Evangelios, Documentos Históricos
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"La mayoría piensa que los Evangelios son escritos religiosos que hablan de Jesús. Poco más que eso.
La mayoría piensa que dichos escritos fueron inspirados más por la fe que por la veracidad histórica y que la iglesia, autora de los Evangelios, adulteró la narración verdadera por fines místicos, religiosos u otros menos honorables.
Es por esta razón que esa misma mayoría se asombra al enterarse de que los Evangelios son una excelente fuente de Historia. A pesar del ataque a que se han visto sometidos durante los últimos dos siglos, su integridad moral e histórica persiste. Uno de sus autores, el médico lucas, es considerado como uno de los mejores historiadores de la Antigüedad.
El autor de este artículo, el Dr. R. T. France es un conocido erudito en los temas del Nuevo Testamento. Sus numerosos libros reflejan su integridad y su erudición.-
Aceptemos examinar, junto al Dr. France, estos antiguos documentos y veamos cuánto crédito podemos dar a sus narraciones y a su personaje principal, Jesús de Nazaret.
1. Los cuatro Evangelios son Indispensables
1.1. La falta de evidencia relevante fuera de los Evangelios hace que ellos sean el punto de comienzo necesario para cualquier investigación del Jesús histórico.
1.1.1 En el primer siglo después de la muerte de Jesús hay muy pocas referencias a su persona en la literatura no cristiana.
(a) La nota breve en los anales de Tácito XV. 44 menciona sólo su título, Cristus, y su ejecución en Judea por orden de Poncio Pilato. No existe razón alguna para creer que Tácito basase esto en información independiente sino más bien en lo que los cristianos estarían diciendo en Roma en la parte temprana del segundo siglo. Suetonio y Plinio junto con Tácito testifican de la presencia significativa de cristianos en Roma y en otras partes del Imperio desde los años 60 d. C. en adelante, pero no añaden nada a nuestro conocimiento sobre su fundador. Ninguna otra referencia pagana a Jesús puede ser fechada antes del año 150 d. C. (1), para este tiempo la fuente de cualquier información es más probable que sea propaganda cristiana que un registro independiente.
(b) La única referencia judía a este período es la que hace Josefo en "Antigüedades" XVIII. 63-64, el llamado “Testimonium Flavianum”. Todos los estudiosos están virtualmente de acuerdo en que este texto es una edición cristiana del original, pero la mayoría están preparados para aceptar que en el texto original un breve relato de Jesús, quizás en una forma menos halagüeña, estaba en este lugar (2). La mención que hace Josefo sobre “Jesús, el así llamado Mesías" en "Antigüedades" XX. 200 es difícil de explicar sin haber tenido algún conocimiento previo de este Jesús, especialmente si consideramos que Josefo no hace referencia al cristianismo en otros lugares, ni usa el término “Cristus” para referirse a ninguna otra figura histórica. La diferente y menos comprometida versión del “Testimonium” de Josefo preservado en una cita árabe del siglo X (3), aunque no es probable que represente el texto original, sí testifica de la existencia de un relato sobre Jesús en las obras de Josefo subyacente al texto cristianizado. Pero la reconstrucción de lo que Josefo escribió es necesariamente especulativa.
(c) Las tradiciones rabínicas sobre Jesús (4) le mencionan como un hechicero que consiguió ser seguido por la gente y que “desvió a Israel”, y por lo tanto “fue colgado en la víspera de la Pascua”. Algunos de los pasajes relevantes pueden fecharse en el II siglo de la Era Cristiana, pero son muy oscuros y proveen poca relación con el Jesús que sus propios seguidores recordaban. Su naturaleza polémica y su falta de interés en los mismos hechos no dan credibilidad en su potencial como evidencia histórica sobre Jesús.
1.1.2 Las referencias cristianas tempranas sobre Jesús fuera de los evangelios canónicos se clasifican en dos categorías.
