La prostitución 1zw0v2s
 
Pese a la polémica existente hoy día en el seno espirita con relación al florecimiento de un espiritismo más orientado hacia la religión y el servicio al prójimo de lo que volcado al estudio empírico del fenómeno, me atrevo a colocar a continuación, la opinión (podría decir esclarecimiento) de Ramatís con respecto al interrogatorio que se le hizo con respecto a la finalidad y misión que tiene el espiritismo (doctrina kardeciana) desde su aparición y sincretización interreligiosa.
 
Aclaración: lo que leerá a continuación no es un determinante de directriz para la doctrina espirita (aclaratoria que hago a los espiritas ortodoxos decantados por la pureza doctrinaria) y puede tomarse como una opinión. No se admiten en el presente tema conductas proselitistas y sectarias orientadas a la difamación de este u otro autor de libros espiritas ni agresiones ideológicas dirigidas hacia adeptos de otras ideologías.
PROSTITUCIÓN
 
Pregunta: ¿Qué nos podéis decir de la prostitución res­pecto de la vida espiritual?
Ramatís: Es indudable que la prostitución es el fruto de un mal comportamiento espiritual en la materia. Tampoco puede juzgarse y analizarse exclusivamente por un único pa­rámetro, porque existen innumerables factores de orden so­cial, financiero, económico, religioso, político y patológico, que deben examinarse a fin de juzgar el grado mayor o menor de esa condición humana, simplemente calificada como delito o pecado, respectivamente, por la sociedad y religiones.
 
Además, aunque se diga que es la "profesión más anti­gua del mundo", en la actualidad es creciente el número de seres que demuestran ser respetables y se entregan a esa prác­tica sexual, que se considera algo tan criticable, mercenaria o puramente placentera, contribuyendo a que desaparezca el profesionalismo de la prostitución, a causa de su generaliza­ción.
 
No obstante, ante las leyes espirituales, la prostitución es una condición que retarda el ascenso espiritual del ser, por vivir en demasía el instinto, sin objeto definido, pues debiera corresponderse moralmente con la elevación espiritual del hom­bre.
 
Pregunta: Están los entendidos y estudiosos de ese problema, que determinan que la prostitución es la peor "llaga de la civili­zación". ¿Qué nos podéis decir?
Ramatís: La peor llaga de la civilización nos parece la práctica de las guerras, que masacran y mutilan agrupaciones huma­nas formadas por viejos, mujeres, jóvenes, niños y hasta re­cién nacidos que acaban de entreabrir sus ojos a la vida física. Bajo tal "llaga" quedan los rastros de sangre, vísceras humanas pudriéndose en los campos floridos y en las ciudades civi­lizadas; mientras que los sobrevivientes gozan del derecho de poder morirse un poco más tarde de hambre, epidemias o irra­diaciones atómicas. Jamás una prostituta hizo tanto mal al mundo como los puritanos religiosos que autorizaron y aprobaron la construcción de las bombas atómicas y creyeron oportuno su lanzamiento sobre Hiroshima.
 
Los armamentistas, cuya mercadería industrial es la des­trucción de la carne humana; los monopolios que centran sus productos como la leche, el pan y los medicamentos en sus manos avaras, con lucros ilícitos y le permiten al turismo cons­tante, la "dulce vida" y paradójicamente se prostituyen muy confortablemente a bordo de un navío preparado para el efec­to psicológico y material, que despierte los instintos más pe­caminosos.
 
Pregunta: Ese comercio nefasto se presenta en forma bastante desagradable, pues casi siempre está manejado por almas corruptas. Además, existe la explotación de esas pobres almas, para satisfacción lúbrica de gozadores adinerados. ¿Cuál es vuestra opinión?
Ramatís: Es evidente el negocio de los favores femeninos, tan­to en la prostitución profesional como en los casos encubier­tos que sustentan la pusilanimidad de la hipocresía humana, y que constan como una culpa genérica de toda la humani­dad. Directa e indirectamente, pocos son los seres que no con­tribuyen mental, verbal y activamente a la continuidad de ese comercio, el que muchas veces es ejercido por necesidad de sobrevivir materialmente.
 
