La angustia es, de entre todos los sentimientos y modos de la existencia humana, aquel que puede reconducir al hombre al encuentro de su totalidad como ser.” Martin Heidegger
 
Es común que, en algún momento de la vida, nosotros nos encontremos reflexionando del “¿por qué existimos?”, “¿de dónde yo vine?”, “¿para dónde yo voy?”, “¿por qué yo estoy, o por qué yo vivo determinadas situaciones?”, ¿por qué determinado dolor forma parte de mi vida, determinada enfermedad forma parte de mi familia?”.
 
Situaciones diversas que dañan, que duelen, que desesperan, que confunden, pero que forman parte de su vida. Es, en el momento de mucho dolor, de mucha decepción, de mucha frustración, de gran dificultad, cuando el individuo se ve en una situación que él no sabe para dónde correr y que ya no hay más nada bueno para él apegarse, que él se ve naturalmente cuestionando sus valores; comienza a cuestionar sus verdades y sus convicciones; comienza a cuestionar la propia idea de deidad, de Dios y de divinidad, de existencia.  Y en ese cuestionamiento él comienza a sumergirse en sí mismo, busca respuesta en sí, quiere nuevas respuestas, quiere nuevo sentido para las cosas. Y comienza, entonces, a colocar en “jaque” su familia, sus placeres, comienza a colocar en la pared sus relacionamientos, comienza a colocar en “jaque” a sí mismo, su propia vida.
 
Este momento, común a todos nosotros, es muy doloroso. Es algo que, para algunos, es como “rasgar la carne”; para otros, es como “dilacerar el alma”, no es fácil. Y eso es lo que llamamos de “angustia existencial”.
 
Angustia existencial no puede ser confundida con una mera tristeza, con una situación adversas que usted está pasando (tristeza es otra estructura). Angustia es mucho más profunda. Está en la raíz de su esencia, está en la raíz de su alma. La angustia es lo que nos lleva a reflexionar de verdad sobre cuestiones como: “¿yo debo continuar existiendo?”, “¿por qué realmente?”.
 
Martin Heidegger es un filósofo. Él dijo que “ese momento de angustia existencia es la gran oportunidad en que el individuo se encuentra en la claridad de la vida”. La “claridad” aquí debe ser entendida realmente como la oportunidad de aclarar, de aclarar su idea, aclarar sus sentimientos, aclararse a partir de ese nuevo punto de su trayectoria.
 
¿Qué te llevó a esa claridad? Lo que te llevó, por tanto, a esa angustia deberá ser, en ese momento, en ese punto de su trayectoria, algo reformador, revelador, trascendente. Si no fuera así, fatalmente el individuo muere en vida. Él muere, se marchita, perderá todas sus referencias y podrá desmoronarse por cuestiones bien serias. Pero es común, muy común incluso, que ese momento de angustia solo acabe justamente cuando la persona encuentre respuestas.
 
Y las respuestas que él busca es: ¿para qué de hecho? ¿qué buscamos?
 
Buscamos el sentido para la vida. Si usted no tiene un camino espiritual, no tiene religiosidad, es en ese momento que muy probablemente ocurrirá el encuentro con su camino. Si usted ya tiene, puede ser el momento de cambio de verdad espiritual. Es curioso eso, porque en lo general las religiones van a tener siempre un discurso para dar un sentido para la vida, para la trascendencia espiritual.
 
Por otro lado, llega un momento que, para algunos individuos, aquella respuesta ya no sirve más y es por eso que él buscará una nueva respuesta. Y lo más importante es que, al encontrar un sentido para vida, él encuentra la paz interior, supera todo aquello que parecía doloroso, aquella angustia, aquel dolor, aquella falta de respuesta.
 

El sentido de la vida debe estar ligado naturalmente a un camino espiritual, a algo que es mayor de lo que usted mismo. Por eso, yo sugiero que, independientemente de creencias, esté siempre comprometido con “una causa”. Una causa que sea un objetivo, que sea un motivo, que sea mayor de lo que usted y que te dé la certeza de que, al envolverse con esa idea, con esas respuestas, “USTED es mejor”, “USTED trasciende” y “USTED tiene un sentido para su vida”.

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.