(a) Prácticamente todos los escritos cristianos que sobrevivieron al primer siglo se encuentran en el Nuevo Testamento. En las cartas de Pablo, en la predicación temprana según es reportada por Lucas en los Hechos de los Apóstoles, y en varias referencias en los otros libros del Nuevo Testamento, obtenemos una perspectiva básica sobre Jesús como el Mesías judío, crucificado y resucitado, sobre quien los primeros cristianos basaron su esperanza de salvación. Estas referencias a Jesús son hechas en un contexto de fe, al que el interés biográfico esta supeditado. Ellos de hecho añaden de manera consistente, aunque mínima, al retrato de Jesús como una figura histórica recordada, y su contenido factual no es despreciable (5). Pero un historiador que únicamente dispone de este material para trabajar sólo podría esperar disponer del más exiguo registro de la vida de Jesús y de sus enseñanzas.
(b) Del segundo siglo y después nos llega un gran numero de escritos cristianos, muchos de los cuales se proponen ofrecer una narración de lo que Jesús dijo e hizo. Estos “evangelios apócrifos” varían desde narraciones novelescas de maravillas improbables relacionadas al nacimiento y niñez de Jesús (especialmente el Protoevangelio de Santiago y El Evangelio de la infancia, de Tomas) para elaborar discursos de cosmología gnóstica presentada como las enseñanzas de Jesús a sus discípulos luego de la resurrección (algunas de las cuales fueron halladas en Nag Hammadi, notablemente la Sofía de Jesucristo). Un alto porcentaje de esos trabajos fueron claramente escritos dentro del contexto de un cristianismo gnóstico (de hecho algunos son adaptaciones cristianas de escritos paganos gnósticos (6)), y su retrato de Jesús se adapta de acuerdo a ello. La diferencia en tono de los escritos del primer siglo es por lo tanto sorprendente, y deja al historiador con una decisión fundamental.
Por un lado podría aceptar los relatos tempranos y por lo tanto descartar al Jesús “gnóstico” como una perversión tardía. Por otro lado podría alegar un encubrimiento a gran escala por el cristianismo “ortodoxo" que suprimió con éxito la evidencia sobre un Jesús cuyas tendencias mágicas y enseñanza esotérica formaron la base histórica de la versión gnóstica del cristianismo, “una versión más auténtica que ahora es catalogada como de herética sólo porque tuvo la mala fortuna de ser el eventual perdedor en la batalla con la “ortodoxia"(7). Este estudio sigue adelante bajo la premisa de que las evidencias más tempranas han de ser preferidas. Esto es así no para negar, sin embargo, que alguna tradición auténtica sobre Jesús pueda haber sido preservada fuera del Nuevo Testamento. Esto es de hecho inherentemente probable, y los estudiosos han argumentado que algunas historias, tales como la del encuentro de Jesús en el Templo con Leví el fariseo (8 ), o los dichos tales como el frecuentemente citado “Sed aprobados cambiadores de dinero” (9), es probable que tengan una base factual. Esos fragmentos aislados, sin embargo, no son una contribución significativa nuestro conocimiento de Jesús.
1.1.3 La evidencia arqueológica sobre Jesús es, en la naturaleza del caso, sólo evidencia de trasfondo. Puede decirnos muchos sobre el mundo en el que Él vivió; puede iluminar el trasfondo a ciertas historias de los evangelios (10); nos puede ayudar a decidir entre ubicaciones sugeridas de los lugares mencionados en los evangelios (11). Pero no puede esperarse de ellos que nos ofrezcan evidencia directa sobre una figura cuya posición en la sociedad no era tal como para hacerle el objeto de inscripciones.
1.2. La explicación de esta falta de evidencia se ha de encontrar en la naturaleza y escala del movimiento cristiano temprano.
1.2.1 Desde el punto vista de la historia romana del primer siglo, Jesús fue un don nadie. No podría esperarse que fuese mencionado en los titulares romanos un hombre sin buen nivel social, que consiguió notoriedad breve en una remota y no muy estimada provincia como un predicador y un hacedor de milagros y que fue eventualmente ejecutado por orden de un gobernador provincial menor. Tampoco sería probable que aquellos de sus compatriotas que no respondieron a su misión pensaran mucho sobre él una vez la ejecución hubiese puesto fin a sus reclamos.
