De acuerdo a la Codificación que contiene a la Doctrina Espirita sintetizada por Allan Kardec, los Espíritus de personajes célebres, ampliamente conocidos por haber sido prodigios en las ciencias, filosofía y religión, existe la reencarnación y la pluralidad de mundos en los que los Espíritus de acuerdo a su compatibilidad probatoria y existencial, asumen el rol de animar una vida y experimentar experiencias que le harán más sabio y conocedor a la vez que impulsará, en mayor o menor grado, el progreso de ese mundo según sea su voluntad.
Estos mundos pueden ser primitivos en los que los Espíritus tienen sus primeras encarnaciones como individuos físicos y en los que prevalece el instinto de conservación y los instintos y no las facultades intelectuales; mundos de expiación y pruebas en los que existe un desbalance entre el bien y el mal siendo este último el que prevalece en cuanto a las inclinaciones de la índole de su población, donde las facultades intelectuales empiezan a crecer pero todavía prevalecen los bajos instintos traídos del pretérito; mundos de regeneración en los que el desbalance entre el bien y el mal se ha deshecho y empieza a equilibrarse, acá el hombre posee igualdad instintiva e intelectual y el peor de los individuos se distribuye en un 50% civilización y 50% barbarie; mundos dichosos en los que el raciocinio ha vencido y ha ejercido un control sobre los instintos creando desbalance entre el bien y el mal pero en esta ocasión a favor del bien y finalmente mundos celestiales o divinos en los que las Leyes Espirituales han establecido la prohibición de que Espíritus con maldad puedan asumir un cuerpo.
Todo este proceso de evolución ocurre en todos los mundos así como en su población, empezando todos desde la fase primitiva y llegando finalmente a la fase celestial o divina. Estos mundos sufren reformas de sus Leyes Espirituales con lo cual el destino de los mismos se halla sujeto al Gobierno Sideral, o la tan respetada y bien llamada “voluntad de Dios”.
La responsabilidad de hacer progresar estos mundos y hacer funcionar la población está sobre los hombros de la población misma, los cuales de acuerdo a su voluntad, progresan o se estancan, creando condiciones de dicha y desdicha de manera cíclica.
Periódicamente los Espíritus más renuentes al progreso son barridos e impedidos de asumir la vida mientras que legiones de Espíritus que han evolucionado más rápido, retoman los cuerpos impulsando el progreso, educando y sensibilizando a los demás.
La Tierra, nuestro mundo, es un mundo joven situado en la evolución como un mundo de expiación y pruebas, que nos muestra en su pasado breve, la fase primitiva de la Humanidad en que los hombres salvajes nada más se ocupaban de la conservación personal y la reproducción imitando la vida de los animales y con pequeños progresos hacia la civilización. Hoy, situados en pleno siglo XXI nos encontramos en un periodo de la historia en que hombres buenos y pasivos se hallan conviviendo y sufriendo junto a la influencia de los hombres malos, que se hallan por egocentrismo, encarnados entre los hombres civilizados suponiendo tener la capacidad de progresar pero en cierto momento de su encarnación han despertado los instintos primitivos que los conduce a las actitudes más bajas incluyendo la crueldad y el homicidio.
Una Humanidad en los que muchos, especialmente los más jóvenes, quieren volcarse hacia el altruismo y crecen con grandes anhelos de contribuir a disminuir el sufrimiento el colectivo, a transmitir un buen legado y mejorar la calidad de vida. Una Humanidad sensible que se muestra incompatible a los hábitos que eran parte normal de los Espíritus que envejecidos, dejaron su época atrás y que persiguen ocultar y no saber en nada de las hazañas del mal en este, nuestro mundo; personas que repudian la destrucción hacia las otras criaturas para resguardar su salud mental y relegan a los que se hallan evolutivamente más familiarizados con esas actividades, la función de criar y matar en los infernales sistemas de producción y explotación a los animales que tan generosamente se han introducido a las casas objetivando que envejezcan junto a nosotros y que mueran seniles sin comprometimiento de nuestra consciencia o que levanten cacería sobre los malhechores, violadores, asesinos, que corrompen la paz y que competitivos transmiten su legado convenciendo al mundo que son héroes a respetar e imitar.
Llevo años escuchando frente a esta realidad la refuta de que nuestra Humanidad ni nuestro mundo se halla sujeto a las características que definen al tipo de Espíritus y destino sujeto a un mundo de expiación y pruebas, sin embargo, esta negativa, según observo, está sujeta también al ego de individuos que piensan a sí mismos como buenos samaritanos muy a pesar de que tienen mentes perversas y corazones ennegrecidos que a su paso, en el mejor de los casos, dejan sólo lágrimas.
