Las actuaciones siniestras o "maldiciones" son aquellas intervenciones humanas realizadas mediante la práctica de cualquier arte mágica contraviniendo o violando sus principios esenciales. Suelen consistir en actuaciones de carácter no físico, deliberadas o realizadas por error, dirigidas contra las personas, sus bienes y patrimonios, su entorno social o familiar, sus ideas y creencias, su inteligencia y capacidad de discernimiento, su libre albedrío, voluntad y deseo, sus libertades o sus derechos fundamentales. Las actuaciones siniestras también pueden dirigirse contra lugares, objetos o instantes. En otras ocasiones, mucho más raras, pueden lanzarse contra realidades, entidades o normas de rango mayor o subyacente.
1. Antecedentes históricos.
La utilización de prácticas de carácter siniestro es tan antigua como la utilización de la magia, y ambas se pierden en los albores de la Historia. Ya los primeros documentos escritos y los libros sagrados de las religiones arcaicas incluyen relatos sobre la utilización de actuaciones siniestras para conseguir objetivos individuales o colectivos. Conscientes de las implicaciones de esta violación de las leyes de la magia, incluso aquellos primitivos autores intentan positivizar este tipo de actuaciones "en beneficio del pueblo" o "a mayor gloria de la divinidad". El libro bíblico de Moisés (Éxodo, 7 y ss), común a judíos y cristianos, es quizás la expresión más acabada de la utilización de habilidades de tipo siniestro para la consecución de un objetivo colectivo, de carácter político, como era la liberación de los esclavos judíos en Egipto y su unificación en una nación: Israel. Naturalmente, el autor tiene buen cuidado en indicar que Moisés realiza este tipo de actuaciones en nombre de su Dios, lo que según él le legitima, pues de lo contrario es muy dudoso que el exterminio en masa de niños egipcios, la destrucción de las cosechas y reservas alimentarias de esta nación o el ultraterrorismo pudieran ser aprobados por los lectores de épocas posteriores. Este no es más que uno de los muchos ejemplos de actividades siniestras a gran escala realizadas en el pasado que aparecen en todas las grandes tradiciones religiosas e históricas de la Humanidad.
La magia ha acompañado a la Humanidad desde que sus ojos se abrieron a la luz, pero adquiere forma y se consolida entre el V y III milenio a.C., coincidiendo con la aparición de las primeras civilizaciones (específicamente en el Creciente Fértil). Se desarrollará bajo distintas formas y tradiciones, alcanzando gran fuerza y grado de conocimiento entre el III milenio a.C. hasta el I milenio d.C., hasta la gran catástrofe, los denominados Tiempos del Fuego. Por una serie de razones cuyo análisis en profundidad trasciende a este documento, se produjo una amplia persecución contra la magia y quienes la practicaban en todas aquellas zonas donde éste había alcanzado un cierto nivel de profundidad y eficacia. La espada, el potro y la hoguera fueron los protagonistas en este periodo. Los libros ardieron o fueron sepultados en bibliotecas secretas, y los hombres y las mujeres fueron torturados y asesinados. Empezando por quienes más sabían, los Grandes Maestros y Maestras, y "bajando después en la escala" hasta la sencilla bruja analfabeta o el herbolario con una opinión de más, todo y todos fueron exterminados. Esta limpieza duró cinco siglos, pero en realidad en los primeros 30 ó 50 años se causó el daño devastador: los 450 años restantes obedecieron al fanatismo y a una mera voluntad de exterminio total.
¿Qué fue lo único en sobrevivir? Aquello que los exterminadores consideraron indigno de su atención o de dedicar demasiado esfuerzo a eliminarlo, o aquello que por simple probabilidad no pudo ser destruido: no es posible aniquilar todo de todo sin acabar con el sustento del propio poder. En suma, hubo cuatro órdenes de supervivencia a los Tiempos del Fuego:
La documentación perdida antes del inicio de los Tiempos del Fuego o puesta a buen recaudo por los paganos en los primeros momentos de la persecución. En tiempos recientes, los historiadores vienen recuperando parte de esta documentación. Esto es información de primer orden, de alto nivel, la utilizada en los tiempos de gloria del paganismo y la magia.
