No Tomar la Vida tan en Serio
Los discipulos esperaban ansiosos la llegada de un famoso Maestro y, como su visita era poco frecuente, se dedicaron a preparar las preguntas que iban a hacerle.
Cuando al fin llegó, se reunieron en el templo y la tensión era extrema, pues nadie sabia por dónde comenzar la conversación... Al principio el Maestro no dijo nada, los miraba fijamente a los ojos, luego empezó a sonreír y la tensión desapareció, todos en el salón lo imitaron. Entonces el santo comenzó a reír y todos rieron, rieron y rieron por largo rato... sin saber por qué, la risa era contagiosa y progresiva. Transcurrió mucho tiempo hasta que dejaron de reírse y todos se sentaron a disfrutar de la deliciosa paz que invadía el recinto, pues no había diferencias que los separaran, eran sólo uno.
Entonces el santo pronuncio sus únicas palabras de esa noche: "Espero haber respondido satisfactoriamente a todas vuestras preguntas" y rió de nuevo y todos rieron con él.
La alegría y la espontaneidad anularon al ego y cuando el ego muere muchos problemas desaparecen con él y donde no hay ego, está el amor, están las respuestas y está Dios.
Es importante que aprendamos a soltar... a bajar las defensas que construimos y mantuvimos por tanto tiempo para defendernos de los demás y de algunas circunstancias de la vida. Es tiempo de cambiar nuestra dinámica de vivir, para abrirnos de nuevo a experimentar y saborear las situaciones nuevas que nos ofrece el universo día a día.
Perdamos el miedo a hacer el ridículo. Mostrémonos tal cual somos, seamos auténticos, hagamos de un momento difícil algo divertido para los demás y para nosotros, busquemos siempre el lado amable de la vida. Somos dados a dramatizar y a fijar nuestra atención en el aspecto difícil y doloroso de nuestra vida. Así que despojémonos de esa careta de frialdad y apariencia, saludemos, sonriamos, atrevámonos a ser nosotros mismos sin miedo al qué dirán, busquemos el lado positivo, bello y divertido de la vida.
Herramientas
No alardees. No exageres ni seas ostentoso frente a los demás, acerca del éxito que has alcanzado. Si lo haces, parecerás una persona engreída y tus amigos, conocidos o familiares se sentirán agredidos por tu actitud. Evita herir susceptibilidades que solo producen envidias y celos. Quien siembra vientos obtendrá tempestades.
Actúa con simpatía. Pon el mundo a tu favor, cuando te ríes de ti, dejas de ser una amenaza para la estima y el ego de los demás. Recuerda que dentro de cada uno de nosotros existen miedos y debilidades que nos hacen sentir vulnerables, muchas veces resulta muy tranquilizador que otro se muestre igual a nosotros y que en vez de esconder sus defectos se ría de ellos, es una demostración de salud mental y de un espíritu libre.
No seas solemne, sé ligero. Cuando evitamos tomar la vida muy en serio y acudimos al sentido del humor para encontrarle la parte divertida a la situación por dura que ésta sea, el buen humor nos sirve de catalizador para suavizarla y al final poder solucionarla sin que nos afecte ni nos marque tan profundamente.
Se auténtico: No imites a nadie, limítate a ser tú mismo con tranquilidad y confianza, evita aparentar ser quien en realidad no eres, vive tu vida con sencillez y sé transparente en todo momento, busca la felicidad en los aspectos sencillos y esenciales de la vida. Vivir con la verdad, te asegura no tropezarte más adelante con las mentiras que hayas dicho en tu vida.
No busques lástima de los demás. Si las cosas van mal no te recrees en tu miseria, levántate, no busques culpables, no te justifiques buscando siempre una excusa para tus errores. Toma la responsabilidad de tu vida, reconoce tus errores y asume el compromiso de corregirlos para no volverlos a cometer. Búscale el lado amable a la situación, esto te servirá para tomar un poco de distancia y restarle gravedad a la situación que enfrentas. Mantén el entusiasmo, fortalece tu estima personal, recupera la confianza en ti mismo, fomenta el buen humor y conecta a la fe en tu interior. Si te preguntan: ¿Cómo estás? Responde sonriendo: Bien, pues podría estar peor.
Evita tomar la vida tan en serio, vamos... deja de sufrir, ábrete a la posibilidad de encontrar el lado positivo que también tiene la situación por la que atraviesas. Aprender a reírnos de nuestra actitud, y de algunas de las situaciones aparentemente difíciles que enfrentamos, hará que podamos salir de ellas con menos heridas emocionales que sanar. A veces la vida puede ser demasiado dura... para tomarla en serio.