¿En qué situación colocaría usted al planeta Tierra de acuerdo a la calidad humana que posee nuestra civilización? ¿Crueles o misericordiosos? ¿Sectarios o fraternos? ¿Flojos o trabajadores? Cada uno de los aspectos en que podemos evaluarnos, todavía en nuestra Humanidad se halla sujeta a una dualidad en donde todos poseemos en mayor o menor grado, un índice de maldad y que representa nuestro propio desbalance; si somos más buenos que malos, aportamos porcentaje al bien pero si somos neutros o inclinados hacia la maldad, no contribuimos en nada o sencillamente, perjudicamos.
En mis años de vida yo no he alcanzado a comprender ni asimilar qué pensamientos y sentimientos han de sentir los individuos que sucumben ante la crueldad. Me confieso como una persona impulsiva, altanera y violenta que, sin embargo, ha controlado más o menos estas malas inclinaciones en pro del bienestar ajeno a lo largo de mi vida, y todavía así me encuentro perturbado por saber de las cosas que las personas hacen a otras personas, y sólo me estoy refiriendo hasta ahora a cosas cotidianas como es mentir, la infidelidad, jugar con las emociones ajenas, la traición, humillación, el maltrato directo, etc., cuando veo situaciones en las que choca, nada más puedo decir: “¡oh Dios…, perdóname por lo que soy, sólo soy un hombre!”.
El destino de las almas en un mundo de expiación y pruebas es sufrir una existencia en la que debe perseverar en la rectitud, resistiendo las tentativas e insinuaciones que proliferan en una sociedad mayormente mala y que se halla bajo el dominio de Espíritus de su misma índole. Es decir, es un destino donde almas en pro de adelantar incursionan en un mundo dominado mayormente por malos Espíritus, malas energías y por ende, gobernada por malas personas (sino reflexionen sobre las facilidades y resguardo que poseen los líderes de las naciones que se sitúan como verdugos que planifican e imponen toda clase de penas a su población) en donde nuestra prueba consiste en exponernos al mal y prevalecer en el bien, a la vez que sufrimos la venganza del mal por nuestro rechazo a adoptar sus sistemas.
Aquí explicamos la situación general que indigna a tantas personas cada vez que siendo honestos se encuentran con toda clase de injusticias y cuestionan la Justicia de Dios reclamando: “¿por qué si soy recto y consciente, me esfuerzo por hacer bien me ocurre lo malo siempre?”. Acá es donde observamos el odio inmerecido de desconocidos hacia personas inofensivas que conduce a estos dañinos sujetos a realizar esfuerzos colosales para finalmente torturar, asesinar y descuartizar a estas personas desconociendo el daño que causan a todos los que le guardan afecto y le recuerdan con mucho amor y generosidad. Acá es donde vemos predominar la enfermedad, pobreza, humillación, indiferencia, etc., hacia estas personas que nadie quiere emplear, que nadie quiere amar, que nadie quiere cuidar, a los que ocasionalmente les llegará la caridad, y a los que, pese a ser entregados para darlo todo, hasta las ofertas de trabajo los sitúa en la condición mártires y peligro como individuos de desecho. ¿Exagero esta realidad?
Siempre cuento a las personas que cuando yo era muy niño, cuando apenas tenía unos años de edad e iba al kínder, a las 3 de la madrugada me despertaba con una fuerte crisis de llanto repitiendo palabras que nadie entendía – incluso yo no las entendí sino hasta la madurez – y esas palabras eran “¡yo no quiero ver a nadie morir!”, irónicamente, el futuro me trajo respuestas que me permitieron entender aquellas crisis, las fobias y pesadillas, aunque con una dosis de desgracia: se habían materializado en la realidad. Descubrí los aspectos que regulan el destino, y poco a poco vino el entendimiento final que me ayudó a pensar que aquellas crisis tenían su origen en el conocimiento premeditado de un alma que, ajustándose al cuerpo de un infante, se hallaba ansioso, agitado, perturbado, frente al destino que se trazó en la Espiritualidad.
