Sea lo más discreto posible.
Evite comentarios personales sobre los poderes o facultades que tienen.
Directa o indirectamente, no utilice palabras de alabanza hacia uno.
No se quiera anticipar apenas a la experiencia que sólo el tiempo lo da.
Confíe en la acción de los espíritus y someta todo a la prueba de la razón.
No espere buenos resultados sin un trabajo perseverante.
Aunque sean bien intencionados, tenga cuidado de los aduladores.
Vacunese a sí mismo contra la vanidad, no admitiéndose cualquier situación que lo ponga en evidencia.
No se aparte de las actividades que doctrinalmente, muchos consideran insignificantes.
Nunca reclame privilegios.
Preocupese de dar el ejemplo de devoción y amor a la Causa.
Practique la Caridad como punto más alto para sintonizar con los Planos Superiores.
Aprender a escuchar más que a hablar.
Siempre tenga una palabra de optimismo en los labios.
Huya de las ansias de ejercer dominio sobre los demás.
No ponga palabras en la boca de sus espíritus.
Convénzase de que la oscuridad tiene mil maneras de hacer caer, por eso es mejor hacer las cosas bien.
Toda la vigilancia de su parte aún es poca.
Quien acepta el soborno en primer lugar, empieza a venderse en su totalidad.
Elija entre los puntos de referencia que realmente le puede dar seguridad en las jornada.
No se considere completamente inmune a la fascinación.
A favor de su equilibrio mental, no ignore su condición de mero instrumento.
Estudie, pero no para mostrar que sabe y, sí, para evaluar mejor la magnitud de su ignorancia de la Verdad.
Con su condición de médium no estorbe, su condición espiritista.
El médium que más recibe es el que más da.
Dignifique su hogar y su familia.
No olvide que nadie es mejor persona que médium.
Los cimientos del edificio de la mediumnidad se llaman carácter.
Otras recomendaciones:
Todo médium o cavalho de Umbanda, siempre debe cuidar sus campos energéticos con los baños de hierbas (amacis).
Antes y después de cada sesión es conveniente hacerse baños de hierbas (amacis).
Antes de cada sesión es bueno encomendarse a sus Guías de Luz para que lo conduzcan lo mejor posible y lo protejan contra toda intromisión durante la misma.
La ropa blanca de los médiums no es para usarla en otro ambito que no sea el religioso. Su ropa es un instrumento tan importante como las guías (collares).
Es importantísimo que el médium (de incorporación, de cura, de descarga, del tipo que fuera) vaya a la sesión con la intención de ayudar un poco al mundo en que vivimos y por supuesto recibir parte de esa buena energía.
Un buen médium no se preocupa en hacer famosa a su entidad, se esmera en armonizar con ella y juntos poder servir al prójimo.
Procure siempre de identificar si va a realizar algo dañino o perjudicial para sus hermanos o prójimo y evitar accionar (el pensamiento antecede a la acción).
Evite comentarios personales sobre los poderes o facultades que tienen.
Directa o indirectamente, no utilice palabras de alabanza hacia uno.
No se quiera anticipar apenas a la experiencia que sólo el tiempo lo da.
Confíe en la acción de los espíritus y someta todo a la prueba de la razón.
No espere buenos resultados sin un trabajo perseverante.
Aunque sean bien intencionados, tenga cuidado de los aduladores.
Vacunese a sí mismo contra la vanidad, no admitiéndose cualquier situación que lo ponga en evidencia.
No se aparte de las actividades que doctrinalmente, muchos consideran insignificantes.
Nunca reclame privilegios.
Preocupese de dar el ejemplo de devoción y amor a la Causa.
Practique la Caridad como punto más alto para sintonizar con los Planos Superiores.
Aprender a escuchar más que a hablar.
Siempre tenga una palabra de optimismo en los labios.
Huya de las ansias de ejercer dominio sobre los demás.
No ponga palabras en la boca de sus espíritus.
Convénzase de que la oscuridad tiene mil maneras de hacer caer, por eso es mejor hacer las cosas bien.
Toda la vigilancia de su parte aún es poca.
Quien acepta el soborno en primer lugar, empieza a venderse en su totalidad.
Elija entre los puntos de referencia que realmente le puede dar seguridad en las jornada.
No se considere completamente inmune a la fascinación.
A favor de su equilibrio mental, no ignore su condición de mero instrumento.
Estudie, pero no para mostrar que sabe y, sí, para evaluar mejor la magnitud de su ignorancia de la Verdad.
Con su condición de médium no estorbe, su condición espiritista.
El médium que más recibe es el que más da.
Dignifique su hogar y su familia.
No olvide que nadie es mejor persona que médium.
Los cimientos del edificio de la mediumnidad se llaman carácter.
Otras recomendaciones:
Todo médium o cavalho de Umbanda, siempre debe cuidar sus campos energéticos con los baños de hierbas (amacis).
Antes y después de cada sesión es conveniente hacerse baños de hierbas (amacis).
Antes de cada sesión es bueno encomendarse a sus Guías de Luz para que lo conduzcan lo mejor posible y lo protejan contra toda intromisión durante la misma.
La ropa blanca de los médiums no es para usarla en otro ambito que no sea el religioso. Su ropa es un instrumento tan importante como las guías (collares).
Es importantísimo que el médium (de incorporación, de cura, de descarga, del tipo que fuera) vaya a la sesión con la intención de ayudar un poco al mundo en que vivimos y por supuesto recibir parte de esa buena energía.
Un buen médium no se preocupa en hacer famosa a su entidad, se esmera en armonizar con ella y juntos poder servir al prójimo.
Procure siempre de identificar si va a realizar algo dañino o perjudicial para sus hermanos o prójimo y evitar accionar (el pensamiento antecede a la acción).
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.