Ley de Causa y Efecto a la moda africana

Robson Pinheiro

El Pai Joao habla con el corazón. Canta con el alma y siempre nos enseña a transformar nuestros dolores en música (¡En mantras!), hasta que podamos comprender el significado por detrás de aquello que nos incomoda.
Cuenta que, en determinada ocasión, fue procurado por alguien para que realizase un intento con objetivo puramente material, de retaliación. Pai Joao debería dar una lección, pero el individuo era un hombre de poca instrucción, con recursos culturales escaso; no entendería bien conceptos de moral, ni estaba abierto al estudio del Evangelio.
Tras breve meditación, el padre viejo resolvió cantar para el hombre una canción con el lenguaje que él podría comprender. Aquel que lo procuraba era familiarizado con la mitología africana y estaba acostumbrado con el lenguaje de los Candomblés; explorando su pensamiento, el Pai Joao resuelve dar elementos para el hombre reflexionar a partir de la figura del dios Xangó.
Fue la forma encontrada para hablar de la ley de causa y efecto en la terminología que aquel hombre conocía según el panteón africano, Xangó es representación de la justicia divina. La música enseña que, de acuerdo con los designios de lo Alto, el ser recoge exactamente en la proporción en que siembra.
La lección encontró resonancia con el corazón del hombre, que, conforme nos cuenta el Espíritu amigo, no volvió más pidiendo lo que no debía. El evangelio debe ser predicado en el vocabulario y en el contexto exacto que haga sentido para quien oye. Así hizo Jesús, que hablaba de monedas y talentos para aquel que era cobrador de impuestos, de redes y peces para pescadores, de sembradíos, plantíos y cosecha para agricultores. De este modo Joao Cobú cautivó al hombre incauto y permanece hablando de verdades espirituales con lenguaje brasilero, terreno, humano.

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.