1.2.2 Si a Jesús se le iba a notar, hubiera sido más probablemente a través del éxito del movimiento que Él fundara. Según hemos mencionado arriba, es el cristianismo antes que Jesús lo que primero hace aparición en los registros romanos. A la luz de la prominencia política que el cristianismo consiguió en el cuarto siglo, es natural para nosotros visualizarle como un movimiento imponente desde el principio. Pero los estudios sociológicos indican o describen al cristianismo del primer siglo como un movimiento predominantemente de la clase baja, con sólo muy poco atractivo a las clases influyentes. Y el lector cuidadoso de las cartas de Pablo y de los Hechos de los Apóstoles tampoco obtiene la impresión de un movimiento de masas, sino más bien de pequeños y aislados grupos de cristianos que se uniéndose para ánimo mutuo en un ambiente hostil. Dichos grupos no son material sobre el que las noticias se hacen.
1.2.3 El cristianismo no fue un movimiento religioso que en sus etapas tempranas hubiera tenido ambiciones políticas. Estamos rodeados por movimientos de este tipo hoy. Aún reconociendo nosotros su presencia, es poco frecuente que sintamos que es necesario mencionarles en el discurso hablado y escrito cotidiano. Pueden ser bastante grandes, y para sus adherentes pueden ser el foco de todo lo que es importante; algunos de ellos pueden, para todos los efectos, estar destinados a convertirse en una fuerza que cambie el mundo o en fuerzas que cambien el mundo. Pero para aquellos de nosotros fuera de estos círculos, ellos son, en el tiempo presente, apenas dignos de atención.
1.3 Examinado bajo esta luz, la escasez de evidencia no cristiano temprana para el cristianismo, y para Jesús en particular, no debe sorprendernos. Nos parece cierto debido a la realidad de la situación. Y si este es el caso, es inevitable que nuestro conocimiento de los comienzos del cristianismo dependería casi completamente en los registros cristianos. Somos afortunados de que sobrevivido registros cristianos bastante completos y tempranos, en la forma de cuatro evangelios del primer siglo, de hecho la disponibilidad de cuatro registros separados por diferentes autores sobre la misma persona en la historia antigua es un fenómeno raro, sino único.
La mayoría piensa que dichos escritos fueron inspirados más por la fe que por la veracidad histórica y que la iglesia, autora de los Evangelios, adulteró la narración verdadera por fines místicos, religiosos u otros menos honorables.
Es por esta razón que esa misma mayoría se asombra al enterarse de que los Evangelios son una excelente fuente de Historia. A pesar del ataque a que se han visto sometidos durante los últimos dos siglos, su integridad moral e histórica persiste. Uno de sus autores, el médico lucas, es considerado como uno de los mejores historiadores de la Antigüedad.
El autor de este artículo, el Dr. R. T. France es un conocido erudito en los temas del Nuevo Testamento. Sus numerosos libros reflejan su integridad y su erudición.-
Aceptemos examinar, junto al Dr. France, estos antiguos documentos y veamos cuánto crédito podemos dar a sus narraciones y a su personaje principal, Jesús de Nazaret.
1. Los cuatro Evangelios son Indispensables
1.1. La falta de evidencia relevante fuera de los Evangelios hace que ellos sean el punto de comienzo necesario para cualquier investigación del Jesús histórico.
1.1.1 En el primer siglo después de la muerte de Jesús hay muy pocas referencias a su persona en la literatura no cristiana.
(a) La nota breve en los anales de Tácito XV. 44 menciona sólo su título, Cristus, y su ejecución en Judea por orden de Poncio Pilato. No existe razón alguna para creer que Tácito basase esto en información independiente sino más bien en lo que los cristianos estarían diciendo en Roma en la parte temprana del segundo siglo. Suetonio y Plinio junto con Tácito testifican de la presencia significativa de cristianos en Roma y en otras partes del Imperio desde los años 60 d. C. en adelante, pero no añaden nada a nuestro conocimiento sobre su fundador. Ninguna otra referencia pagana a Jesús puede ser fechada antes del año 150 d. C. (1), para este tiempo la fuente de cualquier información es más probable que sea propaganda cristiana que un registro independiente.
