El asunto de las plantas y los árboles, y su importancia en los rituales de la Regla Conga o Palo Monte, es vital para entender la Religión.
Según la tradición religiosa africana, las plantas encontraron situaciones específicas cuando recibieron la tarea de poblar la tierra, ellas están dotadas de virtudes como: fortuna, felicidad, alegría, fecundidad, gloria, suerte, frescura, flexibilidad, paz, longevidad, coraje, etc.; otras son la representación de la miseria, la calentura, la desgracia, el infortunio. Las creencias en la existencia de fuerzas espirituales en las plantas en correspondencia con las concepciones africanas poseen su importancia a partir del valor ritual que los creyentes y practicantes de la Regla Conga le conferimos y de la efectividad de nuestras ceremonias religiosas en cuanto a la solución de problemas que se presentan, independientemente de las características físicas y químicas que éstas poseen.
Para nosotros, los paleros, son nuestros Fundamentos, los que indican las plantas y las proporciones que deben de ser aplicadas ante cada dificultad. En la aplicación práctica de este principio no han de olvidarse los problemas que llevan a una situación concreta a cada individuo y cuál planta se ha de emplear, es decir, tratamos de establecer en primera instancia una doble relación hombre – naturaleza y hombre – sociedad, para por su intermedio hacer una adecuada selección de las plantas y que cada tratamiento espiritual pueda contribuir positivamente a la solución de dificultades. De tal suerte, lo semejante atrae, fortalece, ayuda y lo opuesto debilita, destruye.
De las plantas utilizamos raíces, frutos, corteza, tronco. Nos sirven para preparar amuletos o resguardos -Makutos-, cocimientos y baños purificadores. Al entrar al monte a buscar las plantas para realizar los trabajos mágicos, el palero debe utilizar solamente las plantas silvestres; tener en cuenta las fases de la Luna y la posición del Sol; la hora, día, y el lugar. Nos servimos, preferiblemente, de las hierbas que nacen y crecen al lado de los ríos. Hay que destacar como aspecto de suma importancia, el empleo del uso mágico de la palabra. Cuando se recolectan las diferentes plantas rituales, se debe informar -dar conocimiento- de los motivos por los cuales uno se encuentra en ese lugar, lo que va a buscar, sus propósitos y pagar los derechos correspondientes (a la maniwa, al monte, etc…) para obtenerlos. Es por ello que una de las maneras de llegar a determinar la importancia del uso ritual de las plantas y tal vez la más convencional en la Regla Conga, es la observación directa de las plantas en su medio natural, la forma popular de nombrarla y la relación que se establece respecto a su uso en la solución de conflictos.
Entre los paleros, no existen patrones estandarizados ni únicos, ni recetas universales, todo se encuentra en dependencia de las particularidades de cada hecho o situación concreta. Como se suele decir, cada Congo con su maña.
Generalmente los paleros hacemos uso de árboles y arbustos como elementos esenciales en los fundamentos o Ngangas. Los palos tomados de los troncos y ramas leñosas de estas plantas son de mayor durabilidad, representan desde la concepción religiosa la fuerza y el vigor del reino vegetal. Este empleo de árboles y arbusto como objetos en rituales se encuentra por encima de la utilización de las hierbas, que también se usan en los rituales.
En sentido general, las plantas no se emplean solas, siempre van acompañadas por otro(s) elementos(s) de la naturaleza.
La importancia del uso de las plantas no sólo radica en el conocimiento empírico y en el poder divino que le adjudicamos, sino en sus múltiples usos, en esa relación afectiva de dependencia que se va estableciendo entre el creyente y los elementos de la naturaleza, en el uso frecuente que hacemos de ellas.
Conocer las propiedades medicinales que tiene cada planta, su uso medicinal y la dosificación, siempre dependerá del caso particular que se le presente al practicante. Cómo le hayan instruido sus mayores, las enseñanzas de su Casa Religiosa y su vivencia personal, le ayudaran al ngangulero a seleccionar la(s) planta(s) y su tradición religiosa le apunta a la continuidad de la práctica.
Con respecto a este asunto, un viejo espiritista expresaba acertadamente que “Todas las religiones africanas y espirituales parten del ewé de las hierbas, porque para nacer se nace con hierbas, para limpiar se limpia con hierbas y para morir limpiamos con hierbas. Así la importancia”, y agrega: “Las plantas son las que depuran y las que ayudan a todo. La botánica es de Osaín”.
El poder de la naturaleza, lo representan, por un lado, la figura de NSambi- divinidad suprema de origen Congo que representa la creación-, y por otro, los muertos, espíritus y guías que acompañan a los creyentes, quienes, le imprimen a la vegetación poderes especiales que trascienden su entorno natural.
Las plantas se presentan como un elemento mediador de suma importancia al asumir no sólo el rol terapéutico que les es propio y reconocido en el ámbito científico y popular, sino que alcanza otras dimensiones al incorporarse la intervención de lo sobrenatural con el consiguiente efecto curativo y compensatorio que esto tiene.
En definitiva, un palero se sirve de la naturaleza, de su relación con el entorno natural, de las fuerzas de los Nquisis, y de su muerto, para mediar e interactuar en el equilibrio de las energías que rigen el universo.
