazo. Todo esto se realiza mediante la observación de la posición y el movimiento de los astros. Las posiciones de estos ejercen influencia o determinan de forma básica y en origen la personalidad de la gente, los sucesos importantes de sus vidas, e incluso sus características físicas.
Los orígenes de la astrología se mezclan con los de la astronomía, ya que prácticamente en todos los tiempos de la antigüedad se ha acudido a los astros y los planetas para predecir el destino de los seres humanos.
La astrología, nació en Babilonia hace más de 5000 años. Podíamos decir que era una mezcla de ciencia, religión y diversas creencias. La parte científica estudiaba la evolución de los astros a lo largo del tiempo, y detectaba y determinaba la concurrencia de ciertos eventos, fenómenos naturales. La parte religiosa intentaba determinar relaciones entre los eventos del cosmos y los sucesos terrenales como ciertos acontecimientos que regían los destinos de los pueblos (guerras, etc.)
La observación del cielo proporcionó grandes instrumentos de cálculo y las bases de la astronomía y astrología actual, de las que destaca lo que llamamos hoy en día horóscopo, por otra parte ya desfasado puesto que las estrellas sí se mueven, aunque despacio, a lo largo del tiempo. Otras culturas desarrollaron su propia astrología, y aunque se combinaron durante toda la edad antigua conservaron sus diferencias.
Ptolomeo revive la división clásica zoroástrica dándole una precisión astronómica a la división del cielo en 12 sectores. En China, de manera independiente, se desarrolló también una astrología, similar en algunas cosas a la occidental y distinta en otras muchas.
La astrología occidental determina que, el destino de cada ser humano se vería afectado en gran medida por el influjo de la posición de los astros, en el momento y lugar de su nacimiento, a partir de los cuales se obtiene su carta astrológica. El movimiento de los astros marcaría la tendencia de individuos, e incluso de grupos, países, negocios, etc.
Lo que determina el signo astrológico de una persona es la posición relativa del Sol respecto de las constelaciones zodiacales, todo esto sucede en el momento en el una persona llega a este mundo.
Las constelaciones son grupos de pocas estrellas con las cuales el hombre se ha hecho un mapa cósmico para poder ubicarse en el cielo, para el cálculo de la carta Astral se suponen fijas. La eclíptica, que es el plano por el que se traslada la Tierra respecto al Sol, es especialmente importante para la astrología.
A diferencia de lo que se piensa habitualmente, la astrología no se reduce a la definición psicológica de los nativos de los signos zodiacales. Muestra por el contrario una compleja estructura de la que forman parte las posiciones de todos los planetas, junto con el Sol y la Luna, según la visión aparente que tenemos de ellos desde la Tierra.
Cada uno de los planetas corresponde a un arquetipo que se relaciona con el signo en el que está emplazado, fusionándose las características de ambos.
Lo mencionado se relaciona con lo que en astrología recibe el nombre de carta astral nativa. Aunque la formación de ésta tiene en cuenta por otra parte, los ángulos que forman los planetas con la Tierra en un momento dado, unos respecto de otros, y que reciben el nombre de «aspectos».
En último lugar diremos que la carta astral tiene su estructura en las casas astrológicas, que corresponden a la división de la superficie de nuestro planeta en doce secciones, las doce casas.
La marca astrológica que da paso en el gráfico astral a la primera casa, es bien conocida por su nombre, el «ascendente». Se trata del signo que asciende por el horizonte en la fecha y hora de nuestro nacimiento
La astrología occidental no usa el fondo de las estrellas fijas como referencia, sino que divide la eclíptica en doce segmentos iguales, de 30 grados cada uno, empezando por el equinoccio vernal y asignándoles los nombres de las antiguas constelaciones zodiacales, empezando por Aries.
El equinoccio vernal es el punto de referencia a partir del cual se realizan medidas sobre la eclíptica y sobre el ecuador celeste. A causa de la precesión de los equinoccios, en la actualidad, el segmento del zodiaco conocido como Aries se sitúa, en realidad, sobre la constelación de Piscis.
Resulta difícil definir correctamente a la astrología, una de las disciplinas herméticas más antiguas de la humanidad, ya los antiguos hombres primitivos miraba al cielo con aire atemorizado como si de dioses se tratase.
Aunque parezca mentira mucha gente hoy en día, confunde la astrología con la astronomía.
El astrónomo estudia tan solo los nexos físicos entre los cuerpos celestes y su comportamiento físico-químico.
El astrólogo sin embargo analiza los vínculos presumibles entre los planetas y el resto de los astros, analiza el entorno psicológico y social y como repercute en el ser humano.
La astronomía es una ciencia positiva y racionalista, sin embargo la astrología es un arte fascinante.