(b) La única referencia judía a este período es la que hace Josefo en "Antigüedades" XVIII. 63-64, el llamado “Testimonium Flavianum”. Todos los estudiosos están virtualmente de acuerdo en que este texto es una edición cristiana del original, pero la mayoría están preparados para aceptar que en el texto original un breve relato de Jesús, quizás en una forma menos halagüeña, estaba en este lugar (2). La mención que hace Josefo sobre “Jesús, el así llamado Mesías" en "Antigüedades" XX. 200 es difícil de explicar sin haber tenido algún conocimiento previo de este Jesús, especialmente si consideramos que Josefo no hace referencia al cristianismo en otros lugares, ni usa el término “Cristus” para referirse a ninguna otra figura histórica. La diferente y menos comprometida versión del “Testimonium” de Josefo preservado en una cita árabe del siglo X (3), aunque no es probable que represente el texto original, sí testifica de la existencia de un relato sobre Jesús en las obras de Josefo subyacente al texto cristianizado. Pero la reconstrucción de lo que Josefo escribió es necesariamente especulativa.
(c) Las tradiciones rabínicas sobre Jesús (4) le mencionan como un hechicero que consiguió ser seguido por la gente y que “desvió a Israel”, y por lo tanto “fue colgado en la víspera de la Pascua”. Algunos de los pasajes relevantes pueden fecharse en el II siglo de la Era Cristiana, pero son muy oscuros y proveen poca relación con el Jesús que sus propios seguidores recordaban. Su naturaleza polémica y su falta de interés en los mismos hechos no dan credibilidad en su potencial como evidencia histórica sobre Jesús.
1.1.2 Las referencias cristianas tempranas sobre Jesús fuera de los evangelios canónicos se clasifican en dos categorías.
(a) Prácticamente todos los escritos cristianos que sobrevivieron al primer siglo se encuentran en el Nuevo Testamento. En las cartas de Pablo, en la predicación temprana según es reportada por Lucas en los Hechos de los Apóstoles, y en varias referencias en los otros libros del Nuevo Testamento, obtenemos una perspectiva básica sobre Jesús como el Mesías judío, crucificado y resucitado, sobre quien los primeros cristianos basaron su esperanza de salvación. Estas referencias a Jesús son hechas en un contexto de fe, al que el interés biográfico esta supeditado. Ellos de hecho añaden de manera consistente, aunque mínima, al retrato de Jesús como una figura histórica recordada, y su contenido factual no es despreciable (5). Pero un historiador que únicamente dispone de este material para trabajar sólo podría esperar disponer del más exiguo registro de la vida de Jesús y de sus enseñanzas.
(b) Del segundo siglo y después nos llega un gran numero de escritos cristianos, muchos de los cuales se proponen ofrecer una narración de lo que Jesús dijo e hizo. Estos “evangelios apócrifos” varían desde narraciones novelescas de maravillas improbables relacionadas al nacimiento y niñez de Jesús (especialmente el Protoevangelio de Santiago y El Evangelio de la infancia, de Tomas) para elaborar discursos de cosmología gnóstica presentada como las enseñanzas de Jesús a sus discípulos luego de la resurrección (algunas de las cuales fueron halladas en Nag Hammadi, notablemente la Sofía de Jesucristo). Un alto porcentaje de esos trabajos fueron claramente escritos dentro del contexto de un cristianismo gnóstico (de hecho algunos son adaptaciones cristianas de escritos paganos gnósticos (6)), y su retrato de Jesús se adapta de acuerdo a ello. La diferencia en tono de los escritos del primer siglo es por lo tanto sorprendente, y deja al historiador con una decisión fundamental.
Por un lado podría aceptar los relatos tempranos y por lo tanto descartar al Jesús “gnóstico” como una perversión tardía. Por otro lado podría alegar un encubrimiento a gran escala por el cristianismo “ortodoxo" que suprimió con éxito la evidencia sobre un Jesús cuyas tendencias mágicas y enseñanza esotérica formaron la base histórica de la versión gnóstica del cristianismo, “una versión más auténtica que ahora es catalogada como de herética sólo porque tuvo la mala fortuna de ser el eventual perdedor en la batalla con la “ortodoxia"(7). Este estudio sigue adelante bajo la premisa de que las evidencias más tempranas han de ser preferidas. Esto es así no para negar, sin embargo, que alguna tradición auténtica sobre Jesús pueda haber sido preservada fuera del Nuevo Testamento. Esto es de hecho inherentemente probable, y los estudiosos han argumentado que algunas historias, tales como la del encuentro de Jesús en el Templo con Leví el fariseo (8 ), o los dichos tales como el frecuentemente citado “Sed aprobados cambiadores de dinero” (9), es probable que tengan una base factual. Esos fragmentos aislados, sin embargo, no son una contribución significativa nuestro conocimiento de Jesús.
