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¿De qué sirve conocer a Dios?


La pregunta sería ¿de qué sirve conocer a Dios?, ¿saber que existe es conocerlo?, ¿qué es lo que podemos conocer del Absoluto? Porque ya dedujimos algunas cuestiones acerca del Absoluto, sabemos que es el origen y destino de todo lo creado, además estamos en contacto con el Absoluto puesto que está en todas partes, ¿pero lo podemos sentir?, y si es que lo sentimos, ¿cómo es que sentimos?, puesto que si está en todas partes también está en nosotros, pero no estamos conscientes de su presencia por no saber lo que es, desconociendo su significado y trascendencia.

¿Es posible reconocer la diferencia entre la esencia, la concepción y la obra, entre el espíritu, el alma y el cuerpo, entre lo absoluto, lo subjetivo y lo relativo?, porque como se suponía que todo es relativo, la diferencia entre estos era prácticamente irresoluble, ¿en que nos podríamos basar para establecer las diferencias? Estas preguntas necesariamente tienen que tener respuestas razonables, no solamente para los eruditos del conocimiento sino para todos, ése es el propósito de la Filosofía, lo único que la justifica como ciencia; ciencia que al no haber resuelto de manera correcta estas dudas para las que fue creada, cayó en la desgracia de ser considerada como parte de la Literatura, de la imaginación de unos cuantos locos que no pudieron resolverlo para la humanidad, esto sin lugar a dudas es la mayor decepción que ha sufrido el hombre y como consecuencia, la mayor tragedia que ha sufrido su entorno, no hay conocimiento del Absoluto y por lo tanto no hay valores absolutos; si solamente existe lo relativo, pues comamos y bebamos que al fin y al cabo moriremos; si solamente existe lo relativo entonces no tenemos esperanza, no tenemos vida eterna y todo lo que hagamos es simplemente vano, solamente vanidad; si todo es relativo, nada de lo que hagamos o tengamos nos lo vamos a poder llevar, ¿de qué sirve cuidar lo que no podemos conservar? Pero lo absoluto sí existe, terrible dilema ya que solamente hemos vivido para la vanidad y ésa manera de vivir no nos brinda esperanza y no nos puede dar paz.

¿Por qué nos afligimos? ¿Por qué la vida está llena de incertidumbre y de malas decisiones? Nosotros ponemos nuestras decisiones ante un tribual del que somos los jurados, emitimos juicios de valor y ante una duda razonable somos capaces de dejar salir lo peor que existe en nosotros, ante la duda razonable escogemos al egoísmo antes que la bondad, y se comprende porque si no hay absolutos, nuestros intereses solo van a considerar lo relativo en la toma de decisiones y aún los actos de nobleza, se convertirán en actos de vanidad. Pero el problema es que al Absoluto sí lo sentimos y al escoger la vanidad nos afligimos, por eso está escrito, “vanidad de vanidades, todo es vanidad y aflicción de espíritu”, y esto se explica en el hecho de que la esencia de las intenciones se siente con los sentimientos, y si nuestra intención no considera al Absoluto antes que lo aparente, vamos a escoger la apariencia de las cosas que son vanas como el propósito de nuestras causas, antes que la esencia de las mismas obras, sacrificando nuestros sentimientos, cuando exista un conflicto de intereses, por no considerar a nuestra esencia algo valioso, y como consecuencia vamos a sentir una carga en la conciencia, carga que algunos llaman culpa y otros llaman trastornos de conciencia, que a su vez se traducen en temor.

El hecho de que no estemos conscientes del Absoluto no nos excusa de sentirlo, así como sentimos al cuerpo material, también sentimos, lastimamos o complacemos al cuerpo espiritual que también somos, ¿entonces sentimos al Absoluto?, ¿qué parte de nosotros siente su presencia?, ¿cómo es que podemos considerarlo en nuestra toma de decisiones para no salir lastimados?, ¿o estamos condenados a la vanidad?

Hay que hacer “Conciencia” que es saber lo que está pasando en el momento en el que ocurre o por medio de una reflexión respecto a lo que ocurrió, sin embargo la conciencia tiene diferentes niveles de acuerdo al entendimiento de los eventos, desde los más elementales o empíricos, pasando por el entendimiento de las razones, hasta los niveles de conciencia más elevados en donde se comprende el fundamento de la acción, la esencia misma de los actos, ¿entonces la conciencia es una herramienta del alma para conocer a Dios o es un producto de la mente?

Las sensaciones que se tienen a partir de los sentidos son lo que percibimos de nuestro entorno físico, las cuales se sienten de forma empírica hasta que entendemos las razones de cómo interactúan con nosotros, y comienza la compresión de las mismas en un proceso en el que al hacer conciencia de nuestro propio ser cobramos vida, una vida racional al ejercer nuestra voluntad sobre el mismo. Así como sentimos a través del cuerpo físico las sensaciones que tiene su origen en el universo relativo, de la misma forma sentimos otro tipo de sensaciones a través de nuestro cuerpo espiritual que tienen su origen en el Absoluto, las cuales no se perciben desde el entorno, sino se intuyen desde nuestra propia esencia, sin embargo cuando falta el entendimiento la conciencia se queda en un nivel elemental por lo que no se puede comprender el origen de esas sensaciones, ni se pueden interpretar correctamente, sólo se sabe que se sienten porque nos lastiman o nos complacen, pero no existe un conocimiento racional que nos sirva de referente para nuestro entendimiento, por lo que no podemos decir que estemos conscientes de éste cuerpo espiritual, ni tampoco del origen y destino del mismo, hasta que entendiéramos su verdadero significado.