La documentación secuestrada por los exterminadores y puesta a buen recaudo, fundamentalmente en bibliotecas eclesiásticas secretas o bien protegidas. Con la evolución de los tiempos en los últimos dos siglos, una parte de esta documentación ha quedado a disposición de los especialistas. Otra parte permanece oculta en paradero desconocido. Esta es información de gran calidad, utilizada en los últimos tiempos del paganismo.
Los practicantes del paganismo situados en lugares remotos e inaccesibles, no fichados por los exterminadores por pertenecer a entornos culturales distintos y aislados. Básicamente, estamos hablando aquí de las tradiciones afroamericanas y chamánicas. Estas tradiciones, de transmisión oral, son las supervivientes de un periodo en el que el paganismo y la magia aún no habían podido consolidarse como un sistema de conocimiento y sabiduría complejo, sofisticado y eficaz. Es decir: la protohistoria, el Neolítico tardío. Prácticas como el vudú, la santería, el candomblé, el palo mayombé, o la holomedicina chamánica norteamericana y siberiana pertenecen a esta categoría. Estas tradiciones, en realidad, carecen de la fuerza de la consolidación y civilización de la magia, y están profundamente contaminadas y diluidas con elementos cristianos, musulmanes y de otros tipos; por ello las denominamos tradiciones de la descomposición. No obstante, la popularidad de estas tradiciones como agentes diestros y siniestros en tiempos recientes, y su posibilidad para hacer daño a personas no preparadas (o daño físico, a través de sociedades secretas como los abakúas) hace que debamos prestarles particular interés.
Finalmente, la supervivencia de tradiciones locales analfabetas que no merecieron la molestia de ser exterminadas en su totalidad durante los Tiempos del Fuego ha permitido que por toda Europa florezcan personas o grupos con poderes muy diluidos, extremadamente contaminados de folklore popular e imaginería cristiana, cuyo exponente máximo es quizás la meiga gallega o la curandera / bruja de nuestros pueblos. Desde el punto de vista siniestro, el meigallo, el mal de ojo y otras maldiciones elementales similares constituyen las únicas capacidades de estas personas. Estas actuaciones siniestras pueden tratarse con gran sencillez y eficacia.
2. Estudio y tipología característicos.
Las actuaciones mágicas realizadas en violación de las leyes de la magia son actuaciones siniestras y prohibidas. Desgraciadamente, no son pocos los irresponsables que, sin saber el precio que van a pagar, optan por realizar este tipo de actos al margen de toda ética y buen sentido. Afortunadamente, por otra parte, la mayoría de éstos serán simplemente embaucados por algún sacadineros sin ningún poder ni conocimiento real. Según un estudio realizado por el Grupo para la Investigación de la Destreza en 1.998, menos de un 2% de los supuestos "trabajos" realizados en Europa Occidental tuvieron algún efecto sobre la realidad evidente. Veamos una clasificación tipológica de este tipo de actuaciones:
2.1. Por funcionalidad / intención.
Hacemos referencia en esta clasificación a la "intención" del acto siniestro contra las personas, con independencia de su nivel, habilidad y medios empleados para conseguirlo. Los actos siniestros contra las personas pueden ser los siguientes:
General. Este es el más básico y tradicional, porque no requiere saber orientar. Normalmente es propio de las tradiciones de la descomposición, donde se carece del poder y control para realizar actuaciones más dirigidas y específicas. Se trata siempre de un acto no-entidad, de baja frecuencia, tendiente a ennegrecer o empeorar las opciones de la víctima en todos los aspectos de su vida. Suele ser bastante eficaz contra personas que ya se encuentren en una situación difícil, de índole material, psicológico o espiritual. El mal de ojo es su forma más folklórica. Puede estar dirigido contra la víctima, contra su entorno familiar, afectivo o profesional, o contra ambos. Un tipo particular de la acción general es la llamada de bloqueo o enfriamiento, que deja a la víctima incapaz de reaccionar ante las necesidades y exigencias de la vida cotidiana.
Contra la vida o la salud. Pretende causar daño a la salud de la víctima e incluso acabar con su vida por este procedimiento. Para su realización, podemos encontrar desde actos no-entidad de bajo nivel, propios de la descomposición, hasta invocaciones entidad de alto nivel, propios del Arte avanzado. Se dirige contra una persona en particular, pero incluso aunque se practique con absoluta precisión, esta actuación tiende a derivarse del objetivo original a otras personas cercanas por razones desconocidas.
