Juan Salazar, prestó su servicio militar en el Cuartel “Naverán”, en la década de los años veinte, en esa época el Distrito estaba sembrado de cuarteles y eran severísimas las penas que aplicaban a los desertores, el reglamento más que inflexible era inhumano, para quienes lo infringiera. Un día, Salazar llegó regreso tarde, y preocupado por el terrible dilema, castigo o fuga. Se decide por esta última alternativa y se interna en unos parajes marginales. El soldado, consciente de que alguna patrulla de militares lo estaría buscando y que su cobardía se pagaba con seis meses de castigo físico y tortura mental, queda confinado al aislamiento por seis meses, sin agua y sin comida, lo que le deja debilitado y muy enfermo. Era la época de aquel general caricaturesco, de mostachos abundantes que gobernó el país y respondía por el nombre de Juan Vicente Gómez.
Dice la leyenda que unas señoras que cortaban leña por el fundo “San Rafael” cercano a una siembra de cacao, le encuentran desnudo y hambriento, con una vara del fruto citado en la mano, pero a pesar del miedo que causaba su maltrecha figura, lo ayudaron suministrándole agua y alimentos, intentaron alejarse del sitio, pero más pudo la piedad cristiana y curiosidad femenina, para retornar y acercarse al desconocido quien a las preguntas que le hicieran, respondió llamarse Juan Antonio Salazar ser nativo de San Juan de los Morros y desertor de “Naverán”. Luego un soplón de la hacienda llevó la novedad al cuartel y unos soldados lo trasladaron moribundo a Naverán. Allí moriría tres días después. El 3 de diciembre de 1928.
El 28 de febrero de 1.937, se efectuó en la Santa Iglesia Parroquial,Nuestra Señora del Rosario, un funeral en honor al extinto, rindiendo homenaje de respeto y diciendo la oración fúnebre al pie del panteón, el padre Dr. Miguel Palao Rico, cura párroco quien se refirió: a la vida religiosa del personaje y su devoción por la Virgen del Carmen a quien rendía tributo en sus horas francas.
Afines de 1.953, (3 de diciembre) con motivo de cumplirse 25 años de su muerte, la señora Matilde Gutiérrez, gran devota del ánima de Juan Salazar y para dar cumplimiento a promesas ofrecidas le hizo construir totalmente un nuevo panteón o capilla, en el Cementerio Municipal de la población de Güigüe, que hoy en día es visitada por muchos fieles creyentes a rendirle tributo y dar gracias por los favores concedidos.
Dice la leyenda que unas señoras que cortaban leña por el fundo “San Rafael” cercano a una siembra de cacao, le encuentran desnudo y hambriento, con una vara del fruto citado en la mano, pero a pesar del miedo que causaba su maltrecha figura, lo ayudaron suministrándole agua y alimentos, intentaron alejarse del sitio, pero más pudo la piedad cristiana y curiosidad femenina, para retornar y acercarse al desconocido quien a las preguntas que le hicieran, respondió llamarse Juan Antonio Salazar ser nativo de San Juan de los Morros y desertor de “Naverán”. Luego un soplón de la hacienda llevó la novedad al cuartel y unos soldados lo trasladaron moribundo a Naverán. Allí moriría tres días después. El 3 de diciembre de 1928.
El 28 de febrero de 1.937, se efectuó en la Santa Iglesia Parroquial,Nuestra Señora del Rosario, un funeral en honor al extinto, rindiendo homenaje de respeto y diciendo la oración fúnebre al pie del panteón, el padre Dr. Miguel Palao Rico, cura párroco quien se refirió: a la vida religiosa del personaje y su devoción por la Virgen del Carmen a quien rendía tributo en sus horas francas.
Afines de 1.953, (3 de diciembre) con motivo de cumplirse 25 años de su muerte, la señora Matilde Gutiérrez, gran devota del ánima de Juan Salazar y para dar cumplimiento a promesas ofrecidas le hizo construir totalmente un nuevo panteón o capilla, en el Cementerio Municipal de la población de Güigüe, que hoy en día es visitada por muchos fieles creyentes a rendirle tributo y dar gracias por los favores concedidos.