Fuente: http://malembe.org/2014/05/23/plantas-en-el-palo-mayombe/
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Según la tradición religiosa africana, las plantas encontraron situaciones específicas cuando recibieron la tarea de poblar la tierra, ellas están dotadas de virtudes como: fortuna, felicidad, alegría, fecundidad, gloria, suerte, frescura, flexibilidad, paz, longevidad, coraje, etc.; otras son la representación de la miseria, la calentura, la desgracia, el infortunio. Las creencias en la existencia de fuerzas espirituales en las plantas en correspondencia con las concepciones africanas poseen su importancia a partir del valor ritual que los creyentes y practicantes de la Regla Conga le conferimos y de la efectividad de nuestras ceremonias religiosas en cuanto a la solución de problemas que se presentan, independientemente de las características físicas y químicas que éstas poseen.
Para nosotros, los paleros, son nuestros Fundamentos, los que indican las plantas y las proporciones que deben de ser aplicadas ante cada dificultad. En la aplicación práctica de este principio no han de olvidarse los problemas que llevan a una situación concreta a cada individuo y cuál planta se ha de emplear, es decir, tratamos de establecer en primera instancia una doble relación hombre – naturaleza y hombre – sociedad, para por su intermedio hacer una adecuada selección de las plantas y que cada tratamiento espiritual pueda contribuir positivamente a la solución de dificultades. De tal suerte, lo semejante atrae, fortalece, ayuda y lo opuesto debilita, destruye.
De las plantas utilizamos raíces, frutos, corteza, tronco. Nos sirven para preparar amuletos o resguardos -Makutos-, cocimientos y baños purificadores. Al entrar al monte a buscar las plantas para realizar los trabajos mágicos, el palero debe utilizar solamente las plantas silvestres; tener en cuenta las fases de la Luna y la posición del Sol; la hora, día, y el lugar. Nos servimos, preferiblemente, de las hierbas que nacen y crecen al lado de los ríos. Hay que destacar como aspecto de suma importancia, el empleo del uso mágico de la palabra. Cuando se recolectan las diferentes plantas rituales, se debe informar -dar conocimiento- de los motivos por los cuales uno se encuentra en ese lugar, lo que va a buscar, sus propósitos y pagar los derechos correspondientes (a la maniwa, al monte, etc…) para obtenerlos. Es por ello que una de las maneras de llegar a determinar la importancia del uso ritual de las plantas y tal vez la más convencional en la Regla Conga, es la observación directa de las plantas en su medio natural, la forma popular de nombrarla y la relación que se establece respecto a su uso en la solución de conflictos.
Entre los paleros, no existen patrones estandarizados ni únicos, ni recetas universales, todo se encuentra en dependencia de las particularidades de cada hecho o situación concreta. Como se suele decir, cada Congo con su maña.
Generalmente los paleros hacemos uso de árboles y arbustos como elementos esenciales en los fundamentos o Ngangas. Los palos tomados de los troncos y ramas leñosas de estas plantas son de mayor durabilidad, representan desde la concepción religiosa la fuerza y el vigor del reino vegetal. Este empleo de árboles y arbusto como objetos en rituales se encuentra por encima de la utilización de las hierbas, que también se usan en los rituales.
En sentido general, las plantas no se emplean solas, siempre van acompañadas por otro(s) elementos(s) de la naturaleza.
La importancia del uso de las plantas no sólo radica en el conocimiento empírico y en el poder divino que le adjudicamos, sino en sus múltiples usos, en esa relación afectiva de dependencia que se va estableciendo entre el creyente y los elementos de la naturaleza, en el uso frecuente que hacemos de ellas.
Conocer las propiedades medicinales que tiene cada planta, su uso medicinal y la dosificación, siempre dependerá del caso particular que se le presente al practicante. Cómo le hayan instruido sus mayores, las enseñanzas de su Casa Religiosa y su vivencia personal, le ayudaran al ngangulero a seleccionar la(s) planta(s) y su tradición religiosa le apunta a la continuidad de la práctica.
Con respecto a este asunto, un viejo espiritista expresaba acertadamente que “Todas las religiones africanas y espirituales parten del ewé de las hierbas, porque para nacer se nace con hierbas, para limpiar se limpia con hierbas y para morir limpiamos con hierbas. Así la importancia”, y agrega: “Las plantas son las que depuran y las que ayudan a todo. La botánica es de Osaín”.
El poder de la naturaleza, lo representan, por un lado, la figura de NSambi- divinidad suprema de origen Congo que representa la creación-, y por otro, los muertos, espíritus y guías que acompañan a los creyentes, quienes, le imprimen a la vegetación poderes especiales que trascienden su entorno natural.
Las plantas se presentan como un elemento mediador de suma importancia al asumir no sólo el rol terapéutico que les es propio y reconocido en el ámbito científico y popular, sino que alcanza otras dimensiones al incorporarse la intervención de lo sobrenatural con el consiguiente efecto curativo y compensatorio que esto tiene.
En definitiva, un palero se sirve de la naturaleza, de su relación con el entorno natural, de las fuerzas de los Nquisis, y de su muerto, para mediar e interactuar en el equilibrio de las energías que rigen el universo.
Fuente: http://malembe.org/2014/05/23/plantas-en-el-palo-mayombe/
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Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
(José Martí, 1891, Cuba)
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
(José Martí, 1891, Cuba)