Como puede decir la biblia que venimos de Adán y Eva, mientras la ciencia nos dice que venimos de la rama de hominidae, tu que opinas???.
II.- Formación de los seres vivientes
43.¿Cuándo comenzó la Tierra a poblarse?
- En el principio todo era el caos. Los elementos se hallaban confundidos. Poco a poco cada cosa fue tomando su lugar: entonces aparecieron seres vivientes adaptados al estado en que se encontraba el globo.
44.¿De dónde vinieron los seres vivientes a la Tierra?
- La Tierra contenía los gérmenes que esperaban el momento propicio para desarrollarse. Los principios orgánicos se reunieron tan pronto como cesó la fuerza que los mantenía apartados, y formaron los gérmenes de todos los seres vivos. Estos gérmenes permanecieron en estado latente e inerte, del modo que lo hacen las crisálidas y las semillas de las plantas, hasta el instante favorable para la eclosión de cada especie. Entonces, los seres de cada especie se reunieron, multiplicándose.
III.- Población de la Tierra. – Adán
50.La especie humana ¿comenzó por un solo hombre?
- No. El que habéis llamado Adán, no fue el primero ni el único que pobló la Tierra.
[Nota] El hombre al que la tradición he perpetuado con el nombre de Adán fue uno de los que sobrevivieron, en una región, después de algunos de los grandes cataclismos que en diversas épocas han trastornado la superficie del globo, y pasó a ser la cepa de una de las razas que en la hora actual lo pueblan. Las Leyes de la Naturaleza contradicen la creencia de que los progresos de la humanidad, comprobados mucho tiempo antes de Cristo, hayan podido realizarse en unos pocos siglos, lo que sucedería, si el hombre sólo hubiera estado sobre la Tierra desde la época que se asigna a la existencia de Adán. Hay quienes consideran – y con mayor razón - que Adán ha sido un mito o una alegoría que personifica a las primeras edades del mundo.
IV.- Diversidad de las razas humanas
52.¿De qué provienen las diferencias físicas y morales que distinguen a las distintas razas de hombres existentes en la Tierra?
- Del clima, la vida y los hábitos. Lo mismo sucede con dos hijos de una misma madre que, educados lejos uno del otro y en forma diferente, no se asemejarán en nada, en lo que respecta a lo moral.
53.El hombre ¿apareció en varios puntos del globo?
- Sí, y en diversas épocas. Es esta una de las causas de la variedad de las razas. Después los hombres, al dispersarse y establecerse en diferentes climas, mezclándose con otras razas, han formado tipos nuevos.
VI.- Consideraciones y concordancias bíblicas relativas a la Creación
59. Los pueblos se han formado ideas muy divergentes acerca de la Creación, según el grado de sus conocimientos. La razón, apoyada en la ciencia, ha reconocido la inverosimilitud de ciertas teorías. La que ofrecen los Espíritus confirma la opinión admitida de mucho tiempo atrás por los hombres más esclarecidos.
La objeción que es posible hacer a esta teoría consiste en el hecho de que ella está en contradicción con los textos de los libros sagrados. Pero un examen serio permite comprobar que dicha contradicción es más aparente que real, y que resulta de la interpretación que se da a textos que a menudo tienen un sentido alegórico.
La cuestión del primer hombre personificado por Adán como tronco único de la humanidad no es la única sobre la cual hayan debido modificarse las creencias religiosas. El movimiento de la Tierra pareció en cierta época tan opuesto a los textos sagrados que no hubo ningún tipo de persecuciones que esta teoría no haya sufrido. Y, sin embargo, la Tierra gira a despecho de los anatemas, y en la hora actual nadie podría rebatirlo sin agraviar su propia razón.
La Biblia afirma, asimismo, que el mundo fue hecho en seis días y fija la época de su creación más o menos 4000 años antes de la Era Cristiana. Con anterioridad a ese tiempo la Tierra no existía. El texto es formal en cuanto a que fue sacada de la nada. Y he aquí que la ciencia positiva, la inexorable ciencia viene a probar ahora lo contrario. La formación del globo ha quedado escrita con caracteres imprescriptibles en el mundo fósil y está probado que los seis días de la Creación son otros tantos períodos, cada uno de los cuales duró quizá varios centenares de miles de años. Esto no representa en modo alguno un sistema, doctrina o dictamen aislado, sino que es un hecho tan constante como el del movimiento de la Tierra, y que la teología no puede rehusarse a admitir: prueba evidente del error en que podemos incurrir si tomamos al pie de la letra las expresiones de un lenguaje que con frecuencia es figurado. Ahora bien, ¿hay que concluir de ello que la Biblia esté equivocada? No, sino que los hombres se han engañado al interpretarla.