En consecuencia, el amor venal es el más antiguo co­mercio de la humanidad, juntamente con el religioso de los templos de la Mesopotamia. Aunque es un viejo tema de la historia terrícola, no se constituye en el peor crimen del mun­do, y actualmente, a partir de la mayor liberación y emancipa­ción de las mujeres, después del fragor de dos guerras mun­diales, surgieron transformaciones profundas que modifica­ron las estructuras, las bases morales, sociales y políticas del mundo. Es un problema inquietante, pero no el peor, entre los múltiples problemas que afectan a la humanidad. Requiere análisis y examen, para obtener una razonable solución.
 
Hay escándalos en el seno de la vanidosa aristocracia y monarquía —remanentes de los antiguos regímenes políticos— así como la burguesía adinerada y el proletariado imitador. Entre bastidores de las más avanzadas instituciones políti­cas, están los irresponsables y deshonestos en el empleo del dinero público, en cualquier país.
 
Pregunta: La prostitución, por su forma de vida disoluta y de libertad sexual extrema, ¿no es un tipo de perversión condena­ble por exponerse ante el público, y hasta oficializada en algu­nos casos?
Ramatís: En el lenguaje humano, la palabra perversión signi­fica "la acción o efecto de pervertir, cambiando del bien para el mal, corrupción, desmoralización y depravación de las cos­tumbres". Entonces el ser humano puede practicar innume­rables tipos de perversión, las que varían en su manifestación con mayor o menor perjuicio para otros, sea para la sociedad o para las instituciones políticas, sociales y aun religiosas.
 
Los tiranos del mundo practican innumerables "perver­siones", sea cuando corrompen los valores políticos y doctri­narios por los cuales son responsables o se hacen responsa­bles, destruyendo disfrazadamente con meticulosa perversi­dad y sadismo, a hombres, mujeres y hasta niños torturados por efecto de probables denuncias o espionaje. Son cambios del bien para el mal, corrupción de costumbres por medio del soborno y astucia, que se encuadran perfectamente en el tema "perversión".
 
Las cruzadas de la Edad Media fueron verdaderas prosti­tuciones religiosas, así como la Santa Inquisición, con su hi­pocresía, conduciendo herejes, judíos e infieles a las hogueras bajo el patrocinio de Fernando II e Isabel, los Reyes Católicos de España; figuras prostitutas que corrompían la ternura, el amor y la santidad del Cristo, matando con falsas y previas oraciones salvadoras, a aquellos que no seguían y servían sus intereses religiosos. Esto era en la antigüedad, pero ahora otro caso más espeluznante surgió en la segunda Guerra Mundial.
 
Cuando el pueblo aclamó la existencia de la bomba atómica y acompañó con su apoyo mental y verbal, en los diarios, la noticia salvadora del mundo —tras haberse aniquilado 120.000 japoneses por la acción pacificadora de la bomba atómica— se cambió bien por mal.
 
Nadie habla del sentido que pervirtió lo sublime de la vida, al asesinar criaturas indefensas, nacidas para la ventu­ra humana y muchas aun no salidas del vientre materno. Hubo una prostitución colectiva, genocida, en la que la menor culpa fue la del militar encargado del bombardeo que detonó la in­fernal bomba.
 
Apenas fue el agente para abrir las compuertas de las pasiones humanas, satisfaciendo el odio reprimido e incre­mentado por las pasiones políticas, diseminado en todos los pseudo-civilizados.
 
El aura abominable de la prostitución del hombre des­tructor y criminal hace que la prostitución humana apenas sea un reflejo. A la negociación de los seres muertos en los mataderos fratricidas de las guerras —producida por hom­bres depravados y prostituidos por la ambición de fortuna o de consagración política— se la caracteriza como servicio a la patria y a la humanidad.
 
Pregunta: Debemos concebir que la prostitución tiene auge y más difusión en las épocas de degradación humana, ¿no es verdad?
Ramatís: No sólo en las épocas de decadencia de una civiliza­ción dominante, como fueron las del Imperio Romano y Edad Media. En la era moderna, hubo prostitución cuando los re­yes cultivaban el hábito de tener algunas concubinas, mien­tras se acentuaban las condiciones económicas generadoras de hambre y desempleo, creando angustia por la sobreviven­cia humana. Y la hubo luego de las revoluciones, guerras y flagelos naturales, o por relajamiento de las costumbres, a causa de ciertas doctrinas aceptadas por el pueblo.
 
