Resonancia vibratoria

Usted sabe que todos sus pensamientos, palabras y acciones construyen su universo particular. Cuando Jesús nos dijo que nosotros somos dioses es porque cada uno de nosotros es una centella divina, cada uno de nosotros es una minúscula manifestación de Dios. Usted tiene dentro de sí, esperando para ser desarrolladas todas las cualidades de Dios.

Usted crea para sí mismo su propio mundo, con sus cualidades y defectos, con sus angustias y alegrías, daños y esperanzas, derrotas y victorias. Como usted no hay nadie. Usted es único. Y eso es fundamental para el funcionamiento de la Ley de Causa y Efecto. Todo lo que usted hace, de bueno o de malo, encuentra usted de regreso.

Gran parte de su sufrimiento presente tiene su origen en errores cometidos por usted en el pasado. Ese pasado, muchas veces, es muy distante. Pero mientras usted no anula todo el mal que usted causó, no podrá vivir en completa armonía.

Las leyes que rigen el universo son leyes de Dios. Hay una perfecta armonía en esas leyes. Cuando usted comete el mal contra su semejante, esa armonía es quebrada. Y solo usted podrá rearmonizar el universo desarmonizado por usted.

El mal que usted causó está en usted. El dolor, el desencanto y la angustia que usted hizo a alguien sentir un día, no importa hace cuantos siglos, está en usted, pegada en usted como una pizca  de hierro en un imán. Dependiendo de la gravedad del mal que usted hizo, dependiendo del grado de adelantamiento o atraso moral en que se encuentran sus victimas del pasado, usted mantiene con ellas una resonancia vibratoria.

Prácticamente no hay hechos aislados en el universo. Lo que nosotros hacemos afecta a un montón de personas. Un pequeño gesto positivo de su parte puede ser decisivo para el andar del día de alguien. Ese alguien influenciará a otros, y así sucesivamente.

Cuando usted comete un error grave, envolviendo a otras personas, directa o indirectamente, es inevitable que todos los envueltos terminen ligados por ese error.
Usted trae el error dentro de sí, pues él pasa a formar parte de su banco de datos personal. Y todo lo que los otros envueltos sienten en relación a ese error cometido por usted, usted sentirá en resonancia.

Cada onda de radio o de televisión que atraviesa el espacio tiene una frecuencia característica de vibración. Y cada emisora de radio o de televisión tiene una frecuencia propia, diferente de la frecuencia de las otras emisoras. Cuando usted sintoniza una emisora usted está haciendo a su aparato de radio o de televisión entrar en resonancia con la onda de la emisora.

Así ocurre con sus acciones. Yo acostumbro dar mayor énfasis a los aspectos positivos del pensamiento, al lado bueno y constructivo de la Vida. Pero es importante percibir que nada queda sin respuesta. Aquellos que sufren los dolores provocados por usted están ligados a usted, vibran en la misma frecuencia que usted. Usted sentirá sus dolores como ellos lo sienten.

Esa es la razón de muchas dolencias y dolores morales aparentemente sin explicación. Lo que pensamos, lo que hablamos y lo que hacemos están en el aire. Una cosa banal como una pelea de transito puede generar sufrimiento en muchas personas. Más allá de los envueltos en la pelea, serán alcanzados sus familiares, los conductores de los vehículos próximos, el policía de tránsito… ¡Imagine lo que ocurre en un drama pasional o familiar!

Todo es pensamiento. Por el pensamiento nos ligamos unos a los otros, por el pensamiento todos los seres del universo están, de alguna forma interligadas. Nadie está aislado. Todos nosotros formamos parte de un enmarañado de mentes complejas a la espera de desarrollo.

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.