¡Oh cazador! ¡guerrero de una única flecha! Rey de las Selvas, Rey de la Umbanda.
 
Padre de la inspiración y de la Esperanza, dame las bendiciones de la prosperidad e inspírame los pensamientos del bien.
 
Ayúdame en el sustento de mi fe, a fin de que pueda cumplir con mis obligaciones y mis deberes en este mundo.
 
Indícame con su flecha sagrada los verdaderos caminos de la prosperidad.
 
¡Okê arô!
 
¡Mi padre Oxossi!
 
¡Vos que recibiste de Oxalá el dominio de las selvas, de donde sacamos el oxígeno necesario a la manutención de nuestras vidas durante el pasaje terreno, inunda nuestros organismos con vuestra energía para la cura de nuestros males!
 
¡Vos que sois el protector de los Caboclos, dadles vuestra fuerza, para que puedan transmitirnos toda la pujanza, el coraje necesario para soportar las dificultades a ser superadas!
 
Dadnos paz de espíritu, la sabiduría para que podamos comprender a perdonar a aquellos que procuran nuestros Centros, nuestros Guías, nuestros Protectores, apenas por simple curiosidad, sin traer dentro de sí un mínimo de Fe.
 
¡Dadnos paciencia para soportar a aquellos que se juzgan los únicos con problemas y desean merecer de las Entidades todo el tiempo y atención posible, olvidándose de otros hermanos más necesitados!
 
¡Dadnos tranquilidad para superar todas las ingratitudes, todas las calumnias!
 
¡Dadnos coraje para transmitir una palabra de aliento y conforto a aquellos que sufren de enfermedades para las cuales, en la materia, no hay cura!
 
¡Dadnos fuerza para repeler a aquellos que desean venganzas y quieren a todo costo dañar a sus semejantes!
 

¡Dadnos, en fin, vuestra protección y la certeza de que cuando un Caboclo, en un gesto de humildad, baja hasta nosotros, allí estará vuestra vibración!

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.