¿Por qué les comparto esto? Porque sé que no fui el único con esta experiencia, tampoco el único con esta predisposición a controlar mi mala índole y que se ubica como inadaptado por el fanático altruismo que caracteriza mi vida. Aquellos temores que se convertían en crisis me llevaron a una cotidianidad en las que vi y enterré tantos muertos todos los días de mi vida que incluso me acostumbré, no por ello el dolor dejaba de estar adentro, pero que sirvieron como un mecanismo negativo de persuadirme hacia la reflexión y la reforma intima porque fue ahí que vi la fragilidad de la vida frente a la muerte, los daños causados por la maldad humana, la sensibilidad de los individuos y sus Espíritus al someterse a la crueldad de una existencia gobernada por sujetos que siendo malos se sienten felices y orgullosos mientras se adjudican honores celestiales acá en la Tierra.
La Tierra ha sido para mí y el 100% de las personas que he tratado personalmente, un mundo de expiaciones principalmente, y en otro porcentaje, de pruebas en donde todo es sacrificio y nada es más seguro que todos, sin excepción, vamos a terminar sufriendo por una u otra cosa, sea que hayamos superado una situación previa o nos encontremos aun lidiando con ella. Siempre he estado llorando, siempre he vivido con dolor en el pecho y tanto he coexistido con la ansiedad y sentimientos fuertes que, mis cercanos amigos, con una vida de expiaciones cíclicas – no constantes como es mi día a día – se quejan y yo he podido explicarles y decirles cómo lidiar con eso que ellos al no soportarlo procuran aliviar a través de las drogas. Pese a ello, siempre he soñado con poner al servicio todos mis recursos para disminuir el dolor, anular la necesidad, evitar la crueldad, todavía en las áreas donde la destrucción es una necesidad de la que no se puede prescindir.
Los mundos de expiación y prueba se hallan en guerra y persecución, donde la paz dura segundos o minutos cuando la lucha por la supervivencia reinicia. Se hallan plagados de necesidades que atentan con nuestras vidas, por lo que tenemos perdidas innecesarias que sólo instalan el dolor. Se halla bajo el imperio de individuos tóxicos y dominantes que maltratan y exigen alabanza, donde la humildad se transmite como valor debido a la rareza que es esta virtud en los individuos. En estos mundos, por lujuria se viola y luego por crueldad se mata; por ira se destruye todo al paso y por crueldad se omite el sufrimiento y llanto entre suplicas de los indefensos que sucumben; por orgullo hay separaciones y guerras, de ahí nacen venganzas inútiles; por avaricia todo se vuelve personal y egoísta; por envidia se roba y castiga al que honestamente se ganó algo; por ambición o codicia todo es una ganancia y se quiere tener todo; por gula la obesidad domina entre los que tienen y se niegan a compartir y cuando la causa-efecto les castiga con la degeneración de su salud se defienden a sí mismos como víctimas de una situación inmerecida. En resumidas cuentas, mundos en los que se sufre por la propia naturaleza de su Humanidad y en los que la esperanza de vivir mejor, prevalecer en el bien y progresar está sujeta a la voluntad de cambiar y reformarse.
¿Todavía frente a esta realidad que vemos todos los días en los noticieros, en las redes sociales, incluso en nuestras propias calles y hogares donde observamos a niños desde pequeños mostrar inclinaciones delictivas y crueles negamos que la Tierra sea un mundo con tales características y que nuestra Humanidad en el mejor de los casos, en una distribución normal (campana de gauss) se haya representada por Espíritus neutros que reflejan la indiferencia hacia decantar la balanza hacia un lado u otro por parte de la mayoría, mientras que, por la naturaleza perniciosa pero proactiva de la población hacia la izquierda, tanto el promedio como el pico hacia la derecha se ve castigada? Las terapias que persiguen “curar” tendencias compulsivas y destructivas han establecido que en el caso del ser humano, si este no reconoce que tiene un problema, no hay algo que pueda ser hecho y así ocurre con la situación de mundo que tenemos, donde si la población niega que el mal existe y se vuelve tan proactivo como este enemigo de la paz, se hallará dominada perpetuamente.
Antes reflexionaba mucho y preguntaba “¿por qué?” a absolutamente todo, especialmente a ¿por qué en mi vida he de observar tanto de cerca la parte negativa de todo?, ¿por qué he de conocer la maldad visceral en todas sus facetas?, ¿por qué he de conocer los niveles de crueldad y la psicología de los individuos que son compañeros de civilización?, ¿por qué tengo que ver y someterme al gobierno de líderes sin escrúpulos que son malos?, ¿por qué esos líderes no sucumben ante las maldiciones y el odio que a nosotros nos vuelven la vida un infierno si tantas personas le odian? Líderes que esclavizan, que matan, que les proponen a sus pueblos un sistema de agonía y todos parecen felices, esto se parece mucho a la ganadería donde los animales creen que los humanos son dioses benévolos porque los protegen, los alimentan, les proveen de medicina, pero al final los envían a matadero en medio de esa felicidad basada en engaño.