He ahí el porqué de que las prostitutas desempeñaran un papel importante en Atenas y Corinto, durante la edad áurea de la famosa cultura griega, donde dominaban la filosofía, el teatro, las artes en su máxima expresión. El culto a Venus, la diosa del Amor, reinaba absolutamente en la vieja Grecia, en todas sus formas y expresiones, extensivas hasta las actividades e intercambios en la vida de sus ciudades. El propio Solón, conocido como uno de los mayores filósofos y legislador griego, a falta de un médico oficial y social, prescri­bió para los atenienses, la medicación para los prostíbulos, como antídoto de la enfermedad propagada por el homose­xualismo. Bajo tal prescripción terapéutica, Solón había cons­tituido un lupanar estatal como antídoto al homosexualismo masculino y al lesbianismo.
 
Pregunta: Bajo la égida de las enseñanzas de Jesús, ¿cómo se debe encarar el problema de la mujer prostituta?
Ramatís: El Maestro Jesús, lleno de amor y comprensión por todos los hijos de Dios, fue claro en el juzgamiento de la pros­tituta, al proclamar su inolvidable sentencia, justamente a quienes eran perseguidas por adulterio: "Aquel que no tuviere pecado, que tire la primera piedra". La turba estaba enfurecida y tratando de hacer justicia por sus propias manos, mientras el Cristo cubría con su mirada mansa y angélica a la mujer adúltera y penetraba en el alma de cada uno, desentrañando en el fondo de esas almas, la existencia de su oculta prostitución. Retroce­dieron atemorizados e indecisos y no reaccionaron, pues sen­tían a la luz del día, la culpa por la prostitución, como medio de negocios sucios, que los presentes poseían muy escondido.
 
Además, ningún símbolo de redención humana fue de mayor estímulo para la sublimación femenina, que el de aque­lla figura angustiada y desesperada de María Magdalena, to­cada por la figura carismática del Cristo Jesús, liberándola del lodo nauseabundo del placer, despertándola a la luz crea­tiva del ángel adormecido en su intimidad. Bajo la égida de elevada inspiración, María Magdalena es un eterno ejemplo para todas las mujeres de mala fama, que pueden lograr su propia redención y el ingreso en las esferas angélicas, cuando se propongan "vivir incondicionalmente", en lo íntimo de su alma, el amor puro del Cristo.
 
Pregunta: En el enjuiciamiento social orientado a un sentido ético y moral de los valores de la vida, ¿es justa o criticable esa separación entre mujer "honesta" y "mujer prostituta"?
Ramatís: Ambas fueron creadas para servir en la sublime misión de la vida física, y tanto como les fuera posible, progre­sar constantemente, para liberarse de las ataduras de la vida animal e inferior. No obstante, la proverbial hipocresía mas­culina, que ve en la mujer tan sólo un objeto de placer sexual, fácilmente envuelve a la joven ingenua, inexperta o acicateada por su indescifrable impulso erótico, para integrarse en la fila de "madres solteras".
 
Innumerables veces, la joven despierta y evalúa su equi­vocado paso, pues de ahora en más será el blanco específico de la concupiscencia masculina, mientras tendrá que sopor­tar chocantes dificultades, cuando pretenda heroicamente amparar y criar al fruto de su supuesto pecado o estigma so­cial; sin posibilidad de mantenerse en el empleo, a causa del contrapeso indeseable del hijo. O bien deberá soportar la no­ticia sensacionalista del infanticidio de la "madre desnaturali­zada" que no quiso criar el fruto de sus amores clandestinos, o cuando debe soportar el aborto en las manos peligrosas de la primera "deshacedora de ángeles", en la infeliz decisión. Además y como último recurso por la gran carga que el medio social le establece, llega al alocado suicidio, ante el estigma infamante de ser una prostituta.
 
Pregunta: Psicólogos y sociólogos opinan que la base fundamen­tal de la prostitución femenina obedece a causas económicas.
Ramatís: Jamás el pretexto específico de la ignominiosa pros­titución de la mujer, creada para la santificada función de "médium de la vida", es por causas económicas o condiciones financieras. Desgraciadamente, son diversos los factores que contribuyen a la prostitución: ignorancia, inexperiencia, des­esperación, frustración, abandono, difícil sobrevivencia y aún tendencias eróticas, entre otras, son el producto del mayor crimen cometido por el hombre por falta de Amor.
 
