Tomado de: Santería - Ilé de Obba Suko
OBAN YOKO, ORIATÉ
Siempre he pensado en escribir sobre la vida de un religioso, de mi vida o de tantas vidas llenas de fe, dedicada a la religión afrocubana; como vida ésta, que con solo treinta años de edad, ya las experiencias y vicisitudes han sido muchas. Nací en Ciudad de la Habana, mi niñez fue pobre pero muy sana, era cerca del mar donde estaba mi casa, tiempos de verano y tiempos de invierno; hasta los días lluviosos eran de juego, pero fui creciendo, y así la vida deja de ser un juego, me crié solo con mi madre y tres hermanos sin padre, ni apoyo alguno, y solo mirar al horizonte del mar y soñar despierto, me despertó la Fe.
Siempre desde niño creí en Dios, me inspiraba y me nace del alma creer que solo un ser omnipotente sería capaz de crear tantas cosas bellas que ésta naturaleza como la naturaleza del océano ofrece. Desde niño tuve visiones, escuché voces y ruidos, soñaba cosas extrañas, veía el futuro en presentimientos o imágenes en mi mente; veía espíritus, sentía en mí adentro el dolor y la felicidad de otras personas. En aquellos tiempos no sabía nada del campo espiritual, cursé mis estudios, estuve siete años becado y me gradué de Técnico Medio en Agronomía, en mis años de estudio siempre me tomaron por una persona extraña por las cosas que decía y contaba, en las clases de la escuela yo no atendía al profesor, porque yo dibujaba muertos de tendencia africana que se me dejaban ver.
Un día despierto me quedé con la mente en blanco y me vi en un monte o selva parado encima de una prenda, cordero, cazuela de palo o ganga, era un fundamento grande, muchos negros africanos con velas encendidas bailaban a mi alrededor y me hacían trazos, dibujos, limpiezas con plantas y animales de pluma, cantos y rituales desconocidos; en aquel tiempo me despertaron asustado de una transportación espiritual, yo era medio unidad y no lo sabía; le conté al director de la escuela y él que era practicante de la religión, tenía coronado santo Obatala, él me aconsejó.
Fui a casa de un Médium y empezó mi vida como misionero, participé en muchas sesiones espirituales, era un niño y andaba los barrios con personas mayores trabajando el campo espiritual, ayudando a las personas a romper maldiciones, aconsejar, guiar, enseñar y señalar virtudes y defectos para el mejoramiento humano. Fui conociendo mi cordón espiritual o guías y protectores que me asisten. Así, a través de los muertos africanos que me administran llegué al campo del Palo Monte, me puse en ganga, aprendí a trabajar este campo y a desarrollarme en él, conocer su cultura, los ancestros y parte de los secretos que los africanos que vinieron a Cuba dejaron de generación en generación.
Siempre he vivido apartándome del mal camino, reparando errores, componiendo el futuro y muy importante de día, de noche, de madrugada, nunca dejé de ayudar a nadie, a través de los conocimientos que mis Muertos Africanos me transmiten. La vida mía ha sido dedicada a la religión en todas sus manifestaciones. Llegué hace siete años al campo de la Osha o la llamada Santería Cubana. Tengo coronado Changó, sincretizado con Santa Bárbara Bendita; Estrella, mi madrina, me regaló mi santo, quiere decir, llegué a su casa por casualidad y ella como espiritista vio mi Muerto Africano haciendo una de sus manifestaciones, y mi madrina me dijo, tú eres hijo de Changó y te ayudaré a coronar Osha; en seis meses coroné Santo con todos sus pasos previos y cumpliendo todos los reglamentos religiosos. Siempre supe que yo coronaría Changó y que más tarde sería Oriate.
Mi Muerto Africano vino muy jovencito a tierra cristiana a Cuba, creció y murió en los campos de éste país, guardando como espíritu sus secretos y al adentrarse en mi vida desde mi nacimiento, me ha llevado por un camino lleno de historia y anécdotas religiosas, para que yo viva un reinado de jerarquía o posición similar a la de él, que en vida también tenía hecho Changó. En ésta religión aún siendo pobres nos coronan de reyes, en dos palabras, no se puede contar mi vida hoy en éste presente.
Como Espiritista, como Tata enquisimalongo o Padre en ganga, como Santero y Oriate, alimento el Don que Dios, los Santos y los Muertos me han dado; sigo estudiando en la Universidad de la calle o de la vida, de aquellos viejos llenos de conocimientos que aún quedan y me siguen trasmitiendo su saber; y siéndole legal a Dios y a mi Muerto Africano que es el que me guía. Así yo ando escalando por las montañas de la Vida. Así estoy presto y dispuesto ayudar a cualquier ser viviente que tenga temor a Dios y respeto a su voluntad que es lo que nos guía.
Bendición a las siete Potencias Africanas.