AVENTURAS EN EL PARAMO DE LOS CONEJOS, SIERRA LA CULATA EN MERIDA, VENEZUELA
Sobre apariciones, duendes y cuentos de caminos se ha contado mucho; es de fama las leyendas y mitos sobre la experiencias extrasensoriales que se perciben en las montañas del estado Mérida en los altos páramos, en los que, la bruma de la densa neblina y la lluvia que en las tardes ocurre, sobre todo en los meses de lluvia; se puede ver el caminante en una tempestad de nieve que son comunes en los meses de julio agosto y septiembre.
La soledad de los parajes en los que por razones del éxodo de los nativos de esos lares se mantiene por lo general ausente de personas, a no ser por la presencia de algún campesino en búsqueda de vacunos descarriados o para llevarles sal, así como proceder a vacunarlos periódicamente.
En casos muy raros se encuentran excursionistas caminando y disfrutando la naturaleza, que por sus gratas bellezas y seguridad de los caminos invitan a recorrerlos ejerciendo el ecologismo responsable.
En el caso que nos ocupa, se trata de un grupo de obreros que construyeron la estructura de lo que se denomina la canaleja, a tres horas en ascenso caminado desde El Manzano Alto, vía Jají.
Ocurrió que en el lugar ubicado a seiscientos metros del lugar en el que está la capilla, el personal de la empresa levantó el campamento base para el resguardo de los obreros allí al contrario de los otros lugares en los que se quedaron comenzó a ocurrir hechos y situaciones que alertaban a los trabajadores en las madrugadas. Situaciones como la de extraños ruidos mover las ollas, halarle los pies a la persona que estaban dormidas. Una situación extrema luego de varios días percibiendo esa experiencia fue la del ataque sufrido por operarios en diferentes madrugadas que consistió en sentirse sofocados por un ente que penetraba en la tienda e ejercía presión sobre la garganta de la persona para tratar de sofocarlo. Hubo aquellos, que dieron haber visto un ser extraño que salía de la tienda cuando la luz de la linterna se encendía; lo descubrieron como un ser pequeño de baja estatura y deforme que raudo y rápido se escabullía del lugar de hospedaje.
Por varias semanas los obreros resistieron los embates del ente que repetidamente los agredía, los irritaba y asustaba hasta que la situación se tornó irresistible por lo que los obreros prefirieron bajar hasta el Manzano alto todas las tardes para dormir en sus casas y madrugar para retornar al sitio de trabajo e vez de enfrentarse a la tenebrosa vista que noche con noche invadía de miedo al campamento.
Los ancianos del lugar y los parameros argumentaron que se trataba de un duende que tenía su tesoro cercano al lugar en el que los obreros construyeron el campamento en algunos casos se trataba de betas de oro, desconocidas para los humanos.
Cuando el campamento se cambio varias semanas después la visita del fastidioso ente dejaron de sentirse y todo volvió a la calma.
Créalo o no este relato se basa en hechos reales contados por sus actores.
Sobre apariciones, duendes y cuentos de caminos se ha contado mucho; es de fama las leyendas y mitos sobre la experiencias extrasensoriales que se perciben en las montañas del estado Mérida en los altos páramos, en los que, la bruma de la densa neblina y la lluvia que en las tardes ocurre, sobre todo en los meses de lluvia; se puede ver el caminante en una tempestad de nieve que son comunes en los meses de julio agosto y septiembre.
La soledad de los parajes en los que por razones del éxodo de los nativos de esos lares se mantiene por lo general ausente de personas, a no ser por la presencia de algún campesino en búsqueda de vacunos descarriados o para llevarles sal, así como proceder a vacunarlos periódicamente.
En casos muy raros se encuentran excursionistas caminando y disfrutando la naturaleza, que por sus gratas bellezas y seguridad de los caminos invitan a recorrerlos ejerciendo el ecologismo responsable.
En el caso que nos ocupa, se trata de un grupo de obreros que construyeron la estructura de lo que se denomina la canaleja, a tres horas en ascenso caminado desde El Manzano Alto, vía Jají.
Ocurrió que en el lugar ubicado a seiscientos metros del lugar en el que está la capilla, el personal de la empresa levantó el campamento base para el resguardo de los obreros allí al contrario de los otros lugares en los que se quedaron comenzó a ocurrir hechos y situaciones que alertaban a los trabajadores en las madrugadas. Situaciones como la de extraños ruidos mover las ollas, halarle los pies a la persona que estaban dormidas. Una situación extrema luego de varios días percibiendo esa experiencia fue la del ataque sufrido por operarios en diferentes madrugadas que consistió en sentirse sofocados por un ente que penetraba en la tienda e ejercía presión sobre la garganta de la persona para tratar de sofocarlo. Hubo aquellos, que dieron haber visto un ser extraño que salía de la tienda cuando la luz de la linterna se encendía; lo descubrieron como un ser pequeño de baja estatura y deforme que raudo y rápido se escabullía del lugar de hospedaje.
Por varias semanas los obreros resistieron los embates del ente que repetidamente los agredía, los irritaba y asustaba hasta que la situación se tornó irresistible por lo que los obreros prefirieron bajar hasta el Manzano alto todas las tardes para dormir en sus casas y madrugar para retornar al sitio de trabajo e vez de enfrentarse a la tenebrosa vista que noche con noche invadía de miedo al campamento.
Los ancianos del lugar y los parameros argumentaron que se trataba de un duende que tenía su tesoro cercano al lugar en el que los obreros construyeron el campamento en algunos casos se trataba de betas de oro, desconocidas para los humanos.
Cuando el campamento se cambio varias semanas después la visita del fastidioso ente dejaron de sentirse y todo volvió a la calma.
Créalo o no este relato se basa en hechos reales contados por sus actores.