Contra el entorno afectivo, amistoso, familiar o laboral. El objetivo de esta acción es aislar a la víctima de su entorno habitual, enfrentándole a él y colocándole en una situación de soledad, indefensión y falta de apoyos. Con frecuencia, esta acción se produce como preparación de otra, típicamente contra las relaciones afectivas o la situación laboral. Simplemente, deja a las personas solas, sin defensas ni apoyos ante el verdadero problema, que llegará después. También se usa para aislar a la persona de un entorno donde podría encontrarse una persona a la que el alguien desea. O incluso a la inversa, para saturar a la persona de estímulos y tentaciones exteriores mientras se practica simultáneamente una acción contra las relaciones afectivas (ver más adelante). También se emplea para separar a los hijos de sus padres.
Contra los bienes, patrimonio o relaciones laborales. Se pretende, lógicamente, arruinar a la víctima o dejarla en una situación laboral muy precaria, por puro odio o para evitar que sea capaz de competir por algún bien o mercancía. El resultado pueden ser daños, estragos, dificultades o ruina financiera, cláusulas de no aplicabilidad de aseguradoras, negocios fallidos, despido o empeoramiento de las condiciones laborales... Este tipo de actuación siniestra debe ser sometido a un exhaustivo descarte antes de tomar una decisión.
Contra las relaciones afectivas (unbinding). Obviamente, el objeto de esta actuación siniestra es separar a una persona de su(s) pareja(s). Puede realizarse por odio o para tener alguna oportunidad con la víctima o con su ex-pareja. La consecuencia es la separación, ruptura o divorcio, muy característicamente porque uno de los miembros de la pareja se agobia (aunque en ocasiones puede tener otros aspectos). Esta es una de las actuaciones siniestras más comunes, motivada habitualmente por pasiones enfermizas. Suele aparecer en combinación con acciones contra el entorno afectivo, social, familiar o laboral, o contra la voluntad, inteligencia, capacidad de discernimiento y libre albedrío.
Contra las ideas y creencias. Esta actuación siniestra es rara, pero de gran utilidad en combinación con la siguiente para hacer que una persona tome decisiones injustas, incorrectas o contra su mejor interés. Consiste en provocar una sacudida de las ideas, creencias o sistema de valores éticos y morales de una persona en momentos críticos. Se pretende de esta manera que tome decisiones o realice actos (o deje de realizarlos) que bajo otras circunstancias no haría de ninguna manera. O bien inducirle un estado de confusión que le impida reaccionar adecuadamente a una exigencia perentoria.
Contra la voluntad, inteligencia, capacidad de discernimiento y libre albedrío. "Quiero un filtro de amor". Un clásico de la hechicería, ¿verdad? Bien, pues todas las actuaciones realizadas contra la voluntad, inteligencia, capacidad de discernimiento y libre albedrío de las personas son siniestras y por tanto malignas. Los seres humanos nacen libres y han de vivir libres, y libremente tomar sus propias decisiones. Desgraciadamente, la Historia grande y pequeña nos muestra que hay muchos incapaces de respetar la voluntad, libre albedrío, inteligencia y capacidad de decisión de los demás. Les gustaría vivir rodeados de esclavos, robots, y no de personas libres. Y es aquí donde entra este acto siniestro: se trata de forzar a una persona a hacer algo contra su mejor criterio, deseo o libre albedrío.
Contra las libertades y derechos fundamentales. Una extensión de la anterior, pretende denegar a la víctima la capacidad de hacer uso de su libertad o sus derechos fundamentales. Se dice que el anterior dictador de Haití "Papá Doc" utilizó la magia negra con mucho éxito -junto a los métodos expeditivos- para mantener a su pueblo subyugado durante décadas, hasta tal punto que muchos haitianos de a pie le consideraban un "dios" o una reencarnación del Barón Samédi.
2.2. Por origen y naturaleza.
Si la clasificación anterior hacía referencia a la intencionalidad de la acción siniestra, ésta hace referencia al origen y naturaleza de la misma. Es decir, a quién ha sido capaz de generarla o invocarla, y cuál es su naturaleza. Encontramos aquí seis categorías:
Acción consolidada de tipo entidad. Un practicante del lado siniestro de la magia, iniciado y maestro, con un nivel de conocimiento de la misma consolidado en la tradición antigua y la reconstitución moderna, ha sido capaz de invocar o generar una entidad maligna para realizar una misión contra una o varias personas. Puede verse su evolución típica en el punto 3.2. Este tipo de acción es extremadamente rara, y su detección debe ser inmediatamente notificada.
