SAN ISIDRO LABRADOR
confesor
(+ 1170)
San Isidro Labrador fue un Santo tan humilde que no sabemos nada, ni de sus padres, ni de su infancia ni de su juventud. Sus principales biógrafos son Juan el Diácono, Hurtado de Mendoza y Alfonso de Villegas. Pero más que auténticas biografías son un catálogo de milagros, para expresar su poder de intercesión ante Dios en favor de su prójimo.
Su pequeña historia ha sido resumida así: "Allá en el siglo XII, mientras España forjaba con gloriosas hazañas la magna epopeya nacional y se abría a una civilización nueva, un labrador ignoto, vecino de Madrid -la Villa ganada a los moros por Alfonso VI- araba las tierras de su amo".
Aún se puede concretar más. Isidro nace en Madrid hacia el 1095. Se casa en Torrelaguna con María Toribia, de Uceda -Santa María de la Cabeza-. Tienen un hijo, hijo del milagro y de la santidad. Trabaja para Iván de Vargas en tierras de Carabanchel Bajo y de Getafe, en las riberas del Manzanares y del Jarama. Reza en el campo, en San Andrés, en Nuestra Señora de Atocha, en la Almudena. "Antes de labrar el suelo ¡oh tardanza de amor llena! en la Virgen Almudena labraba piadoso el cielo".
Es un Santo sencillo, todo simplicidad, al que no le cuadran muy bien la seriedad y dureza de los aguafuertes de Goya. Pero Dios derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; y se complace en revelar a los pequeños sus maravillas.
Por eso, cuando nadie se acuerda ya de su contemporáneo Alfonso VI, Madrid sigue celebrando todos los años con regocijo al Celestial Patrono de la Villa y Corte, Patrono también de los labradores y ganaderos españoles. Así le cantó su paisano Calderón: "Madrid, aunque tu valor Reyes lo están aumentando, nunca fue mayor que cuando tuviste tal Labrador". El otro gran vate madrileño, Lope, no le fue a la zaga en elogios.
Su virtud está entretejida de oración, caridad y honrado trabajo. No intenta nada extraordinario, pero todo lo hace extraordinariamente bien. Eso sí, los milagros le llueven de las manos. Dios se complace en ello. Parecen una anticipación de las Florecillas de San Francisco de Asís...
"Suben las aguas del pozo, para devolverle a su hijito caído en el fondo. Revive el borriquillo y mueren los lobos que le dentellaron. Se multiplica el trigo que su piedad ofrece a los pájaros ateridos. No se agota la olla de la que socorre a los pobres. Brota el agua del pedernal, al golpe de su aguijada milagrosa..." Y el milagro más famoso: Isidro es acusado por envidia de abandonar el trabajo por ir a Misa. Iván de Vargas quiere comprobarlo y ve, asombrado, cómo descienden los ángeles a empuñar la esteva, mientras Isidro oye Misa en la Almudena.
Junto a la ermita del Manzanares está la fuente milagrosa. La devoción popular ha colocado estos versos ingenuos: "Pues San Isidro asegura que si con fe la bebieres y calentura tuvieres volverás sin calentura".
El año 1170, silenciosamente, entregó su alma a Dios. Su cuerpo incorrupto se conserva en la iglesia de San Andrés. "¡Oh arado, oh esteva, oh aguijada de San Isidro, sois tan inmortales como la tizona del Cid, el báculo de San Isidoro, la corona de San Fernando y la pluma de Santa Teresa!".
El 12 de mayo de 1622 fue un gran día para España. Gregorio XV canonizaba con San Isidro, a tres españoles más: Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Teresa de Jesús.
confesor
(+ 1170)
San Isidro Labrador fue un Santo tan humilde que no sabemos nada, ni de sus padres, ni de su infancia ni de su juventud. Sus principales biógrafos son Juan el Diácono, Hurtado de Mendoza y Alfonso de Villegas. Pero más que auténticas biografías son un catálogo de milagros, para expresar su poder de intercesión ante Dios en favor de su prójimo.
Su pequeña historia ha sido resumida así: "Allá en el siglo XII, mientras España forjaba con gloriosas hazañas la magna epopeya nacional y se abría a una civilización nueva, un labrador ignoto, vecino de Madrid -la Villa ganada a los moros por Alfonso VI- araba las tierras de su amo".
Aún se puede concretar más. Isidro nace en Madrid hacia el 1095. Se casa en Torrelaguna con María Toribia, de Uceda -Santa María de la Cabeza-. Tienen un hijo, hijo del milagro y de la santidad. Trabaja para Iván de Vargas en tierras de Carabanchel Bajo y de Getafe, en las riberas del Manzanares y del Jarama. Reza en el campo, en San Andrés, en Nuestra Señora de Atocha, en la Almudena. "Antes de labrar el suelo ¡oh tardanza de amor llena! en la Virgen Almudena labraba piadoso el cielo".
Es un Santo sencillo, todo simplicidad, al que no le cuadran muy bien la seriedad y dureza de los aguafuertes de Goya. Pero Dios derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; y se complace en revelar a los pequeños sus maravillas.
Por eso, cuando nadie se acuerda ya de su contemporáneo Alfonso VI, Madrid sigue celebrando todos los años con regocijo al Celestial Patrono de la Villa y Corte, Patrono también de los labradores y ganaderos españoles. Así le cantó su paisano Calderón: "Madrid, aunque tu valor Reyes lo están aumentando, nunca fue mayor que cuando tuviste tal Labrador". El otro gran vate madrileño, Lope, no le fue a la zaga en elogios.
Su virtud está entretejida de oración, caridad y honrado trabajo. No intenta nada extraordinario, pero todo lo hace extraordinariamente bien. Eso sí, los milagros le llueven de las manos. Dios se complace en ello. Parecen una anticipación de las Florecillas de San Francisco de Asís...
"Suben las aguas del pozo, para devolverle a su hijito caído en el fondo. Revive el borriquillo y mueren los lobos que le dentellaron. Se multiplica el trigo que su piedad ofrece a los pájaros ateridos. No se agota la olla de la que socorre a los pobres. Brota el agua del pedernal, al golpe de su aguijada milagrosa..." Y el milagro más famoso: Isidro es acusado por envidia de abandonar el trabajo por ir a Misa. Iván de Vargas quiere comprobarlo y ve, asombrado, cómo descienden los ángeles a empuñar la esteva, mientras Isidro oye Misa en la Almudena.
Junto a la ermita del Manzanares está la fuente milagrosa. La devoción popular ha colocado estos versos ingenuos: "Pues San Isidro asegura que si con fe la bebieres y calentura tuvieres volverás sin calentura".
El año 1170, silenciosamente, entregó su alma a Dios. Su cuerpo incorrupto se conserva en la iglesia de San Andrés. "¡Oh arado, oh esteva, oh aguijada de San Isidro, sois tan inmortales como la tizona del Cid, el báculo de San Isidoro, la corona de San Fernando y la pluma de Santa Teresa!".
El 12 de mayo de 1622 fue un gran día para España. Gregorio XV canonizaba con San Isidro, a tres españoles más: Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Teresa de Jesús.