Las drogas: un canal abierto a los obsesores espirituales.

En mi práctica clínica con los drogadictos (viciados en bebida alcohólica, marihuana, cocaína, crack, etc.) pude notar que muchos son personas dotadas de mediumnidad y, con eso, sufren la actuación de Espíritus obsesores, que se sintonizan con sus patrones de pensamientos, sentimientos y actitudes negativas, según la Ley de Afinidad.

Por eso, el tratamiento médico solo, se ha mostrado ineficaz en la mayoría de los casos, pues los Espíritus obsesores hacen que ellos se mantengan en el vicio, dificultando su recuperación. De esta forma, el tratamiento médico debe ser hecho paralelamente al tratamiento espiritual.

En verdad, todo consumo de drogas – cuales quiera que sean – abre un canal en el campo de energía del viciado para que los obsesores espirituales, vampiros espirituales, los influencien negativamente, succionando su energía.

Resultado: cansancio, falta de vitalidad, depresión, desánimo por la vida, que pueden llevar al suicidio. Las drogas pueden ser consideradas como uno de los peores flagelos del que la Humanidad tiene noticia. Más allá de los casos de sobredosis, millares mueren también en accidentes de tránsito, falta al trabajo, baja de producción y calidad, y por eso, estiman los estudiosos que se pierden anualmente 25 billones de dólares en productividad.

Más allá de las drogas abrir un canal para que los obsesores espirituales los perjudiquen, pueden actuar también como “gatillos disparadores” de  sus miedos, fobias, depresión, síndrome del pánico, trastorno bipolar, traumas, oriundos de sus vidas pasadas. Es común oír relatos de pacientes que tras consumir bebidas alcohólicas, marihuana, cocaína, crack, éxtasis, pasaron a sufrir de problemas psicoemocionales.

Vea a continuación, el caso de una paciente que pasó a tener crisis de pánico, depresión, fobia social con pensamientos y sentimientos persecutorios pensando que era el anticristo, tras consumir drogas.

Caso clínico: ¿por qué me siento una persona mala?

Mujer de 28 años, soltera.

El paciente vino a mi consultorio queriendo entender por qué sufría de fobia social, se sentía excluida, rechazada por las personas por pensar que era una mala persona, que tenía una energía mala. La fobia social surgió hace un año cuando consumió marihuana, éxtasis y LSD. Entró en un cuadro depresivo, persecutorio, pensando que las personas la miraban de forma negativa, que hablaban mal de ella, creía que era el anticristo. Sentía también baja autoestima, sentimiento de inferioridad, desánimo, falta de vitalidad, cansancio, al punto de no tener ganas de tomar baño y una tristeza sin fin. Peleaba mucho con el enamorado por ser muy posesiva, celosa, insegura y, con eso, lo sofocaba, queriendo saber siempre dónde estaba él.

Otro punto que quería entender en esta terapia era por qué nunca amó a nadie, pues se pensaba a sí misma fría. La paciente sufría también de compulsión alimentaria – desde los 12 años de edad.

En su vida, ocurrían también “sincronicidad”. Ella me ejemplificó que cuando salió de mi consultorio – tras la primera consulta – llamó un taxi y el nombre del taxista era el mismo de su ex enamorado. No era de beber constantemente, pero, cuando bebía perdía el control, pues bebía en exceso. Por último, quería saber cuál era su verdadero camino profesional.

Tras pasar por dos sesiones de regresión de memoria, en la tercera sesión, ella me relató: “viene a mi mente que nada es por acaso y alguien me pide que tenga fe” (la paciente estaba siendo intuida en pensamiento por un ser espiritual de luz).

-Vea quién es ese ser espiritual de luz que le habla eso – le pido.

“¿Mi mentor espiritual puede ser una persona conocida fallecida?”.

-Puede, sí. ¿Quién sería esa persona? – le pregunto.

“Pienso que es mi abuelo materno, pues él era muy evolucionado, y falleció hace un año”.

-Pregunte si él es su abuelo materno.

“Dice que sí… siento hambre, mi barriga está roncando como si tuviese hambre (nuestra sesión de regresión inició tras la paciente haber tomado su café de la mañana). (Pausa).

Ahora me veo nítidamente sentada como un mendigo (ella estaba describiendo una escena de una vida pasada).

