Por: Ginsaumyy Fernandez.

López Chirinos, el ánima del chaparro

López Chirinos regresaba de su mina acompañado por su perro. Tenía fiebre y no podía seguir más, estuvo enfermo varios días y a la sombra de un árbol de chaparro se puso a descansar, sin ayuda, por fin se murió. El perro estuvo defendiendo su cadáver de los zamuros hasta que lo encontraron. Los pobladores de El Manteco contrataron a un joven albañil de Upata que iba por esos lados buscando trabajo y los piadosos recogieron dinero para encargar al albañil de hacer la tumba para el desconocido que había muerto en el lugar. La sorpresa acompañó al joven en su trabajo, cuando al mover los restos humanos, encontró las riquezas que el muerto había traído de las minas de oro. Y en su suerte no olvidó poner algo de su parte para agradecer el obsequio. Así se construyó el mausoleo, donde los devotos siguen con su culto al ánima del chaparro.