Sad Sad Sad El consuelo maternal de la Madre Reina sea con sus espíritus...
Daisaku Ikeda relata en su artículo la vida y la Muerte...La muerte es algo de lo que nadie puede escapar. La muerte sigue a la vida con tanta seguridad como la noche sigue al día, el invierno sigue al otoño o la vejez sigue a la juventud. Las personas se preparan para no sufrir cuando les llegue el invierno; se preparan para no tener que sufrir en la vejez. ¡Pero pocos se preparan para la certeza aún mayor de la muerte!...
De los cuidados paliativos al Ars Moris cito: "Aprende a morir y aprenderás a vivir. Nadie aprenderá a vivir si no ha aprendido a morir", así rezaba un viejo manual occidental sobre la muerte y el proceso de morir.

Este artículo es hablar  de la dualidad vida-muerte  y un poco del fundamento dogmático de todo espiritistas, valioso en momentos  cuando ella llegue Crying or Very sad... Superar el gran dolor de una pérdida no significa que uno se olvide de la persona que falleció. El duelo sano consiste en encontrar la forma de recordar al ser querido y adaptarnos a nuestra vida sin su presencia.El dolor es una reacción ante la pérdida, pero también es parte del duelo, que es el proceso de superar la pérdida de la persona que falleció. El duelo es un proceso sano que busca reconfortarnos, hacer que aceptemos la pérdida y encontremos formas de adaptarnos.

El médium Francisco Cándido Xavier nos brinda en su mensaje psicografiado palabras que nos pueden servir como aliciente si estamos pasando por este dolor:
Ante los que partieron precediéndote en el gran cambio, no permitas que la desesperación te ensombrezca el corazón.
Ellos no murieron. Ellos están vivos. Comparten contigo las aflicciones cuando sufres sin consuelo.
Se inquietan con tu rendición ante los desafíos de la angustia cuando te apartas de la confianza en Dios. Ellos saben igualmente cuanto dolió la separación. Conocen el llanto de la despedida y recuerdan tus manos trémulas en el adiós, conservando en la acústica del espíritu las palabras que pronunciaste cuando ya no conseguían responder las interpelaciones que articulaste en el auge de la amargura.

No admitas que ellos sean indiferentes en tu camino o en tu dolor. Ellos perciben cuanto te cuesta la readaptación al mundo y a la existencia terrestre sin ellos y casi siempre se transforman en cirineos de ternura incesante, amparándote el trabajo de renovación o enjugándote las lágrimas cuando palpas la loza o les enfrentas la memoria preguntándote por qué...
Piensa en ellos con la nostalgia convertida en oración. Tus oraciones de amor representan acordes de esperanza y devoción, despertándoles hacia visiones más altas de la Vida.
En cuanto pudieres, realiza por ellos las tareas que estimarían proseguir y tenlos contigo como infatigables celadores de tus días. Si muchos de ellos son tu refugio e inspiración en las actividades a que te dedicas en el mundo, para muchos de ellos eres el apoyo y el incentivo para la elevación que se les hace necesaria.
Cuando te dispongas a buscar a los seres queridos domiciliados en el Más Allá, no te detengas en la tierra que les guarda las últimas reliquias de la experiencia en el plano material. Contempla los cielos en que innumerables  mundos nos hablan de la unión sin adiós y oirás la voz de ellos en tu propio corazón diciéndote que no caminaron en la dirección de la noche, más sí al encuentro del Nuevo Despertar. Fin de la Cita

Cierro este aporte con palabras de un admirado escrito .... La muerte pertenece tanto a la vida como la vida pertenece a la muerte. Ambas no pueden existir sin la otra, puesto que la una es tan dependiente de la otra como el estar despierto y el dormir. Y así como el sueño entra sin que el ser humano lo pueda evadir, así también entra la muerte al final de los días, tanto si la persona lo desea o no. Sin embargo, durante su vida, ella apenas o casi nunca piensa en ello, y ni qué decir de los sentimientos que pueden surgir con respecto a la muerte. Los pensamientos al respecto se expulsan completamente de la conciencia, a pesar de que sería mejor reflexionar a fondo sobre ello para entender el verdadero sentido de la muerte, ya que de ese modo se volvería también claro el sentido de la vida. Pero de ninguna manera, ningún pensamiento y sentimiento va en esa dirección, y esto aún cuando las personas se confrontan diariamente con las malas noticias de guerras, crímenes, accidentes, asesinatos y catástrofes que cuestan la vida a millares. Pero casi nadie piensa que esta muerte también puede alcanzar la vida propia. Con toda evidencia muchas personas parecen creer que la muerte sólo alcanza a los otros, pero no a la propia persona. Sin embargo, precisamente ese no es el caso y no es correcto, pues todos los seres humanos tienen cuerpos materiales que están igualmente integrados al proceso de envejecimiento y al carácter de lo pasajero y por lo tanto fallecerán y tarde o temprano caerán en la muerte. Naturalmente hay una gran diferencia si una muerte sucede de manera natural o accidental, por enfermedad o de manera violenta; sin embargo, sea como sea, será inevitable para todas y cada una de las personas. Por eso el ser humano siempre debe cuidar de enfrentarse intuitivamente y mentalmente con la inevitable realidad de la muerte, es decir, tanto con respecto a la propia persona, como también en relación con los parientes más cercanos y los semejantes en general. A través de esta forma sensata de pensar y a través de los sentimientos controlados que surgen de ello, emerge la certeza que la muerte pertenece tanto a la vida y también a la imparable evolución, como la vida también pertenece a la evolución y a la inevitable muerte. Por eso la muerte nunca debe reprimirse, sino que debe reconocerse como “una madrina” para la continuación de una vida en el más allá, a la cual la forma espiritual le abre el camino para un renacimiento. Por lo tanto, el ser humano debe mirar la cara a la realidad de la muerte y reconocer su sentido y su finalidad y concienciarse de que sólo a través de la muerte puede suceder un progreso hacia otra vida. El ser humano debe familiarizarse con la muerte, la cual significa más que sólo el morir del cuerpo material.

Existimos antes de nacer y continuamos viviendo después de la muerte. Todos los seres vivos están dinamizados por un principio psíquico indestructible e imperecedero, responsable por las funciones intelectuales y emocionales. Tal principio, adquiere los atributos del espíritu humano siguiendo un vasto e intrincado proceso evolutivo.
Bendiciones y Mucha Luz!!!