Acción consolidada de tipo no-entidad. Un practicante del lado siniestro de la magia, iniciado y maestro, con un nivel de conocimiento de la misma consolidado en la tradición antigua y la reconstitución moderna, ha realizado una acción contraviniendo de las leyes de la magia. Puede verse su evolución típica en el punto 3.1. Este tipo de acción es extremadamente rara, y su detección debe ser inmediatamente notificada.
Encuentro imprevisto con entidad (tipo entidad). La víctima se ha encontrado con una entidad maligna no invocada y está siendo rondada, penetrada, poseída o enquistada por la misma. Este tipo de suceso, sin causante humano, es raro y anómalo. Su evolución es igual o similar a la descrita en el punto 3.2, y puede contener características especiales.
Acción no-consolidada de tipo entidad. Algún practicante de las tradiciones de la descomposición (afroamericanas como el vudú, palo mayombé o candomblé; chamanismo; folklóricas...) o de la especialidad denominada Alta Magia ha sido capaz de generar una entidad dirigida contra la víctima. Este fenómeno es raro, pero no tanto como los anteriores. Es muy difícil que un individuo no iniciado ni maestro con conocimiento consolidado en la tradición antigua y la reconstitución moderna pueda llegar a invocar o generar una entidad, pero excepcionalmente puede suceder. Estas entidades son siempre defectuosas, su vitalidad es limitada y se enquistan siempre (ver punto 3.2) para obtener del humano las capacidades y energías que le faltan. No salen si no se les saca. Son monstruosos, poco hábiles, y su comportamiento es similar al descrito en el punto 3.2 pero con variaciones importantes.
Acción no-consolidada de tipo no-entidad. Algún practicante de las tradiciones de la descomposición (afroamericanas como el vudú, palo mayombé o candomblé; chamanismo; folklóricas...) o de la especialidad denominada Alta Magia ha sido capaz de practicar una acción maligna dirigida contra una o varias personas. Este es el fenómeno más común. Estas acciones son siempre defectuosas, su canalización y concentración energéticas son muy deficientes y su eficiencia es limitada, si es que llega a tener alguna. En ocasiones producen fenómenos físicos singulares pero generalmente inofensivos. Con frecuencia afectan a más personas o cosas por defectos en el direccionamiento. Su desarrollo es similar al descrito en el punto 3.1 pero con variaciones importantes.
Actuación en error. Una persona prácticamente sin conocimientos sobre el Arte intenta realizar una acción, no necesariamente con intención perniciosa, probablemente siguiendo alguna tradición popular, leyenda urbana o lo leído en alguna revista o libro de baja calidad. Rara vez estas actuaciones llegan a tener algún efecto, pero en ocasiones son capaces de ejecutar algún tipo de evolución. A veces se producen fenómenos físicos singulares. Sus características se describen en el punto 3.3.
3. Evolución típica de una actuación siniestra.
Este punto describe las evoluciones típicas de una actuación siniestra contra las personas. Debe tenerse en cuenta que lo a continuación expuesto se correspondería con una acción perfecta, sólo al alcance de iniciados y Maestros de la magia, que, por definición, no realizan este tipo de actos contra las personas. Cabe esperar variaciones en acciones realizadas por aficionados, practicantes de las tradiciones de la descomposición y similares.
3.1. Actuaciones no-entidad.
La evolución de las actuaciones siniestras no-entidad sobre las personas es igual a la de un acto mágico corriente. Existe, por tanto, una gran diversidad, pero su patrón típico de actuación es el siguiente:
Periodo de consolidación de canal. Se produce inmediatamente tras la ejecución de la acción, dura entre 30 minutos y 72 horas (dependiendo de la acción) y no es perceptible por el destinatario. En este proceso, la acción es dirigida a través de los canales óptimos de la realidad subyacente hacia su objetivo.