En medio de esos “por qué”, así como conocí el origen de aquellas crisis de la infancia, también entendí el destino trazado y propósito que perseguía estar en contacto con los aspectos negativos de la Humanidad y el propósito que persigue la encarnación de los Espíritus en mundos de este tipo. El hombre, concorde a la mitología, ha recibido el conocimiento del bien y del mal y con ello también un castigo divino, ¿a qué me refiero con esto? A que ese conocimiento es el amplificador de nuestras intenciones, el capacitador que materializa el bien y el mal que albergamos y es la causa de que las grandes mentes criminales, también sean mentes brillantes intelectualmente pero en individuos con corazones muy ennegrecidos sin ninguna fuerza que se le oponga, sea por la consciencia, sea por los sentimientos. El contacto con el mal y el conocimiento adquirido por la experiencia y aprendizaje crea en el hombre un aborrecimiento que lo conduce al rechazo radical y cuando ese rechazo se vuelve parte del Espíritu, ese es un alma e individuo que perseguirá inclinar la balanza hacia la derecha, restando impunidad a la izquierda, e indiferencia a la población promedio.
Si no, ¿qué propósito tiene sufrir y porqué Jesús habría bendecido a los que sufren y padecen de injusticia? Aquel gran avatar de la espiritualidad que trajo grandes revelaciones del cielo, nos reveló un mundo destinado a la comunión con Dios y su misericordia, conjunto a preceptos y advertencias sobre la conducta que debemos seguir, el camino elegido, y cuáles son los peligros y amenazas que nos encontraremos en el camino.
El hombre valora la salud frente de la enfermedad; la vida cuando está en presencia de la muerte; la compañía frente a la soledad; la protección frente al maltrato; el amor frente al odio; el perdón frente a la venganza; el progreso frente al atraso…, todo eso debido a que uno le produce dolor, el otro lo saca de ese dolor y esta necesidad por ir hacia la felicidad, es el motor que mantiene la dinámica constante hacia el frente, es el combustible que acciona la Ley del Progreso. Por eso, existe la esperanza, consciente, razonada, convencida, de que la Tierra, ingresando al periodo de “regeneración” en donde se hallan mezcladas las sociedades, se ve la producción de nuevas comunidades, reformas sociales experimentales, grandes conflictos por el choque de esa diversidad donde hasta los enemigos conviven juntos, encontraremos un camino hacia el progreso y resolución a nuestros problemas, la actitud correcta para decidir que ya fue suficiente de tolerar todas las muertes, violaciones, torturas, maltratos, y abusos de toda índole a la integridad de los seres vivos en general.
La Tierra es un mundo de expiaciones donde el hombre sufre el efecto del mal y también de pruebas donde se impone retos de progreso y resistencia frente a la adversidad creada por este; ella incursiona a la regeneración, donde actualmente el reto que nos surge persigue el cambio de hábitos, por la reforma de Leyes Espirituales, que instalarán grandes crisis y necesidades a la Humanidad, para hacerlos despertar y abandonar el estado de estancamiento y con ello se harán participes de esta reforma decidiendo el mundo que queremos construir.
Este periodo está caracterizado por familias separadas y mixtas donde encontramos matrimonios desechos que crean otras familias fruto de la suma de 2 familias fragmentadas, es decir, un padre con hijos que se une a una mujer con hijos: un matrimonio mixto; periodo en que surgen las uniones homosexuales de manera legal y se institucionaliza un nuevo modelo de familia; periodo de libertad sexual donde se ve en plena un auge de la bisexualidad y homosexualidad frente a la postura conservadora que imponía la heterosexualidad; periodo en que las religiones coexisten todas y los individuos se hacen capaces de formar parte de 2 y 3 y 4 e infinitamente muchas más pudiendo forjar una espiritualidad individual a partir de una filosofía propia; periodo donde el encuentro del pasado, presente y futuro crea un panorama de diversidad digno de locura que nos da en el presente la tarea de decidir qué vamos a tomar y qué vamos a dejar. La Tierra es un mundo de expiación y pruebas donde podemos elegir qué queremos que sea.
