PARA LOS RECIEN FALLECIDOS

¡Dios Todopoderoso! Que vuestra misericordia se extienda sobre esa alma que acabáis de llamar a vos. ¡Que las pruebas que ha sufrido en esta vida les sean tomadas en cuenta, y nuestras oraciones puedan aliviar y abreviar las penas que tenga que sufrir como espíritu

Espíritus buenos que habéis venido a recibirle, y sobretodo vos, su ángel de la guarda, asistidle para ayudar a despojarse de la materia; dadle la luz y la conciencia de sí mismo, con el fin de sacarle de la turbación que acompaña al tránsito de la vida corporal a la vida espiritual. Inspiradle el arrepentimiento de las faltas que haya cometido y el deseo de que le sea permitido repararlas , para activar su adelantamiento hacia la vida de eterna bienaventuranza.

Hermano... acabas de entrar en el mundo de los espíritus y, sin embargo, estas presente entre nosotros: nos oyes y nos escuchas; porque no hay más diferencias entre tú y nosotros que el cuerpo perecedero que acabas de dejar y que pronto se reducirá a polvo. Has dejado la grosera envoltura sujeta a las vicisitudes y a la mente, y sólo conservas la envoltura eterna e imperecedera. Si no vives ya por el cuerpo, vives de la vida de los espíritus , y esta vida esta exenta de las miserias de la humanidad.

Tampoco tienes el velo que oculta a nuestros ojos los resplandores de la vida futura; de hoy en adelante podrás contemplar nuevas maravillas, mientras que nosotros estamos aún sumergidos en las tinieblas.

Vas a recorrer el espacio y visitar los mundos con toda libertad, mientras que nosotros nos arrastramos penosamente sobre la tierra, en que nos tiene nuestro cuerpo material , semejante para nosotros a una carga muy pesada.

El horizonte del infinito va a desarrollarse delante de ti, y en presencia de tanta grandeza comprenderás la vanidad de nuestros deseos terrestres, de nuestras ambiciones mundanas y de nuestros goces fútiles de los que los hombres hacen sus delicias.

La muerte es sólo para los hombres una separación material de algunos instantes. Desde el lugar del destierro donde nos retiene aún la voluntad de Dios, así como los deberes que tenemos que cumplir en la tierra, te seguiremos con el pensamiento hasta el momento en que se nos permita reunirnos a ti, así como tú te has reunido con los que te han precedido.

Si nosotros no podemos ir a tu lado, tu puedes venir al nuestro. Ven pues, entre los que te aman y has amado; sostenles en las pruebas de la vida , vela por los que te son queridos, protégeles según tu poder, y calma sus pesares con el pensamiento de que eres más feliz ahora y la consoladora certeza de estar reunidos un día en un mundo mejor.

En el mundo donde estás deben extinguirse todos los resentimientos terrestres. ¡Que a ellos sea inaccesible para tu felicidad futura!. Perdona pues , a los que han podido hacerte algún agravio, para que ellos te perdonen en que tú puedas haberles hecho.