Origen de las enfermedades
Paracelso y Hahnemann nos enseñaron a no prestar demasiada atención a los detalles de la enfermedad, sino tratar la personalidad, al hombre interior, comprendiendo que si nuestras naturalezas espiritual y mental se encuentran en total armonía, la enfermedad desaparece.

Theophrastus Bombastus von Christian Friedrich
Hohenheim ( 1493-1541) Samuel Hahnemann (1755-1843)

La enfermedad, es la consecuencia natural de la falta de armonía entre nuestros cuerpo y nuestras almas; y se rige por ‘lo similar cura lo similar’ porque es la misma enfermedad la que obstaculiza e impide que llevemos demasiado lejos nuestras acciones equivocadas, pero al mismo tiempo es una lección que nos enseña a corregir nuestro comportamiento equivocado, y a armonizar nuestras vidas con los dictados de nuestras almas.

La enfermedad es el resultado de pensamientos y acciones erróneas, y cesa cuando actos y pensamientos son puestos en orden. Una vez aprendida la lección del dolor, del sufrimiento y la desgracia, su presencia carece de propósito, y entonces desaparece automáticamente.
Otra perspectiva gloriosa se abre entonces ante nosotros, al ver que la verdadera curación puede lograrse, no repeliendo un error con otro error, sino reemplazando el error por lo correcto, lo bueno reemplazando lo malo, la luz reemplazando a la oscuridad.

Y así llegamos a comprender que no es necesario luchar más contra la enfermedad con la enfermedad; no combatiremos más a la enfermedad con sus propios productos; no intentaremos más liberarnos de las dolencias con las mismas sustancias que pueden provocarlas; por el contrario, recurriremos a la virtud opuesta, que eliminará el defecto.
Y la farmacopea de un futuro cercano contendrá sólo aquellos remedios que tengan el poder de proporcionar el Bien; descartando aquellos cuya única cualidad sea resistir al mal.
En verdad, el odio puede ser vencido por un odio mayor, pero sólo podrá ser curado por el amor; la crueldad puede impedirse mediante una crueldad más grande, pero solamente puede ser eliminada cuando se han desarrollado la benevolencia y la misericordia; puede perderse u olvidarse un miedo en presencia de otro más intenso, pero la verdadera cura de todo temor es el coraje perfecto.
Si ustedes analizan las enseñanzas de Krishna, Buda o Cristo, encontrarán en todas ellas el concepto de que le bien triunfa sobre el mal. Cristo nos enseñó a no poner resistencia al mal, a amar a nuestros enemigos, a bendecir a quienes nos persiguen: esto no responde a ‘lo similar cura lo similar’. De la misma forma, tanto en la auténtica curación como en el desarrollo espiritual, debemos siempre buscar lo bueno para liberarnos de lo malo, el amor para vencer al odio, y la luz para dispersar las tinieblas. Para ello, debemos evitar todo lo tóxico, todas las cosas nocivas, y utilizar solamente las benéficas y hermosas.



Sin duda Hahnemann, por su método de potentización, se esforzó por transformar lo erróneo en lo correcto, los venenos en virtudes, pero resulta más sencillo utilizar directamente los remedios hermosos y virtuosos.”
Las enfermedades orgánicas, tales como nosotros las conocemos, son un resultado y un producto final; son la última etapa de algo mucho más profundo. La enfermedad se origina por encima del nivel físico, más cerca del plano mental, y es enteramente el resultado de un conflicto entre nuestro Yo espiritual y nuestro yo mortal.
La enfermedad es pura y exclusivamente correctiva; no es ni vengativa (karma) ni cruel, sino el medio adoptado por nuestras propias Almas para señalarnos nuestras fallas; para evitar que cometamos más errores; para encauzarnos de vuelta por el sendero de la Verdad y la Luz, del que nunca deberíamos habernos apartado.



Relación entre problemas físicos y fallas del alma
El dolor es el resultado de la crueldad que causa dolor a otros, y puede ser tanto mental como físico; pero pueden estar seguros de que si ustedes sufren dolor, es porque alguna acción o pensamiento mezquino se encuentra presente en sus naturalezas; aléjenlos, y el dolor cesará.
Si padecen de rigidez o endurecimiento de articulaciones o miembros, por ejemplo, pueden estar igualmente seguros de que la misma rigidez está presente en vuestras mentes; se está aferrando inflexiblemente a alguna idea, algún principio, o quizás algún convencionalismo que no deberían tener.
Si sufren de asma, o dificultades respiratorias, ustedes están, de alguna manera, asfixiando a otra personalidad, o les falta coraje para hacer el bien, y eso los sofoca.
Si se encuentran débiles, o se agotan, es porque están permitiendo que alguien obstruya la entrada de la energía vital en sus organismos.
Incluso la zona del cuerpo afectada indica la naturaleza del defecto: las manos señalan un fracaso o una equivocación al actuar; los pies, una falla en ayudar a los demás; el cerebro, falta de control; el corazón, deficiencia, exceso o conducta errónea en el aspecto afectivo; los ojos, faltas en ver y comprender adecuadamente la verdad cuando está frente a nosotros. Y así, exactamente, podemos descubrir la razón y la naturaleza de cada dolencia; la lección requiere que el paciente efectúe las correcciones necesarias.
El tratamiento del mañana consistirá esencialmente en despertar y estimular cuatro cualidades en el paciente:
primero Paz;
segundo: Esperanza;
tercero: Alegría, y
cuarto: Fe.
Y todo su entorno y las atenciones tendrán ese fin, para rodear al paciente de un atmósfera de salud y luz, que lo aliente a la recuperación. Al mismo tiempo, los errores del paciente, una vez diagnósticados, le serán señalados, mientras se le proporciona la asistencia y el estímulo necesario para que pueda vencerlos.
Además de esto, se le suministrarán esos excelentes remedios que han sido divinamente enriquecidos con los poderes curativos, para hacerle conocer los canales que admiten la luz del Alma, para que así pueda ser inundado por sus virtudes curativas.
La acción de esos remedios se basa en elevar nuestras vibraciones, hacernos conocer los canales de recepción de nuestro Yo espiritual, colmar nuestras naturalezas con las virtudes que necesitamos, y hacer desaparecer de nosotros el defecto que nos está perjudicando. “
Los remedios curan, no atacando a la enfermedad, sino colmando nuestros cuerpos con las hermosas vibraciones de nuestra Naturaleza Superior, en presencia de la cual la enfermedad se funde como la nieve bajo el Sol.
Por el Dr. Edward Bach