Temporal separación
Continuando el desequilibrio de Chico, en enero de 1920, João Cándido Xavier, su papá, pidió al sacerdote que fuese más exigente con el niño en el confesionario. El sacerdote concordó con su sugestión….
Cuando el párroco escuchaba las referencias sobre las rápidas entrevistas con Doña María João de Deus, desencarnada desde 1915, le hablo francamente:
-No, hijo mío. Eso no puede ser. Nadie vuelve a conversar después de la muerte. El demonio busca perturbarte el camino…
-Pero, padre, fue mi madre quien vino...
-Fue el demonio.
Severamente reprendido por el párroco, el niño cayó, llorando mucho. El Sr João Cándido, católico de Santa Luzia do Rio das Velhas le dio la razón al sacerdote.
-Aquello solo podía ser el demonio.
Chico se refugió en el cariño de la madrastra, alma comprensiva y buena. Y Doña Cidália le dijo:
-No debes de llorar, hijo mío. Nadie puede decir que estés perseguido por el demonio. Si fuera realmente tu madre quien conversa contigo, naturalmente eso ocurre porque Dios lo permite. Y estando Dios en el asunto ayudara para que todo eso quede aclarado.
A la noche de ese día, Chico soñó que se reencontraba con su madre. Doña María lo abrazo y recomendó:
-Te repito que debes obedecer a tu padre y al párroco. No discutas por mi causa. Por algún tiempo no me veras más, con todo, si Jesús permite, más tarde, estaremos más juntos. No pierdas la paciencia y esperemos el tiempo.
Chico despertó en llanto. Se enjugo los ojos, resignado. Y, por siete años consecutivos, no tuvo más ningún contacto personal con su madre, para solamente recibir los mensajes psicografiados en 1927 y se rebela, de nuevo, por la videncia más clara y más segura, en 1931, cuando familiarizado con el servicio mediúmnico, al cual, se entregó de corazón.
Ramiro Gama, Lindos casos de Chico Xavier
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.