Soy hombre, delgado, cabellos castaños, sucios, desgreñado, estoy sentado en una calzada forrada con papelón… pienso que es en Brasil.

Siento hambre, vacío en la barriga, y cuando hablo eso me viene a la imagen del mendigo.

Mi abuelo materno, mi mentor espiritual, habla que mi compulsión alimentaria viene de esa vida pasada donde fui un mendigo, pues, pasé hambre”. (Pausa).

- Pregunta a tu mentor espiritual como usted puede superar esa compulsión alimentaria.

“Dice que es haciendo caridad, donando alimentos”. (Pausa).

En la cuarta sesión de regresión, ella me relató: “veo en mi mente la figura de una cerveza… veo una luz incidiendo en esa garrafa. Me vino en pensamiento que es como si me estuviese recuperando, que estoy pasando por un proceso de recuperación, que la garrafa de cerveza es simbólica, y que la luz incidiendo en la garrafa es la recuperación de mi bebedera. Ahora, me viene en pensamiento – aunque no vea – que fui un alcohólico en una vida pasada y que también era un hombre.

Mi abuelo materno dice que mi bebedera descontrolada es un hábito, un vicio de esa vida pasada que traigo en la vida presente, pero que estoy siendo curada”. (Pausa).
En la quinta y última sesión, la paciente me relató: “mi mentor espiritual está esclareciendo que esa necesidad que tengo de querer controlar a mi enamorado al punto de sofocarlo, dice que hago como mi madre hizo también conmigo hoy. Dice que ella siempre me sobreprotegió y, con eso, acabó sofocándome porque ella estaba muy carente con el fallecimiento de su madre, mi abuela materna (la paciente nació tres meses tras la muerte de su a vuela materna).
Él explica que mi madre proyectó en mí su carencia afectiva, es decir, lo que ella quería para ella”.
-Pregunte cómo usted puede lidiar con su madre.
“Pide que yo le dé amor a mi madre”.
-Pregunte por qué usted nunca se permitió amar a nadie.
“Dice que es porque tengo miedo de perder a la persona amada, que ella venga a morir y, con eso, si yo amara acabaría sufriendo. Me estoy acordando cuando tenía tres años en la vida actual, tenía mucho miedo de perder  a mis padres y soñaba mucho con ellos muriendo. Mi abuelo materno dice que es de ahí que viene mi inseguridad, el miedo de amar y venir a perderlos”.
-¿Cómo usted puede superar ese miedo a la perdida?
“Dice que es amando, entregándome, viviendo el amor”.
“Me vino la imagen de una bruja, hechicera, él dice que yo era ella en otra existencia pasada, pero que no era persona mala; sin embargo, yo sufrí preconceptos, persecuciones y acabé siendo quemada en la hoguera”.
-¿Por qué hace un año usted tuvo una crisis de pánico y pensaba que era el anticristo?
“Dice que fueron las drogas, que abrió un canal para los Espíritus obsesores, vampiros espirituales que influenciaron negativamente, succionando mi energía. De ahí ese cansancio, falta de vitalidad constante, fatiga, depresión, falta de ánimo y vivir”.
-¿Por qué esa necesidad que usted tuvo de consumir drogas?
“Él me esclarece que fue para yo pasar por probaciones y, con eso, evolucionar más. Dice que mi baja autoestima, el sufrimiento que eso me causó fue una prueba para buscar mi evolución”.
-Pregunte cuál es su verdadero camino espiritual.
“Yo me veo como una juez golpeando el martillo en un tribunal de justicia”.
-¿Cuál es su principal aprendizaje, lección mayor que usted necesita aprender en la encarnación actual?
“Veo que es ser menos vanidosa, ser más humilde, es decir, aceptar los acontecimientos de la vida como ellas son”.
-Pregunte si hay necesidad de usted volver a esta terapia más adelante.
“Dice que tal vez necesite regresar, en caso venga a sentir necesidad de volver”.
-¿Usted tiene  una pregunta más a realizar a su mentor espiritual?
“No, solo tengo que agradecerle”.

Nadie en Venezuela la realiza pero Osvaldo Shimoda realiza esta terapia a distancia por Skype si la persona sabe hablar portugués.