El Rosario nació del amor de los cristianos por María en la época medieval, probablemente en tiempo de las cruzadas de Tierra Santa.
El instrumento que sirve para rezar esta oración, es decir, La camándula, tiene origen muy antiguo.
Los anacoretas orientales usaban piedritas para contar el número de las oraciones vocales. En los conventos medievales los Hermanos legos, dispensados del rezo del Salterio por la poca familiaridad con el latín, completaban sus prácticas de piedad con el rezo de los “padrenuestros”, y para llevar la cuenta San Beda el venerable se había inventado una colección de granos insertados en una pita o cabuya. Después, según narra la leyenda, la Virgen misma, apareciéndose a Santo Domingo, le señaló en el rezo del Rosario una eficaz arma para derrotar la herejía.
Así nació la devoción a la camándula, que tiene el significado de una corona de rosas ofrecidas a la virgen. Promotores de esta devoción fueron los dominicos, que tienen también la paternidad de las confraternidades del Rosario. Un Papa dominico, San Pío V, fue el primero en animar y recomendar oficialmente el rezo del rosario, que en poco tiempo se convirtió en la oración popular por excelencia, una especie de “breviario del pueblo”, que se rezaba por la noche en familia, porque sirve mucho para dar una orientación espiritual a la liturgia familiar.
Esas “Ave María” rezadas en familia están animadas por un auténtico espíritu de oración: “Y mientras se propaga la dulce y monótona cadencia de las AVE MARIA, el padre o la madre de familia piensan en las preocupaciones familiares, en el niño que esperan, o en los problemas que presentan los niños más grandes. Este conjunto de aspectos de la vida familiar recibe entonces la iluminación del misterio salvífico de Cristo, y espontáneamente se lo confía con sencillez a la madre del milagro de Caná y de toda la redención”.
La celebración de la fiesta de hoy fue instituida por San Pío V para conmemorar la victoria de Lepanto en 1571 contra la flota turca. Como se recordará el 7 de octubre de ese año cayó en domingo; en 1716 se extendió la fiesta a la Iglesia universal, y San Pío X en 1913, fijó la fecha del 7 de octubre.
La fiesta del Santísimo Rosario, como se le llamó antes de la reforma del calendario de 1960, en cierto sentido comprendía todas las fiestas de la Virgen y al mismo tiempo los misterios de Jesús, a los cuales se asocia a María, con la meditación de quince momentos de la vida de María y Jesús.
El instrumento que sirve para rezar esta oración, es decir, La camándula, tiene origen muy antiguo.
Los anacoretas orientales usaban piedritas para contar el número de las oraciones vocales. En los conventos medievales los Hermanos legos, dispensados del rezo del Salterio por la poca familiaridad con el latín, completaban sus prácticas de piedad con el rezo de los “padrenuestros”, y para llevar la cuenta San Beda el venerable se había inventado una colección de granos insertados en una pita o cabuya. Después, según narra la leyenda, la Virgen misma, apareciéndose a Santo Domingo, le señaló en el rezo del Rosario una eficaz arma para derrotar la herejía.
Así nació la devoción a la camándula, que tiene el significado de una corona de rosas ofrecidas a la virgen. Promotores de esta devoción fueron los dominicos, que tienen también la paternidad de las confraternidades del Rosario. Un Papa dominico, San Pío V, fue el primero en animar y recomendar oficialmente el rezo del rosario, que en poco tiempo se convirtió en la oración popular por excelencia, una especie de “breviario del pueblo”, que se rezaba por la noche en familia, porque sirve mucho para dar una orientación espiritual a la liturgia familiar.
Esas “Ave María” rezadas en familia están animadas por un auténtico espíritu de oración: “Y mientras se propaga la dulce y monótona cadencia de las AVE MARIA, el padre o la madre de familia piensan en las preocupaciones familiares, en el niño que esperan, o en los problemas que presentan los niños más grandes. Este conjunto de aspectos de la vida familiar recibe entonces la iluminación del misterio salvífico de Cristo, y espontáneamente se lo confía con sencillez a la madre del milagro de Caná y de toda la redención”.
La celebración de la fiesta de hoy fue instituida por San Pío V para conmemorar la victoria de Lepanto en 1571 contra la flota turca. Como se recordará el 7 de octubre de ese año cayó en domingo; en 1716 se extendió la fiesta a la Iglesia universal, y San Pío X en 1913, fijó la fecha del 7 de octubre.
La fiesta del Santísimo Rosario, como se le llamó antes de la reforma del calendario de 1960, en cierto sentido comprendía todas las fiestas de la Virgen y al mismo tiempo los misterios de Jesús, a los cuales se asocia a María, con la meditación de quince momentos de la vida de María y Jesús.