Preparando la mente para los rituales
Preparar su propio baño, su defumación y hacer una bendición en sí mismo requiere en la práctica, buena voluntad, buen sentido, una pisca mínima que sea de esperanza que venga colada en la fe, en el deseo de realizar el Bien para sí, para el semejante, para la comunidad, para el universo, y una buena dosis de coraje.
Coraje de vencer la pereza, el desánimo, la flaqueza que acompaña y es resultado de las obsesiones espirituales, las actuaciones negativas y nuestros propios encuentros con nuestra realidad interior.
Nosotros, seres humanos intentamos todo el tiempo encontrar excusas para nuestras dificultades. Intentamos encontrar el culpable del lado de afuera, así como aquella persona que al maniobrar el carro en una calle, golpea la parte trasera del vehículo en el basurero instalado en la acera, arrolla a dos, generando así un perjuicio, pero, no contento, todavía desciende y patea el basurero, como si él, metal inerte, fuese el culpable de la impericia.
Resultado: dos dedos del pie quebrado y el perjuicio del arrollado, que inicialmente no era tan grande así, pero termina mayor. Ese es un ejemplo de que encarar las dificultades de frente acaba saliendo más barato, más rápido y mejor resuelto. Reconocer las dificultades propias y no arrumar excusas es un gran comienzo para un buen ritual. Escriba en algún lugar que pueda terminar visible para usted: ¡SIN EXCUSAS!
Y tome eso como meta. En la hora de buscar algún culpable, reflexione. Tenga certeza que ese primer ritual, de creer que puede vivir sin excusas para sí mismo, es un excelente camino para dominar los demonios internos. ¡Eso mismo! Esas entidades míticas tan clamadas por algunos religiosos en sus calurosos cultos pueden vivir en nuestras mentes inconscientes. Es como aquella “fuerza de costumbre”, aquel comodismo donde nuestro mental adormecido se encaja y desarrolla sistemas de protección para cuando la acción es diferente de lo cotidiano. La mente reacciona contra lo que no es costumbre. Acostúmbrese a la marginalización y a la pereza y verá que cada día termina más difícil salir de la situación. Y cuando intenta, sentirá algo queriendo expulsarlo a lo contrario. Muchos atribuirán eso a factores externos.
¿Será que hay algún hechizo hecho contra mí?
¿Quién será que no quiere que yo haga este baño de hierba?
Me sentí mal solo de pensar en rezar…
O sea, ya atribuyendo todo eso a alguna entidad mítica… de acuerdo con la expresión de H. P. Blavatsky: “la mente es buena sierva, pero cruel señor.” Y nosotros decimos: “la propia mente crea oposiciones a los esfuerzos para dominarla.” En este caso, dominar la mente es creer en sí mismo, en la magia, en el poder transformador que el ritual, el rezo o la bendición pueden traer. Creer en Dios Nuestro Padre Creador, como la verdadera fuente de todo y al invocarlo, creer realmente en su Poder Divino y Sus Fuerzas Naturales, manifestadas en nuestro medio a través de la simplicidad de la naturaleza de elementos y de la naturaleza humana, en sus matices, tonos, colores y formas y de sentimientos positivos y negativos. Es mantener el foco, la atención, la perseverancia en aquello que es el objetivo de la magia ritual.
La facilidad, por ejemplo, de sentarse al frente del computador y encontrar todo en los sitios de búsqueda, nos vuelve un tanto acomodados. Es necesaria una real voluntad de mejorar para salir del lugar común, salir de ese comodismo e ir a la lucha. La voluntad, por menor que sea, para en lo mínimo salir del lugar común y levantarse de la cama o del sofá. Con eso, esos recursos de la depresión espiritual van disminuyendo y dando lugar a una sensación optima de plenitud por realizar algo de bueno para sí mismo.
A los que consiguen vencer esa primera barrera, termina el gusto de la victoria y el sentimiento de – “¿por qué no hice eso antes?”. Un ritual de limpieza energética, un baño de hierbas, por ejemplo, sin duda ninguna podrá ayudar a sacar a la persona de un estado de obsesión espiritual que le impide observar las oportunidades que están positivamente en su camino. Pero la voluntad de salir de la situación debe permitir ese proceso ritual. Cree que puede y podrá; crea que no, y no podrá. De las dos formas usted estará correcto. Escoja lo que es mejor para usted. Entienda eso y su mente habrá dado el primer paso para que los rituales sean provechosos y plenos en su vida.
Hierbas potencializadoras, magnetizadoras y estabilizadoras. En varios tópicos encontramos el término “magnetizador” asociado a una hierba o a la preparación. Aquí no tenemos un tratado de Física, Química o de otra ciencia exacta, por tanto los términos usados son puramente paramétricos para que nosotros tengamos una referencia de la energía contenida en la hierba y como ella funciona en el lado energético vibratorio espiritual.
Las hierbas se hacen sentir por nuestro organismo astral. Nuestros cuerpos espirituales desencadenan reacciones de acuerdo con los elementos que aproximamos a ellos y las vibraciones que compartimos asociándolas a nuestra vibración humana. La llamada bioelectrografía, conocida también por foto “Kirlian”, ya demostró por experimentos, que nuestros cuerpos son animados por un aura de energía. Vibración humana registrada y anotada, variable de acuerdo con el estado de espíritu de la persona.
Las magnetizadoras son poderosas hierbas capaces de prolongar y mantener la vibración de las hierbas en su particularidad y campo de acción. Una hierba de esa categoría asociada a una preparación garante que el mismo tenga estabilidad entre los componentes y tenga el tiempo adecuado para la acción.
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.