Periodo de transferencia energética. Establecidos los canales, la energía comienza a fluir en oleadas hacia el objetivo. Algunas acciones tienen una frecuencia de transferencia muy rápida (muchas veces por segundo), mientras que otras son de frecuencia muy baja (una vez cada varios días). La víctima puede percibir débiles cambios fluctuantes en su estado de ánimo o carácter, no asociables a otros procesos. Cada vez fluye más energía (aunque con altibajos), hasta alcanzar un punto máximo. Dependiendo de la acción, este punto máximo se puede alcanzar a las pocas horas o a los varios años. Estas "olas" de energía fluyen sobre la realidad evidente, matizando cada suceso, cada detalle, en el sentido que se pretende.
Periodo de consolidación y eficiencia. En un determinado momento, toda la realidad evidente del objetivo está ya suficientemente impregnada de la energía que se le ha enviado y éste comienza a actuar ya de por si en el sentido de lo deseado por la acción. Se puede cargar un remanente energético para el caso de que algún aspecto necesitase un suministro adicional. Es en este periodo cuando la víctima sufre los efectos perversos deseados. El periodo de consolidación y eficiencia puede durar de unos pocos días a varias décadas.
Periodo de decaimiento (si lo hay). Una acción dirigida contra una persona decae instantáneamente con su muerte, aunque parte de la energía puede acompañarle en el tránsito. No todas las acciones son tan duraderas: la inmensa mayoría alcanzan un "nivel mínimo", nunca tan bajo como el anterior a ser realizada (a menos que se cancele), de tal manera que los resultados pretendidos con la acción siempre tienden a reaparecer.
3.2. Actuaciones entidad.
Las actuaciones siniestras tipo entidad, dado que invocan un ente con voluntad, intuición e inteligencia propia, tienen una evolución mucho más variable e impredecible. La entidad puede establecer complejas estrategias para realizar su trabajo, e incluso tomar la decisión de no realizarlo en absoluto, o de añadir elementos de su propia cosecha. No obstante esta complejidad, existe un patrón común en la gran mayoría de los casos:
Periodo de evaluación. La entidad evalúa si realmente ha de cumplir lo que el practicante del acto siniestro le ha propuesto. Dependiendo de la fuerza de la compulsión que lo invocó, puede incluso decidir abandonar la misión o volverse contra el invocador. Puede también reevaluar o modificar la misión, e incluso dedicarse a satisfacer sus propios intereses, aprovechando su nuevo margen de maniobra. Puede también exigir una renegociación de los términos del pacto. Si no hace nada de todo esto, entonces se preparará para cumplir su misión e iniciará la ronda.
La ronda. La entidad se aproxima a su objetivo, a todos los niveles: físico, mental, espiritual... y se limita a observar durante un cierto tiempo. En este periodo diseña su estrategia, y puede empezar a realizar actuaciones, desde el exterior del objetivo, encaminadas a la satisfacción de su misión. La mayoría de entidades dejan trazas de sus actos durante el periodo de ronda: desde sutiles manifestaciones físicas hasta la sugerencia telepática de actos o ideas a su víctima.
La penetración. Finalmente, establecidos ya todos los actos exteriores necesarios para la satisfacción de su misión, y habiendo adquirido un cierto conocimiento de las costumbres, modo de vida y personalidad de su víctima, la entidad se preparará para penetrar en ella y poseerla. Este es un paso delicado, que puede tomar desde centésimas de segundo hasta varios días. En ningún caso la penetración puede producirse mientras la víctima permanezca serena, sobria, tranquila, relajada y "en sus cabales". Por el contrario, la entidad buscará un momento en que la víctima esté alterada, ebria, bajo el influjo de substancias alteradoras de la mente - alcohol, drogas... -, nerviosa, bajo intenso estrés, o bajo intensas sensaciones de alegría, tristeza, excitación o pasión. Un trasfondo de depresión, ansiedad o baja autoestima favorece excepcionalmente su tarea penetradora, pero aún y así preferirá hacerlo en esos momentos de alteración. Este es un paso peligroso para la entidad: si en el proceso de la penetración la víctima, avisada, invoca a uno de sus enemigos, la entidad puede sufrir graves daños e incluso resultar destruida, además de rechazada; por lo tanto, tiene miedo y puede resultar muy agresiva. Es también de reseñar que la entidad, durante la penetración, adquiere una cualidad íntegramente física, como un gas, y por ello prefiere introducirse a través de los orificios corporales naturales o de heridas abiertas.