El hombre terrícola, aún es un ser primario que aporta sus reacciones tipo troglodita a la superficie del cuerpo vesti­do con una rica tela importada. Continúa igualmente con sus satisfacciones instintivas, aunque resulten graves perjuicios para el prójimo. Raramente se aproxima a la mujer sin que, bajo su sonrisa maléfica, no vibre su deseo carnal y si le es posible, inicia la trama sofisticada para llegar a la posesión carnal de la infortunada víctima. Trata por todos los medios de llegar a su satisfacción sexual, creando un perjuicio irreversible para la mujer, y en el juego amoroso pierde su vulnerabilidad emotiva y sensible, cabiéndole al hombre el menor perjuicio y responsabilidad.
 
Se evidencia la falta de amor en el hombre por la mujer, porque es codicioso, falso en sus promesas, poco le importan los problemas de las infelices y las dificultades de la joven sacrificada a su orgía. Además, no falta el adulterio en contra de su esposa para deleitarse con las jóvenes que sacrifica.
 
Ese hombre debe reconocer que la mujer es, por encima de todo, el espejo de hermana, esposa, madre e hija. Cuando lo haga, transformará su conducta despreciativa respecto de los valores humanos y amorosos, al entender que ella es el vaso donde se perpetúa la especie y se ensaya el amor incondicional a Dios.
 
Pregunta: ¿Cómo encaran el adulterio y la prostitución los legis­ladores siderales?
Ramatís: Los mentores no clasifican el adulterio y la prostitu­ción en pecadores regulares, pero sí, en la clase patológica de las enfermedades del alma. Toda alma enferma es infeliz, por­que en su ignorancia espiritual busca su felicidad en los pro­cesos primitivos y seductores que retardan la evolución libe­radora.
 
Pregunta: ¿Cuál sería el método o la solución para que disminu­ya la prostitución en la mujer?
Ramatís: Fundamentalmente eso sería fácilmente resuelto por un buen esclarecimiento espiritual, porque la mujer como espíritu eterno y dotada de los mismos principios, obligacio­nes y sueños de felicidad del hombre, será, sin duda, más resistente para identificar las posibles maniobras de los que arrebatan la felicidad ajena, por unos segundos de embria­guez sexual, por otra parte, porque la mujer esclarecida se encuentra en el camino que le brinda la felicidad eterna.
 
Sin lugar a dudas, cabe a los legisladores la responsabi­lidad humana de establecer códigos de protección a la mujer, ante el asedio sexual, imponiendo severas penas, principal­mente cuando causa dificultades a la mujer, por satisfacerse sexualmente. La mujer esclarecida sobre los motivos de la vida espiritual, creará más defensa psicofísica. El hombre pasible de punición será obligado a responder por sus actos, sin con­templación alguna por la autoridad. De esta forma, iría disminuyendo el índice de prostitución, por falta de iniciadores de esa cruel infracción al código establecido en defensa de la her­mana mujer.
 
Respecto de los problemas de orden económico, asisten­cia social y otros, son obligaciones de la administración públi­ca, debiendo encuadrarse dentro de los derechos de la ciuda­danía en general.
 
Siendo de esta forma la mujer respetada en su fuero ínti­mo, entendiendo el hombre que es el amor, por encima de todo, consagrado al vínculo espiritual de un alma para otra alma, en vez de sólo atracción de un cuerpo hacia otro. El adulterio, los cónyuges "engañados" y la prostitución, que tanto estigmatiza a la hermana mujer en su función procreadora, también desaparecerán del orbe, como sucede con la erradi­cación de las enfermedades incurables.
 
Pregunta: El hombre que usufructúa el sexo de una joven inex­perta, que después sortea los prejuicios sociales, aun así, ¿le cabe alguna rectificación kármica en una encarnación futura?
Ramatís: Existe un viejo adagio que dice así: "El hombre pue­de engañarse a sí mismo, jamás engaña a Dios". Toda contra­vención a las leyes divinas encuadra a su infractor en la co­rrección necesaria y a cuenta del atraso de su ventura espiri­tual. El espíritu del hombre, cuando desciende para renacer en la materia, es aleccionado para realizar el compromiso asu­mido y si no cumple, es de su responsabilidad ante el esque­ma trazado por los mentores.
 