Al examinar los archivos de la Tierra la ciencia ha verificado el orden en que los diversos seres vivientes aparecieron en su superficie, y ese orden está de acuerdo con el señalado en el Génesis, salvo la diferencia de que la población del globo, en vez de haber surgido milagrosamente de manos de Dios en unas pocas horas se operó –siempre por su voluntad, pero según la ley que rige las fuerzas de la Naturaleza- en algunos millones de años. ¿Es Dios por esto menos grande y poderoso? ¿Acaso su obra es menos sublime por no poseer el prestigio de la instantaneidad? Salta a la vista que no. Habría que tener una idea muy mezquina de la Divinidad para no reconocer su omnipotencia en las leyes eternas que ha establecido para regir los mundos. Lejos de empequeñecer la obra divina, la ciencia nos la muestra bajo un aspecto más grandioso y más acorde con las nociones que tenemos acerca del poder y la majestad de Dios, incluso por las circunstancias de que dicha obra se realizó sin derogar las leyes de la Naturaleza.
La ciencia –de acuerdo con esto con Moisés- sitúa al hombre en último término en el orden de la creación de los seres vivientes. Pero Moisés establece que el Diluvio Universal aconteció en el año 1654 de la creación del mundo, al paso que la geología afirma que ese gran cataclismo fue anterior a la aparición del hombre, visto el hecho de que hasta la fecha se no se ha encontrado en las capas primitivas ninguna huella de su presencia, ni de la de los animales de igual clase desde el punto de vista físico. Mas nada prueba que ello sea imposible. Muchos descubrimientos han planteado dudas a este respecto. Es posible, en consecuencia, que de un momento a otro se adquiera la certidumbre material de tal anterioridad de la raza humana, y entonces se reconocerá que acerca de este punto –como sobre otros- el texto bíblico tiene un carácter figurado. La cuestión reside en saber si el cataclismo geológico es el mismo que el de Noé. Ahora bien, el tiempo necesario a la formación de las capas fósiles no permite confundirlas, y tan pronto como se hayan encontrado vestigios de la existencia del hombre antes de la gran catástrofe quedará probado, o que Adán no ha sido el primer ser humano, o que su creación se pierde en la noche de los tiempos. Contra la evidencia no existen razonamientos valederos y habrá que aceptar este hecho, así como se han admitido el del movimiento de la Tierra y el de los seis períodos de la Creación.
Es cierto que la existencia del hombre antes del diluvio geológico sigue siendo hipotética, pero ved aquí cómo lo es menos: Admitiendo que el hombre haya surgido por vez primera en la Tierra 4000 años antes de Cristo, si 1650 años más tarde la raza humana entera fue destruida con excepción de una sola familia, resulta de ello que el poblamiento de la Tierra sólo data de Noé, esto es, de 2350 años antes de nuestra era. Ahora bien, cuando los hebreos emigraron a Egipto, en el siglo décimo octavo, encontraron a ese país muy poblado y adelantado en civilización. La historia prueba que en aquella época la India y otras comarcas eran asimismo florecientes, incluso sin tomar en cuenta la cronología de ciertos pueblos, que se remonta a una época harto más remota. Hubiera sido preciso que desde el siglo vigésimo cuarto hasta el décimo octavo, vale decir, en el término de seiscientos años, no sólo la descendencia de un solo hombre hubiera podido poblar todas las inmensas comarcas entonces conocidas –suponiendo que no lo estuviesen las otras-, sino que en tan corto intervalo la especie humana haya podido levantarse de la ignorancia absoluta del primitivo estado hasta el grado más alto del desarrollo intelectual, lo que está en contradicción con todas las leyes de la antropología.
En apoyo de esta opinión acude, inclusive, la diversidad de las razas. El clima y los hábitos producen, sin lugar a dudas, modificaciones en las características físicas, pero es sabido ya hasta qué punto puede llegar la influencia de esos factores, y el examen fisiológico demuestra que hay entre ciertas razas diferencias constitucionales más profundas que las que pueda ocasionar el clima. El cruzamiento de las razas produce tipos intermedios, tendiendo a borrar los caracteres extremos, pero no crea otros caracteres, sino tan sólo variedades de ellos. Pues bien, para que se haya operado un cruzamiento de razas hacía falta que hubiera distintas razas, y ¿cómo explicar entonces la existencia de éstas si se les atribuye un tronco común y, sobre todo, tan cercano? ¿Cómo admitir que en unos pocos siglos ciertos descendientes de Noé se hayan transformado hasta el punto de producir la raza etíope, por ejemplo? Semejante metamorfosis no es más admisible que la hipótesis de un tronco común para el lobo y la oveja, el elefante y el pulgón, el pájaro y el pez. Una vez más, nada podría prevalecer contra la evidencia de los hechos. Por el contrario, todo se explica admitiendo la existencia del hombre antes de la época que comúnmente se le asigna; la diversidad de orígenes; de Adán, que vivió hace seis mil años, como habiendo poblado una región aún inhabitada; el diluvio de Noé, como una catástrofe parcial que ha sido confundida con el cataclismo geológico;tomando en cuenta, por último, la forma alegórica peculiar del estilo oriental, la que se encuentra en los libros sagrados de todos los pueblos. De ahí que sea prudente no enrolarse con demasiada ligereza contra aquellas doctrinas que tarde o temprano pueden –como tantas otras- dar un mentís a quienes las combaten. Lejos de perder, las ideas religiosas crecen al marchar con la ciencia. Y es este el único medio para no ofrecer al escepticismo un lado vulnerable.