Sea como fuere, nadie puede negar la clara influencia que la astrología tiene sobre nuestra sociedad. Estudios de opinión pública desvelan que alrededor de un 50 por ciento de la población cree en el horóscopo, un 72 por ciento conoce su propio signo zodiacal. De ahí su importancia en la vida de muchas personas aun en el siglo veintiuno.
Pero como todo arte, requiere un concepto serio, todavía muchas personas tratan de desprestigiar la astrología, unos negándola sin más aferrándose a lo supuestamente tangible y material, otros haciendo falsos horóscopos y publicándolos en los periódicos como si de recetas se tratase.
La astrología estudia la forma desconocer y predecir el destino de las personas, y con ese conocimiento pronosticar los sucesos de un futuro a corto y medio plazo. Todo esto se realiza mediante la observación de la posición y el movimiento de los astros. Las posiciones de estos ejercen influencia o determinan de forma básica y en origen la personalidad de la gente, los sucesos importantes de sus vidas, e incluso sus características físicas.
Los orígenes de la astrología se mezclan con los de la astronomía, ya que prácticamente en todos los tiempos de la antigüedad se ha acudido a los astros y los planetas para predecir el destino de los seres humanos.
La astrología, nació en Babilonia hace más de 5000 años. Podíamos decir que era una mezcla de ciencia, religión y diversas creencias. La parte científica estudiaba la evolución de los astros a lo largo del tiempo, y detectaba y determinaba la concurrencia de ciertos eventos, fenómenos naturales. La parte religiosa intentaba determinar relaciones entre los eventos del cosmos y los sucesos terrenales como ciertos acontecimientos que regían los destinos de los pueblos (guerras, etc.)
La observación del cielo proporcionó grandes instrumentos de cálculo y las bases de la astronomía y astrología actual, de las que destaca lo que llamamos hoy en día horóscopo, por otra parte ya desfasado puesto que las estrellas sí se mueven, aunque despacio, a lo largo del tiempo. Otras culturas desarrollaron su propia astrología, y aunque se combinaron durante toda la edad antigua conservaron sus diferencias.
Ptolomeo revive la división clásica zoroástrica dándole una precisión astronómica a la división del cielo en 12 sectores. En China, de manera independiente, se desarrolló también una astrología, similar en algunas cosas a la occidental y distinta en otras muchas.
La astrología occidental determina que, el destino de cada ser humano se vería afectado en gran medida por el influjo de la posición de los astros, en el momento y lugar de su nacimiento, a partir de los cuales se obtiene su carta astrológica. El movimiento de los astros marcaría la tendencia de individuos, e incluso de grupos, países, negocios, etc.
Lo que determina el signo astrológico de una persona es la posición relativa del Sol respecto de las constelaciones zodiacales, todo esto sucede en el momento en el una persona llega a este mundo.
Las constelaciones son grupos de pocas estrellas con las cuales el hombre se ha hecho un mapa cósmico para poder ubicarse en el cielo, para el cálculo de la carta Astral se suponen fijas. La eclíptica, que es el plano por el que se traslada la Tierra respecto al Sol, es especialmente importante para la astrología.
A diferencia de lo que se piensa habitualmente, la astrología no se reduce a la definición psicológica de los nativos de los signos zodiacales. Muestra por el contrario una compleja estructura de la que forman parte las posiciones de todos los planetas, junto con el Sol y la Luna, según la visión aparente que tenemos de ellos desde la Tierra.
Cada uno de los planetas corresponde a un arquetipo que se relaciona con el signo en el que está emplazado, fusionándose las características de ambos.
Lo mencionado se relaciona con lo que en astrología recibe el nombre de carta astral nativa. Aunque la formación de ésta tiene en cuenta por otra parte, los ángulos que forman los planetas con la Tierra en un momento dado, unos respecto de otros, y que reciben el nombre de «aspectos».
En último lugar diremos que la carta astral tiene su estructura en las casas astrológicas, que corresponden a la división de la superficie de nuestro planeta en doce secciones, las doce casas.
La marca astrológica que da paso en el gráfico astral a la primera casa, es bien conocida por su nombre, el «ascendente». Se trata del signo que asciende por el horizonte en la fecha y hora de nuestro nacimiento
La astrología occidental no usa el fondo de las estrellas fijas como referencia, sino que divide la eclíptica en doce segmentos iguales, de 30 grados cada uno, empezando por el equinoccio vernal y asignándoles los nombres de las antiguas constelaciones zodiacales, empezando por Aries.
El equinoccio vernal es el punto de referencia a partir del cual se realizan medidas sobre la eclíptica y sobre el ecuador celeste. A causa de la precesión de los equinoccios, en la actualidad, el segmento del zodiaco conocido como Aries se sitúa, en realidad, sobre la constelación de Piscis.