CÓDIGO DE CONDUCTA PARA
UN DISCÍPULO DEL ESPÍRITU SANTO



1. Estar consciente siempre de que aspiras a la completa expresión de Dios, y dedicar todo ser y tu servicio a este fin, expresando también en el primer mandamiento.

2. Aprende la lección de inocuidad. ni por palabra, ni pensamiento, ni sentimiento inflijas mal en ninguna parte de vida. sabe que acción y violencia física son solamente la menor parte del  pecado de expresión dañina.

3. No resuelvas el mar de la emoción de un hermano, ni inconscientemente ni deliberadamente. Sabe que la tormenta en lo cual has puesto su espíritu, tarde o temprano fluirá a la orilla de tu propia vida; más bien trae tranquilidad a la vida, y se, como dicen las Salmos, “aceite en las aguas turbulentas”.

4. No sientas desilusión personal. que la autojustificación nunca revele que te amas a ti mismo(a) más que la armonía del Universo. Si tienes razón, no hay necesidad de proclamarlo, si estás equivocado, reza por perdón. Vigilándote a ti mismo(a) encontrarás la marca de indignación entre las más sutiles sombras del sendero de rectitud, llamado “Autovirtuosidad”.

5. Camina suavemente a través del universo, sabiendo que al cuerpo es un templo en el cual vive el Espíritu Santo, que trae Paz e Iluminación a la vida en todas partes. mantén tu templo siempre en una manera respetuoso y limpia como pertenece a la habitación del Espíritu de la Verdad. respeta y honra en dignidad todos los otros templos, sabiendo que muchas veces dentro de un exterior crudo brilla una Gran Luz.

6. en la presencia de la Naturaleza, absorbe las bellezas y regalos de su Reino en suave gratitud. No la afectes con pensamientos o emociones viles o por actos físicos que deshagan su belleza virgen.

7. No formules ni ofrezcas opiniones al menos que seas invitado a hacerlo, y entonces solamente después e la oración e invocación silenciosa para ser guiado.

8. Habla cuando Dios decida decir algo a través de ti. Por lo demás quédate pacíficamente silencioso.

9. Haz en el ritual de tu vivir la observación de las reglas de Dios, tan de incógnito que ningún hombre sepa que aspiras a la Divinidad por  si la fuerza de tu voluntad externa puede ser puesto contra ti, o por si tu servicio sea manchado de orgullo.

10. Deja que tu corazón sea una canción de gratitud que le Más Alto ha dado al espíritu de la Vida, que a través de ti, escoge ensanchar los bordes de Su Retiro.

11. estar alerta siempre para usar tus facultades y los regalos prestados a ti por el Padre de toda la vida, en una manera para extender Su Reino.

12. No reclames nada para ti mismo, ni poderes, ni privilegios, no más de lo que reclamas el aire que respiras o el Sol que usas libremente sabiendo que todo pertenece a Dios.

13. Sé gentil en el habla y en la acción, pero con la dignidad que siempre acompañe la Presencia del Dios Viviente que está dentro del templo.

14. Constantemente pon todas las facultades de tu ser, y todo el envolvimiento interno de tu naturaleza, a los pies del Poder Divino, especialmente cuando trates de manifestar perfección a través de un afligido

15. Que tus palabras guías sean gentileza, humildad y servicio amoroso, pero no dejes que la impresión de humildad sea tomada por letargo.

El servidos del Señor, como el Sol en el Cielo, está eternamente vigilando y constantemente dando los regalos que están a su particular cuidado.