Cualquier acto indebido, pillaje o explotación material o incluso sexual, jamás dejará de "pagarse hasta el último centavo", conforme estipuló el Cristo a través de su sublime Evan­gelio.
Pregunta: ¿Qué sucede con las víctimas de los seductores que se vuelcan a la prostitución y que por esa causa, pasan a ser entidades vengativas, pero que no tienen chances de superarse?
Ramatís: Repetimos: La Ley no usa la misma medida para juzgar a todas las almas, así como no hay enfermedades sino enfermos. No existen pecados, pero sí pecadores. El médico, al medicar a un paciente, tiene en cuenta su idiosincrasia y adecúa el tratamiento conforme a sus vicios; en el código side­ral, las imprudencias e indisciplinas también son pesadas en la balanza de la justicia, los atenuantes por los bienes sem­brados, como los motivos insuperables o negligencia del que ha de ser juzgado. Siendo así, a la mujer que después de se­ducida y afectada por algún conquistador, acepta el fruto de sus entrañas, ampara y cría a su hijo bastardo, aunque termine desesperada en el lupanar y ante las peores dificultades, sin llegar a destruir el fruto de su vientre, la Ley también la contempla de acuerdo con su merecimiento, que no es poco, ante esas circunstancias bastante difíciles de sobrellevar.
 
Por otro lado, suele suceder que esa infeliz víctima, arro­jada en un prostíbulo, encuentra un esposo afectado por la misma circunstancia, consiguiendo ambos, equilibrarse en sus deberes femeninos y masculinos, ante la Ley. Otros casos ven­cen el estigma social y adoptan un trabajo modesto, pero sano moralmente, y en su peregrinaje, encuentran el hogar espiri­tista o la institución caritativa, que les ayudan a sobrepasar el duro trance. Todo lo que es créditos y débitos, ineludiblemente pasa por la justicia mayor.
 
En una existencia futura, se tienen en consideración sus dotes loables de bondad, humildad, resignación y servicios al prójimo, como motivo para favorecerle una existencia tran­quila, por ejemplo, el ingreso en una comunidad religiosa donde pueda activar los valores positivos del espíritu y eliminar de apoco, los factores negativos que contribuyeron a su decaden­cia anterior, viciosos que entregan nuevas inexpertas al mer­cado de la prostitución.
 
Pregunta: La prostitución oficializada bajo un régimen disciplinado por la salud pública, ¿no contribuye a poner traba a los acontecimientos degradantes, como violaciones y dar facilidad para que los prostíbulos reciban mejoras constantes, respecto de las jóvenes desilusionadas por los malos ciudadanos?
Ramatís: El problema es más de esclarecimiento espiritual, definición correcta de los motivos y objetivos del metabolismo sexual, demostración convincente y clara de la función del espíritu encarnado, y de los motivos superiores de su vida en un esfuerzo por una constante liberación del instinto animal. Mientras el hombre busca placeres en las cosas transitorias, efímeras y hasta enfermizas, invierte los valores espirituales en el culto decepcionante de la carne. No es en el prostíbulo oficial o estatal, bajo rigurosa asepsia, donde ha de solucionar ese problema milenario, desafiándolo con la cultura del pre­sente, para una solución lógica y sensata.
 
El amor libre, la libertad sexual y los experimentos de grupos en la búsqueda de soluciones definitivas para una ac­tividad que es transitoria, jamás podrán ofrecer la solución final. Jesús fue la entidad de mayor capacidad creativa en el mundo, porque se elevó por encima de las contingencias del sexo y de los recursos específicos de procreación, y activó la vida pura y eterna de la humanidad, delineándole el destino glorioso y sublime de felicidad eterna.
 
Es tan sintomática la precariedad de la necesidad sexual, que los grandes genios y sabios de la humanidad vivían largo tiempo sin sentir las exigencias del instinto animal, pues esa inversión de energía la destinaban a la verdadera vida del es­píritu inmortal.