La posesión. Ya en el interior de la víctima, la entidad buscará una o varias zonas de acomodamiento. En general, tienen una gran preferencia por el encéfalo, la región cardíaca y del plexo solar, y los órganos genitales. Hallados los lugares de aposentamiento, en pocas horas tomará el control de todos los flujos energéticos, se interpondrá en el yo superior de la víctima, y comenzará a inducirle actos para satisfacer su misión.
El enquistamiento. Incluso si la misión es matar a la víctima, la entidad puede reconsiderar la misión y optar por enquistarse. Una vez enquistada, la entidad podrá tomar el control sobre la víctima cuando y como quiera, y abandonarlo también a su gusto. Muchas entidades optan por enquistarse: el interior de un ser humano les resulta cómodo, agradable y realizador. Por el contrario, la víctima irá empeorando su estado físico, psicológico y espiritual. No comprenderá por qué hace determinadas cosas; vivirá en un estado de ansiedad e inquietud permanente. Sus cualidades negativas se reforzarán y las positivas irán desapareciendo. Se tornará especialmente sensible a la frustración, las toxicomanías y la violencia física o psicológica. En un cierto momento, la situación se estabilizará al gusto de la entidad.
El desenlace. La entidad puede optar por permanecer en la víctima o abandonarla antes de su muerte. El abandono puede ser voluntario o forzoso, se realizará siempre antes de la muerte de la víctima y se realizará en la misma forma física - gaseosa - en que entró y por la misma vía que entró. Si esa vía ha resultado destruida (por ejemplo, por amputación), la entidad quedará atrapada dentro de la víctima y no podrá abandonarla jamás. En general, la entidad prefiere abandonar a la víctima antes de la muerte, sólo con que se le aplique un poco de presión o incluso por iniciativa propia. Pero algunas entidades prefieren permanecer en el interior, para sus propios intereses. Estos intereses son siempre oscuros.
3.3. Actuaciones en error.
Las actuaciones en error, por su propia naturaleza, tienden a tener una evolución errática y voluble. En ocasiones, pueden llegar a generar un efecto pernicioso que debe ser tratado. Típicamente se inician con algún fenómeno físico muy llamativo o con ningún efecto en absoluto, para después emitir energía en direcciones múltiples, con poca intensidad y grandes derivaciones. En general, sígase lo indicado en el punto 3.1, con las consideraciones aquí expuestas.
3.4. Otros tipos de actuación.
La evolución de otros tipos de actuación trasciende del alcance de este documento.
4. Tratamiento de una actuación siniestra.
NOTA MUY IMPORTANTE: Por favor, recurre siempre a personas cualificadas para el tratamiento de un acto siniestro. El mundo está lleno de sacadineros, fanáticos, ignorantes e individuos peligrosos que ponen en peligro la vida y la salud física y mental de las personas a las que supuestamente tratan. DIRÍGETE SIEMPRE a un colectivo cualificado y de prestigio para el tratamiento de este tipo de problemas.
4.1. Descarte.
En primer lugar, es necesario "descartar", es decir, asegurarse de que los problemas de la víctima obedecen realmente a una actuación siniestra y no se corresponden a otro tipo de males (enfermedades físicas o mentales, decisiones equivocadas, momentos bajos en ciclos personales, errores cometidos que producen consecuencias negativas en cadena, descompensaciones espirituales, leyes de vida difíciles de asumir, deficiencias del carácter o la personalidad, trastornos de otros tipos, etc...). La inmensa mayoría de personas que creen haber sido "malditas", esto es, sometidas a una actuación siniestra, en realidad son víctima de otro tipo de males. En ocasiones, estos males coinciden con la realización de supuestas actuaciones siniestras por parte de "falsos brujos", lo que induce en la persona una lógica psicosis de "haber sido maldecida" sin que tal cosa haya ocurrido realmente. El tratamiento de un acto siniestro que no es tal puede producir resultados indeseables o, como mínimo, sufrimientos, molestias y gastos innecesarios.
Se puede sospechar que existe una maldición (mal de ojo, "trabajo" santero, meigallo, etc.) o una posesión por un espíritu maligno si se dan al menos dos factores de cada uno de los tres grupos siguientes:
Físicos: si aunque te encuentres en tu peso ideal o por debajo de él, tu aspecto sigue siendo obeso, o aunque te encuentres en tu peso ideal o por debajo de él, hay por una parte obesidades que no desaparecen y por otra zonas excesivamente flacas o planas; si tu cuerpo es huesudo, flaco, plano y sin formas, hagas lo que hagas para mejorarlo; si estás en tu peso ideal o por debajo de él y sufres de estreñimiento o diarrea; si por alguna razón tienes la cara picada o con muchos granos.
