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Dentro de esta categoría entran las hadas, algunos tipos de ninfas, silfos, etc. Al igual que los demás espíritus elementales estos también tiene diferente grados de evolución y contextura física de acuerdo al Orixá que los rige.

Estos son los habitantes del cuarto éter, que es el más elevado de todos, estos son los espíritus del aire, en este grupo de elementales, se incluyen las hadas y todo tipo de espíritus halados.

Estos seres viven y tienen su ser en su propio éter.

También se multiplican como los gnomos, al vivir en el aire, que es su elemento sutil, es reflejo del plano mental.

Tienen aspectos muy variables, algunos se asemejan a los humanos, se sabe que son muy alegres, inconstantes y caprichosos, siempre en movimiento de un lado al otro.

Están siempre, trabajando en el pensamiento de los seres vivientes, colaborando en el elemento aéreo del ser humano, como los gases y éteres que se generan dentro de su propio ser, mientras que las salamandras obran dentro de la sangre, los silfos ejercen su poder o influye en todo lo que al aire se refiere.


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Se alimentan de las pasiones humanas y se convierten en obsesiones en la mente del hombre, expresándose a través de los éteres receptores de su cuerpo.

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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal? 
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.