Cuando al fin llegó, se reunieron en el templo y la tensión era extrema, pues nadie sabia por dónde comenzar la conversación... Al principio el Maestro no dijo nada, los miraba fijamente a los ojos, luego empezó a sonreír y la tensión desapareció, todos en el salón lo imitaron. Entonces el santo comenzó a reír y todos rieron, rieron y rieron por largo rato... sin saber por qué, la risa era contagiosa y progresiva. Transcurrió mucho tiempo hasta que dejaron de reírse y todos se sentaron a disfrutar de la deliciosa paz que invadía el recinto, pues no había diferencias que los separaran, eran sólo uno.
Entonces el santo pronuncio sus únicas palabras de esa noche: "Espero haber respondido satisfactoriamente a todas vuestras preguntas" y rió de nuevo y todos rieron con él.
La alegría y la espontaneidad anularon al ego y cuando el ego muere muchos problemas desaparecen con él y donde no hay ego, está el amor, están las respuestas y está Dios.
Es importante que aprendamos a soltar... a bajar las defensas que construimos y mantuvimos por tanto tiempo para defendernos de los demás y de algunas circunstancias de la vida. Es tiempo de cambiar nuestra dinámica de vivir, para abrirnos de nuevo a experimentar y saborear las situaciones nuevas que nos ofrece el universo día a día.
Perdamos el miedo a hacer el ridículo. Mostrémonos tal cual somos, seamos auténticos, hagamos de un momento difícil algo divertido para los demás y para nosotros, busquemos siempre el lado amable de la vida. Somos dados a dramatizar y a fijar nuestra atención en el aspecto difícil y doloroso de nuestra vida. Así que despojémonos de esa careta de frialdad y apariencia, saludemos, sonriamos, atrevámonos a ser nosotros mismos sin miedo al qué dirán, busquemos el lado positivo, bello y divertido de la vida.
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No alardees. No exageres ni seas ostentoso frente a los demás, acerca del éxito que has alcanzado. Si lo haces, parecerás una persona engreída y tus amigos, conocidos o familiares se sentirán agredidos por tu actitud. Evita herir susceptibilidades que solo producen envidias y celos. Quien siembra vientos obtendrá tempestades.
Actúa con simpatía. Pon el mundo a tu favor, cuando te ríes de ti, dejas de ser una amenaza para la estima y el ego de los demás. Recuerda que dentro de cada uno de nosotros existen miedos y debilidades que nos hacen sentir vulnerables, muchas veces resulta muy tranquilizador que otro se muestre igual a nosotros y que en vez de esconder sus defectos se ría de ellos, es una demostración de salud mental y de un espíritu libre.
No seas solemne, sé ligero. Cuando evitamos tomar la vida muy en serio y acudimos al sentido del humor para encontrarle la parte divertida a la situación por dura que ésta sea, el buen humor nos sirve de catalizador para suavizarla y al final poder solucionarla sin que nos afecte ni nos marque tan profundamente.
Se auténtico: No imites a nadie, limítate a ser tú mismo con tranquilidad y confianza, evita aparentar ser quien en realidad no eres, vive tu vida con sencillez y sé transparente en todo momento, busca la felicidad en los aspectos sencillos y esenciales de la vida. Vivir con la verdad, te asegura no tropezarte más adelante con las mentiras que hayas dicho en tu vida.
No busques lástima de los demás. Si las cosas van mal no te recrees en tu miseria, levántate, no busques culpables, no te justifiques buscando siempre una excusa para tus errores. Toma la responsabilidad de tu vida, reconoce tus errores y asume el compromiso de corregirlos para no volverlos a cometer. Búscale el lado amable a la situación, esto te servirá para tomar un poco de distancia y restarle gravedad a la situación que enfrentas. Mantén el entusiasmo, fortalece tu estima personal, recupera la confianza en ti mismo, fomenta el buen humor y conecta a la fe en tu interior. Si te preguntan: ¿Cómo estás? Responde sonriendo: Bien, pues podría estar peor.
Evita tomar la vida tan en serio, vamos... deja de sufrir, ábrete a la posibilidad de encontrar el lado positivo que también tiene la situación por la que atraviesas. Aprender a reírnos de nuestra actitud, y de algunas de las situaciones aparentemente difíciles que enfrentamos, hará que podamos salir de ellas con menos heridas emocionales que sanar. A veces la vida puede ser demasiado dura... para tomarla en serio.