Emocionales: todos te dicen que vives habitualmente "en babia", siendo sólo capaz de concentrarte en tus propias cosas; saltas con facilidad de la alegría eufórica a la tristeza o enfado profundo, con muchas ganas de llorar; sufres de ansiedad o depresión; sientes mucha inseguridad o tienes la autoestima por los suelos; te enamoras con facilidad o tienes problemas para controlar tu sexualidad.
Y además: tú o algún pariente o amigo cercano ha practicado alguna vez la Oui-ja; tu o algún pariente o amigo cercano ha practicado o recibido alguna vez "channeling" (Reiki, TT, curación por imposición de manos, etc.); sufres de soledad; frecuentas habitualmente lugares saturados de gente (como las discotecas o centros comerciales); en tu casa o entorno ocurren "cosas raras" (tipo poltergeist).
4.2. Diagnosis.
Una vez descartado otro tipo de alteraciones, es preciso delimitar con precisión el tipo de acto siniestro practicado (ver punto 3). El tratamiento del acto siniestro (o actos siniestros, puede haber varios combinados, y se pueden haber empleado técnicas de ocultación o furtividad) sin una diagnosis previa exacta puede empeorar la situación. Ponte en contacto con personas o colectivos de alta credibilidad para realizar una diagnosis precisa.
4.3. Tratamiento del acto siniestro.
El tratamiento del acto siniestro, tras un descarte y diagnosis apropiados, consistirá en una o varias acciones mágicas que cancelarán el acto no-entidad o exorcizarán a la entidad. Este tratamiento puede ser puntual o requerir de un cierto periodo de tiempo. En una persona viva, es siempre posible tratar el acto siniestro, pero no pierdas de vista que las consecuencias pueden ser de gran alcance (ver punto 4.5).
4.4. Protección y venganza.
Desactivado o exorcizado el acto siniestro, es muy recomendable recibir protección contra futuros actos de similares características. El denominado ritual de protección de los niños, por ejemplo, protegerá eficazmente a la persona contra todas las maldiciones de la descomposición (meigallo, mal de ojo, todos los relacionados con las tradiciones afroamericanas o chamánicas, etc...). Si no se tiene sospechas de que se pueda ser víctima de actos siniestros de nivel superior, algo realmente muy poco común, no es necesario meterse en complejos y costosos sistemas de protección. Las personas correctamente iniciadas en la magia se hallan sistemáticamente protegidas por círculos protectores de altísimo nivel.
En ningún caso se recomienda tomar venganza sobre quien ordenó o practicó el acto siniestro. En realidad, no es necesario: ya van bien servidos de por si solos. Ordenar o practicar un acto siniestro, incluso en retribución o venganza, tiene un coste muy alto del que no se suele advertir. En primer lugar, le excluye a uno de todo tipo de salvación o evolución tras la muerte, bajo todo sistema de religión, creencia o fe. En segundo lugar, establece líneas o caminos en la realidad subyacente por los que la mayoría de practicantes de la magia de los mundos habitados tienden a desviar las energías o vibraciones negativas cuando actúan; son como las "alcantarillas energéticas" del Cosmos. Finalmente, si uno invocó un acto-entidad, tiene muchas posibilidades de que la entidad, expulsada durante el tratamiento del acto siniestro, se vuelva contra él mismo. Y hay más, mucho más...
4.5. Tratamiento de las consecuencias.
Una vez retirado o exorcizado el acto siniestro, es preciso tratar las consecuencias. Las consecuencias son independientes del acto siniestro, y deben ser tratadas autónomamente. Es decir: si el acto ha provocado enfermedades físicas o mentales, la víctima deberá recibir tratamiento médico convencional, psicológico y/o complementario acorde a la sintomatología que presente. Si se han producido daños sobre una relación afectiva, se debe acudir a un psicólogo o a un asesor matrimonial. Si se trata de daños sobre los bienes o patrimonios, se deberá consultar con un buen gestor o asesor para salvar lo que quede y reconstruir lo posible... En general, insistimos, las consecuencias de la pulsación siniestra deben ser tratadas de manera independiente y sintomatológica.