La Magia, es adentrarse en el mundo de lo desconocido, tratando de descifrar entre otras cosas las formas de la energía (espíritu) y su desenvolvimiento en el plano terrenal. Al mago le es indiferente la religión o culto que trate de endosarse la espiritualidad presente en un rito o ceremonia; o la entidad o espíritu perturbador arraigado en algún sitio o persona; a él solo le interesa la forma en que se desenvuelve la energía y trata de sacarle el mayor de los provechos posibles, de ese espíritu o entidad según su conveniencia en particular.
El Mago, está presente en todas las religiones, cultos y sectas tratando de entender su desenvolvimiento y la forma en que manipulan las energías; aprende de cada una y la entiende; conoce y hace afinidad con tales energías, trata de ordenarlas en su mente y las va agrupando según su nivel y utilidad.
De manera que se establece un orden jerárquico en el mundo espiritual, que va de mayor a menor; visualizándose como una especie de ascensor en donde la práctica hace que trabajemos primero con la Corona Suprema (Dios Padre) antes de comenzar cualquier otro procedimiento por muy insignificante que parezca ser.
Nos situamos en el sótano y tratamos de descubrir entre la oscuridad lo que pasa en ese mundo; seleccionamos las diversos tipos de energía que allí igualmente encontramos, ya que hay diversidad de ella también; vemos sus virtudes y sus defectos, analizamos su poder y sus miedos toda vez que estas también sufren y son temerosas. Allí reina el cáos, lleno de miedo, sufrimiento, maldad por doquier, tormentos, intriga, engaño, deseo por los vicios, opresión, etc; pero entre ese desorden existe también un orden y entonces percibimos energías de alta, media y baja luz; por lo que encontramos al supremo hacedor del mal, arcángeles, ángeles, príncipes, demonios, diablos, ánimas y muertos. Estos van ascendiendo según hayan sido en vida sus actos malévolos en el plano terrenal; después, según hayan engañado y hecho pactar a la mayor cantidad de fieles, bien sea de forma voluntaria, ora involuntaria.
Pero, como el bien para el mal es un mal, también encontramos allí al bien; de manera que se nos presentan energías que realizan actos benévolos en los mortales, como por ejemplo, entre otras: curaciones, limpiezas y protecciones a sus protegidos; lo cual hace que sean sacados de ese mundo, muchas veces con nuestra ayuda o la mayoría de veces por decirlo mejor, y conducidos a otro plano de existencia. Bien, de manera que vemos siempre la constante lucha entre el bien y el mal incluso en las mismas entrañas del mal.
(por problemas con el CPU: continuará)