Mito:
Mi grupo cuida de mí.
Realidad:
Es claro que “su grupo” cuida de usted. Pero ¿usted cuida de su lengua? ¿Usted cuida de su vida? ¿Usted cuida para que sea un buen instrumento de actuación del Astral Superior, o se llene de vanidad por ser aparato de tal o cual Guía? Señor (a) médium, la vanidad es puerta boquiabierta a entrada de tenebrosos que visualizan desviarnos del camino. Toda atención es poca.
Mito:
Yo hago caridad, participo en las sesiones, por lo tanto estoy libre de eso.
Realidad:
Participar en las sesiones, dar pasaje para las Entidades, Guías y Protectores nunca fue “hacer caridad”, pero si oportunidad de aprendizaje y crecimiento, pues que el mayor beneficiado es el propio médium. Ya tuve el placer de oír médiums diciendo que está donando el tiempo de él, emprestando el cuerpo de él para que el Guía haga caridad. ¡Cuanta vanidad, altivez y tontería! ¡Francamente! Todavía bien que estoy encarnado y sé que mucho tengo que aprender todavía, pues ¿si soy Guía de trabajo de ese médium mandaba él los granos? ¿Será que él no ve nunca, no aprende nunca y no siente nunca? ¿Será que está realmente con el “Guía en la cabeza”? Sinceramente pienso que no, pues la bendición que recibimos al entrar en contacto con nuestros Guías y Protectores es insustituible y se renueva en cada gira. ¡Ese médium merece eso, pero principalmente el Guía no merece un médium así!
Mito:
Si yo estoy sufriendo ataque de obsesor es por culpa del terreiro, las defensas de la casa están débiles.
Realidad:
Eso es pasar certificado de incompetencia para sus propias Entidades que hacen parte de la egrégora protectora de la casa en que actúa como médium. Nosotros los médiums es que quedamos débiles al ceder a nuestras malezas, al ceder a nuestra indolencia. Fácil eso ¿no? ¡Culpar al otro por una debilidad que es exclusivamente suya! Los Protectores y Guías están constantemente protegiéndonos, pero la intensidad de esa energía protectora está directamente ligada a nuestra capacidad de mantenernos vibratoriamente compatible a su actuación.
Mito:
Hago todo los preceptos correctamente. A mi nada me toca.
Realidad:
Mira la “omnipotencia mediumnica”. El médium que piensa así, generalmente tampoco ve “ningún problema” en atender en su propia residencia. Piensa que media docena de oraciones, puntos cantados y velas resuelven “cualquier problema”. ¡Tonto engaño! ¡Eso es vanidad, pura vanidad!
Mito:
Mi terreiro es fuerte, resuelve cualquier problema.
Realidad:
¡Mira la vanidad nuevamente! Fácil es lanzar para el terreiro y generalmente hacia el dirigente la responsabilidad total ¿no? Más allá de eso no es función del terreiro resolver ningún problema. La fuerza de un terreiro reside principalmente en la calidad de los médiums que pertenecen al cuerpo mediúmnico. Eso explica el hecho de que muchos médiums querían formar parte de un determinado terreiro, entraron, pero no consiguieron continuar en él. “Muchos son los llamados, pero pocos son los escogidos”. Terreiro bueno no es terreiro lleno de médiums, terreiro bueno es terreiro que tenga buenos médiums, o sea, médiums comprometidos verdaderamente con el bien, con la caridad y que buscan constantemente ser un buen canal de comunicación con la espiritualidad superior.

Del libro: Umbanda, Mitos y Realidades.