Cuenta la leyenda que era la hora de la madrugada cuando un arriero llamado Clemente debía atravesar el camino real que conducía a la población de Ragonvalia (Colombia), tomando la vía que baja a Puente Alianza y permite el cruce del río Táchira, los tiempos eran difíciles y el trabajo de arriero producía apenas el sustento del hogar. Iluminó el camino con la pequeña luz que producía su tabaco y empezó su descenso; cuando llegó al sector El Limoncito sintió un escalofrío que le erizó toda la piel, pero trató de ignorar el miedo y arreó su bestia para acelerar el paso. Después de pasar no aguantó las ganas de voltear al sentir una presencia que lo observaba. El tabaco se le cayó del susto al observar una extraña figura que inexplicablemente aumentaba de tamaño y parecía estar cada vez más cerca. Esta vez sin pensarlo dos veces golpeó a su mula con el rejo, bajando el camino con la velocidad del rayo, mientras se metía a la boca un crucifijoque siempre colgaba de su pecho. Después de esa experiencia no volvió a cruzar esos caminos de noche, además de repetirse la inexplicable experiencia con varios arrieros de la zona que desconocían la aparición de un espanto en Mata de Guadua.