Hay que hacer algunas distinciones para no dejarnos llevar por una terminología que puede conducir a equívocos. El Demonio es un ser, es real, no solamente es un ser, sino que hay muchos seres que participan de la calidad del Demonio, los ángeles caídos, pero no son seres materiales, son seres espirituales. El Demonio es un ángel caído, que habiendo sido creado por Dios, por su libre decisión se hace malo y se transforma en un enemigo de la obra de Dios. No es una abstracción, no es un concepto vago. Ahora, cuando rezamos el Padre Nuestro, la última frase dice líbranos del mal. Leyendo el texto en el idioma griego en que fue escrito, la traducción más exacta sería: líbranos del malo o sea líbranos del Demonio, que tiene nombres como Demonio, Satanás, Diablo, espíritu del mal, etc. Lo que pasa es que en la historia de la Iglesia que va muy junta con la historia de las artes, el tema del Demonio ha sido utilizado por los artistas que le han prestado su imaginación. Como el Demonio es el malo, la gente empieza a buscar cómo representar lo malo y aparece un dragón, un sapo verde, pero el Demonio es un espíritu, no tiene cuerpo.