1.1.3 La evidencia arqueológica sobre Jesús es, en la naturaleza del caso, sólo evidencia de trasfondo. Puede decirnos muchos sobre el mundo en el que Él vivió; puede iluminar el trasfondo a ciertas historias de los evangelios (10); nos puede ayudar a decidir entre ubicaciones sugeridas de los lugares mencionados en los evangelios (11). Pero no puede esperarse de ellos que nos ofrezcan evidencia directa sobre una figura cuya posición en la sociedad no era tal como para hacerle el objeto de inscripciones.
1.2. La explicación de esta falta de evidencia se ha de encontrar en la naturaleza y escala del movimiento cristiano temprano.
1.2.1 Desde el punto vista de la historia romana del primer siglo, Jesús fue un don nadie. No podría esperarse que fuese mencionado en los titulares romanos un hombre sin buen nivel social, que consiguió notoriedad breve en una remota y no muy estimada provincia como un predicador y un hacedor de milagros y que fue eventualmente ejecutado por orden de un gobernador provincial menor. Tampoco sería probable que aquellos de sus compatriotas que no respondieron a su misión pensaran mucho sobre él una vez la ejecución hubiese puesto fin a sus reclamos.
1.2.2 Si a Jesús se le iba a notar, hubiera sido más probablemente a través del éxito del movimiento que Él fundara. Según hemos mencionado arriba, es el cristianismo antes que Jesús lo que primero hace aparición en los registros romanos. A la luz de la prominencia política que el cristianismo consiguió en el cuarto siglo, es natural para nosotros visualizarle como un movimiento imponente desde el principio. Pero los estudios sociológicos indican o describen al cristianismo del primer siglo como un movimiento predominantemente de la clase baja, con sólo muy poco atractivo a las clases influyentes. Y el lector cuidadoso de las cartas de Pablo y de los Hechos de los Apóstoles tampoco obtiene la impresión de un movimiento de masas, sino más bien de pequeños y aislados grupos de cristianos que se uniéndose para ánimo mutuo en un ambiente hostil. Dichos grupos no son material sobre el que las noticias se hacen.
1.2.3 El cristianismo no fue un movimiento religioso que en sus etapas tempranas hubiera tenido ambiciones políticas. Estamos rodeados por movimientos de este tipo hoy. Aún reconociendo nosotros su presencia, es poco frecuente que sintamos que es necesario mencionarles en el discurso hablado y escrito cotidiano. Pueden ser bastante grandes, y para sus adherentes pueden ser el foco de todo lo que es importante; algunos de ellos pueden, para todos los efectos, estar destinados a convertirse en una fuerza que cambie el mundo o en fuerzas que cambien el mundo. Pero para aquellos de nosotros fuera de estos círculos, ellos son, en el tiempo presente, apenas dignos de atención.
1.3 Examinado bajo esta luz, la escasez de evidencia no cristiano temprana para el cristianismo, y para Jesús en particular, no debe sorprendernos. Nos parece cierto debido a la realidad de la situación. Y si este es el caso, es inevitable que nuestro conocimiento de los comienzos del cristianismo dependería casi completamente en los registros cristianos. Somos afortunados de que sobrevivido registros cristianos bastante completos y tempranos, en la forma de cuatro evangelios del primer siglo, de hecho la disponibilidad de cuatro registros separados por diferentes autores sobre la misma persona en la historia antigua es un fenómeno raro, sino único.
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Me retracto de toda opinión (incluyendo todos mi artículos y mensajes publicados antes del 23/04/22), y de toda afirmación en cuanto a creencias, costumbres o cualquier afiliación al Espiritismo o a cualquier otra creencia oculta, o a cualquier religión. Me declaro seguidor del camino de Jesucristo. Jesucristo es mi Señor y Salvador. Y creo en la Biblia de inicio a fin, como Palabra de Dios revelada a los hombres. Ya no soy Espiritista, soy Cristiano
Ver explicación en el tema: Ya no soy Espiritista, ver revelaciones en la sala: Desvelando la Realidad y allí encontrarás un Indice de las Revelaciones
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