Les escribo esta reflexión confesando que en todo momento me encuentro perturbado porque vivo en contacto con la enfermedad y la muerte, las malas energías, la mala intención y la evidencia de lo que todo eso produce en los seres vivos. Desde el estudio de los aspectos de la medicina forense, aunque muy perturbadora ha sido siempre la idea de tratar con el cadáver de un ser que estuvo vivo, y que en cuya rigidez, frialdad, inexpresión y degeneración no se halla ya ningún rasgo que fue característica que amó alguien, me he apasionado mucho en saber y entender el papel existencial y educativo de estas fuerzas y eventos sobre la existencia humana y animal, incluso, microbiana, y me he incursionado en un panorama de terror donde reconozco que hay que ser un alma fuerte para poder existir en un mundo cruel y de dolor, gobernado por el mal de manera general e individual, y no corromperse ni dejarse ahogar por ese mundo tan lúgubre y perturbador.
Insto a todos a perseguir las cosas buenas muy a pesar de que yo seguiré penetrando más y más en el submundo para ponerme en contacto con hallazgos más terribles. Yo puedo soportarlo y le veo el perfil positivo y pedagógico de soportar ese flujo de emociones destructivas en el interior que me traen a presente en consciencia, las grandes enseñanzas y valores que transmito a todo quien extiende sus manos con las palmas expuestas.
Hermanos, de verdad reflexionen y no se cubran los ojos frente a la crueldad. Hacerse los ciegos no anula el dolor ni el sufrimiento, no impide ni lanza el mal a la inexistencia. Taparse los ojos y ni siquiera crear consciencia de lo que sucede para apoyar a quienes son proactivos para romper el imperio del mal es permitirles a los malos actuar y vivir en paz desde la sombra, determinando quien vive, quien es feliz, quien logra algún objetivo por el cual lucha día con día.
Hermanos, gente veo en el campo espiritual que va a solicitar matar o destruir a individuos que nada les han hecho y que al indagar sólo están aburridos. He visto homicidios a mano fría realizados a bebés, niños, adolescentes, mujeres y hombres adultos, ancianos, animales, en donde me produjo mucho dolor la crueldad frente al suplicio de sus víctimas. Anoche vi la evidencia de la profanación que se hizo a una joven modelo en la morgue en donde el forense estuvo jugando con su cuerpo, exhibiendo fotos en donde la hacía picadillo, le extraía los ojos y los colocaba en el cuerpo como si se tratase de un juego inocente, inclusive, la introducción del dedo medio de la mano en la vagina del cadáver pero también otros objetos, todo eso mientras se retrata el rostro inexpresivo, pálido y la ausencia de un defensor de la integridad del cuerpo dejado por esta joven que sus familiares y personas que le conocieron y amaron estarían llorando y esperando en una funeraria para despedirse. La crueldad e indiferencia del ser humano es una característica del tipo de mundo que tenemos, me produce mucho dolor, y por ello insto al cambio y la generación de consciencia para invertir un porcentaje mayor de esfuerzo para cambiar, ¿dejaremos que este mundo siga así 1000 años más? De ser así, doy por hecho que me uniré a la legión de Espíritus que confiesan no querer volver a nacer aquí, y de hecho, hace años, desde que asumí la realidad espiritual y empecé a comprenderla más visceralmente, pasé a decir que debido a lo mucho que he sufrido, mi lucha de ahora en adelante en el campo espiritual objetiva un mérito suficiente para no reencarnar durante un buen tiempo, o de hacerlo, nacer en un ambiente dichoso, donde esté ajeno a la evidencia cotidiana de tanta maldad y desconsideración por parte de individuos, que según el parecer social, son personas ejemplares.
Un saludo a todos, y feliz noche.
Posdata: el Caboclo de las 7 Encrucijadas cuando veía envejecer a Zélio y peligrar la dirección de la Umbanda, como salvaguarda de la dirección y propósito de la religión eligió y decretó que la Codificación Espirita debe ser la dirección teórica de los umbandistas basado en el hecho de que ella posee los fundamentos base para observar desde una óptica diferente la vida y que se pueda reflexionar, a la vez que reformar, el mundo del mismo modo que progresó Brasil y toda la comunidad de umbandistas contemporáneos a la época en que vivió el médium y misionero Zélio Fernandino de Moraes.
La Umbanda es una de las misiones espirituales que objetivan a educar y preparar a los Espíritus para la próxima fase de mundo: la regeneración. Donde prevalecen las pruebas sobre las expiaciones; la humanidad tendrá retos, pero no estará obligada a transitar su vida sujeta al puro sufrimiento. ¿Merece ese mundo esfuerzo e inversión? ¡Sí! Y ese mundo llegará, ya sea por la reforma que barra las almas y les impida reencarnar o por el progreso de las mismas para mantenerse en la faja vibratoria a la que se ajusta la Tierra.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.