¡A los rebeldes!¿Cómo aprenderán los hombres las lecciones y desarrollarán las virtudes producto de las experiencias humanas si todo el tiempo se obstinan en retraerse y huir de ellas? Firman pactos de prosperidad y se alían a la espiritualidad en dirección contraria a los fines de su existencia; se quejan de lo común a todos los humanos y además discriminan a los que a diferencia de ellos asumen sus trágicas existencias con valentía empleando sus recursos para superarse y pidiendo a Dios sólo lo necesario para soportar y vencerse a sí mismos en la tentación de sucumbir a lo largo de todo el tormentoso camino. Los que toman el atajo y alardean de ser los reyes del mundo desconsideran su éxito comprado como fracaso. Sobre ello se cita del evangelio las máximas de Jesús sobre las bienaventuranzas y lamentaciones que dicen: «dichosos ustedes los pobres, pues de ustedes es el reino de Dios. Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, pues quedarán satisfechos. Dichosos ustedes los que ahora lloran, pues después reirán. Dichosos ustedes cuando la gente los odie, cuando los expulsen, cuando los insulten y cuando desprecien su nombre como cosa mala, por causa del Hijo del hombre. Alégrense mucho, llénense de gozo en ese día, porque ustedes recibirán un gran premio en el cielo; pues también así maltrataron los antepasados de esa gente a los profetas. ¡Ay de ustedes los ricos, pues ya han tenido su alegría! ¡Ay de ustedes los que ahora están satisfechos, pues tendrán hambre! ¡Ay de ustedes los que ahora ríen, pues van a llorar de tristeza!¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!». No es de extrañar entonces que a menudo la renuncia al purgatorio durante la vida imponga las vicisitudes que no experimentó y ahora están presentes en la muerte y que también persista la cobardía de no resignarse a la purificación que es tormentosa también y terminen aliándose a los hombres también dedicados a incumplir su pacto predestinado, pues, tanto el vivo como el muerto que se desvían del camino en busca de atajos hacia su estabilidad a demérito de su progreso no son más que cobardes fugitivos; ambos lo son, ambos sufren la desdicha de no haber merecido la gracia de Dios en recompensa a su martirio y esfuerzos durante la vida. ¡Arrodillaos ante Dios y dad su reconocimiento, pues, vuestro destino se halla en sus manos, el Omnipotente capaz de decidir tu lugar en la desdicha o la felicidad.
Tal cual, la meta de la Umbanda es distinta a la dirección que se le ha dado a través de la explotación del recurso mágico y las alianzas sustentadas por los trueques de ultratumba. Dado que la vida le ha sido dada al hombre como una oportunidad para mejorarse y construir un mejor porvenir en donde ha de habitar durante la eternidad del Espíritu, ante el tormento de la prueba hay que desarrollar a través del conocimiento el entendimiento y capacidad de discernimiento, ímpetu, resignación y valentía suficiente para atreverse día con día a seguir adelante en un camino que de manera anticipada el propio Espíritu reconoce será un camino lleno de altos y bajos de los que muchos se olvidan mientras convierten en fobias y pesadillas que afloran como sueños, premoniciones, presentimientos ante la proximidad de los sucesos que los impresionan y les hacen contemplar más tarde la existencia de Dios y su Omnipotencia que quita la posibilidad incluso que imaginaria de disociarse de su gobierno, pues, hasta la rebeldía es fruto del ejercicio de una de sus leyes: la de libertad.
La Umbanda no quiere que el hombre se alíe a los Espíritus para fomentar alianza para ahorrarle las luchas al hombre o abreviarle los tormentos a los desencarnados. En ambos casos el sufrimiento es instrumento expiatorio merecido por desacato o negligencia. En su lugar aspira a que, los más experimentados sean capaces de sugerir estrategias y reflexiones que les ayuden a vislumbrar y discernir posibles soluciones, facilitando por la experiencia ajena la oportunidad de obtener una resolución aplicando elementos de juicio que no han adquirido por la propia experiencia, pues, en la caridad del experimentado está el auxilio para que no tropiece y tenga mejor oportunidad de la que él tuyo en su oportunidad. A la vez, ella quiere que el hombre discipline a los Espíritus, no que se conviertan en cómplices de su deserción alimentándolos en sus vicios y pasiones, idolatrándoles y confiriéndole un estatus divino que sólo le pertenece a Dios, pues, si bien la evolución debe educarlos y desprenderlos poco a poco, evitando que les quitemos de manera radical todo apego de orden bajo, no nos compete por ello caer en la corrupción de darles más o darles algo que ellos anhelan a cambio de un favor inescrupuloso que nosotros necesitemos.
La Umbanda quiere que los hombres se purifiquen y se hagan con las energías para su bienestar. No que empleen las fuerzas de la naturaleza para conquistar lo que Dios no les ha autorizado ni tampoco para gobernar a los demás. Ella quiere que el hombre y los Espíritus vivan su destino renunciando a los poderes que les han sido conferidos y acatando una voluntad sideral reflejada a través de las leyes que Dios creó y a través de las cuales Él gobierna todo lo que ha sido creado.
¡Cobardes! Que nadie se extrañe ante esa exclamación. El alma elige nacer y en qué condiciones, conoce y reconoce cada aspecto de aflicción en que se verá envuelto y soberbio y fanfarrón se creyó capaz de soportarlo: "¡será fácil!" eso dicen la mayoría, pero tan pronto perdura la agonía por una hora más de lo esperado el desespero invade y nace el instinto de huida. Hay lo que solicitó y hay lo que creó, los 2 son su responsabilidad, no la mía, la de Dios o la de otro más que el propio sujeto y aún así son pocos los hombres que rinden honor a su compromiso. ¡La vida hay que vivirla de manera legal! Todo es lícito pero no todo conviene, todo es lícito pero no todo edifica. ¡Ud. decide!
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.