En mi experiencia mi estimad@
En los altares del culto es la conducta de las personas y su visión de las cosas lo que provee las condiciones para que exista dicha fuerza espiritual, muchos elementos proveen una fuente temporal de esa energía como lo pueden ser las velas e incluso el licor, pero esas fuentes no son estables, cuando yo forme parte de las filas del culto eramos cuatro personas muy bien encaminadas, con una ética y pensamientos muy positivos, obedientes y ejemplos del evangelio de Jesús con lo cual nosotros sin mucho elemento teníamos mucha energía espiritual, es la moral de la persona la que condiciona al individuo para que sea un canal mas accesible a una fuerza en concreto y con ello era mas que suficiente que en ese espacio nos pusiéramos unos junto al otro para que enseguida todos perdiéramos el control de la situación de lo intenso que se tornaban los fluidos, recuerdo yo que apenas las próximas semanas de haber sido iniciado con mis ojos abiertos me tomaban por completo y por mucho esfuerzo no podía detenerlo. Por ultimo anexo algo que los mismos espíritus del culto dijeron en una ocasión "
los verdaderos altares del culto son ustedes" por lo tanto ese cuerpo donde vive tu propio espíritu es el templo de Dios donde se le rinde culto a todo aquello que se relaciona con él. Si en un altar no hay fuerza espiritual simplemente hay que hacer evaluación de lo que están haciendo las personas que frecuentan ese lugar ya que cuando los espíritus buenos se retiran de esos espacios es porque hay situaciones con las que no están de acuerdo.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.