HÁBITOS y COSTUMBRES:
Las costumbres son los actos repentinos que pueden mejorar la vida o perturbarla, según sean buenas o malas. Cuando perduran mucho, se llaman hábitos. Sirven de base en el aprendizaje; pero no deben producir estancamiento ni dormir a las personas en el retardo de hacer siempre lo mismo. Por repetición, se vuelven una acción automática no controlada.
Vienen siendo muy necesarios para el buen vivir en el acontecer humano. Se precisa tener hábitos, que son normas de conducta impuestas por uno mismo y también aceptadas por sugerencia de las demás personas por uno mismo y también aceptadas por sugerencia de las demás personas. Los que son correctos facilitan la vida; pero los malos hábitos perturban mucho.
Como normas de conducta programadas, los hábitos responden a órdenes dadas por uno mismo, que derivan de conceptos aceptados previamente porque, sin la aceptación personal, no se forma ningún hábito. Ante un estímulo, o novedad, dice la gente. Me gusta esto. ¡Qué bonito! Lo quiero. Inmediatamente, viene la aceptación que, por la repetición del acto, se vuelve un hábito. Cuando ya está formado, queda como una programación no consciente, automática que actúa sin necesidad de pensar y darse órdenes uno mismo.
Entonces, surge el problema porque, si son hábitos y costumbres buenos, ayudará en el vivir, proporcionará bienestar, descanso, facilitará la vida por ser uno sirviente agradecido dispuesto siempre a prestar ayuda. ¡Qué abrumador sería si tuviéramos que pensar lo que hemos de hacer a cada rato! Pero las costumbres no dicen que hagas esto o lo otro sino que se ponen a realizarlo de inmediato, cuando es el tiempo y la hora. Por ejemplo: despertarse en las mañanas, bañarse, cepillarse los dientes, desayunar, ir al trabajo, comer, dormir. No hay que pensar ni decirse uno mismo: Voy a comer, a dormir. Porque son rutinas establecidas.
En esta dependencia positiva, que es como un reloj automático, hay bienestar, orden, descanso y muchos beneficios que facilitan la vida. Ahora veamos que sucede con los malos hábitos: Tabaco, alcohol, comer carne, mal uso y abuso del sexo, drogas, vicios, loterías, apuestas en las carreras de caballos, placeres sensoriales desviados: Todo esto desajusta la vida, crea problemas, enfermedades, hasta conduce prematuramente a la muerte.
¿Cómo se forman los hábitos y costumbres? Tiene mucho que ver en ello el poder de la atención, la capacidad de razonar, la aceptación, la fuerza de voluntad. Es preciso saber discernir lo bueno de lo malo que suele tentar con apariencias muy halagadoras. Parecieran ser deseos propios; pero son sugerencias de la Otra Polaridad para envilecer y perturbar a la gente. Por ello, se debe reflexionar antes de dar cabida a un mal hábito que luego será muy difícil de quitar porque, por la repetición, se crea un egrégor que pone en dependencia, reclama y martiriza a la gente.
¿Cómo superar los malos hábitos y costumbres? No hay que enfrentarlos directamente sino polarizar, en el sentido de sustitución por otros buenos y también decidirse a sí mismo: Esto no me interesa, no me sirve, no lo quiere y quitarle todo poder por medio del desenfoque de la atención. Con ello, la concentración de energía disminuye y el hábito se va muriendo de hambre. Por supuesto, invocar siempre a la Divina Presencia, el Perdón para uno mismo, los Rayos, sobre todo, el Violeta y el Verde.
Es conveniente inculcar buenas costumbres a los niños hasta los siete años, la edad más apropiada. En la adolescencia a partir de los 14 años, viene la rebeldía de la independencia porque le corresponde tratar de ser ellos mismos y dejar la obediencia atrás, pero, la rebeldía, no manifestada en todos los casos, viene siendo la mala canalización del deseo de independizarse.
Es preciso, autoanalizarse para quedarse con los buenos hábitos que hacer falta y soltar los malos que esclavizan. Por medio del autocontrol, la disciplina, la perseverancia, dando el mando a la Divina Presencia, se puede hacer.
Socialmente, hay hábitos y costumbres malsanas, anticuadas, negativas, perjudiciales que perduran en el tiempo porque nadie se atreve a razonar, a oponerse y también por estar muy arraigados. Por ejemplo: Corridas de toros, peleas de gallos, deportes nefastos como boxeo, procesiones por las calles con vírgenes y santos. Muchas de ellas están obsoletas; pero se convirtieron en indispensables por repetición. Todo según creencias, la atención e interés que se ponga en ello y, sobre todo, la aceptación.
Amado MAestro LANTO/AE/pch
Las costumbres son los actos repentinos que pueden mejorar la vida o perturbarla, según sean buenas o malas. Cuando perduran mucho, se llaman hábitos. Sirven de base en el aprendizaje; pero no deben producir estancamiento ni dormir a las personas en el retardo de hacer siempre lo mismo. Por repetición, se vuelven una acción automática no controlada.
Vienen siendo muy necesarios para el buen vivir en el acontecer humano. Se precisa tener hábitos, que son normas de conducta impuestas por uno mismo y también aceptadas por sugerencia de las demás personas por uno mismo y también aceptadas por sugerencia de las demás personas. Los que son correctos facilitan la vida; pero los malos hábitos perturban mucho.
Como normas de conducta programadas, los hábitos responden a órdenes dadas por uno mismo, que derivan de conceptos aceptados previamente porque, sin la aceptación personal, no se forma ningún hábito. Ante un estímulo, o novedad, dice la gente. Me gusta esto. ¡Qué bonito! Lo quiero. Inmediatamente, viene la aceptación que, por la repetición del acto, se vuelve un hábito. Cuando ya está formado, queda como una programación no consciente, automática que actúa sin necesidad de pensar y darse órdenes uno mismo.
Entonces, surge el problema porque, si son hábitos y costumbres buenos, ayudará en el vivir, proporcionará bienestar, descanso, facilitará la vida por ser uno sirviente agradecido dispuesto siempre a prestar ayuda. ¡Qué abrumador sería si tuviéramos que pensar lo que hemos de hacer a cada rato! Pero las costumbres no dicen que hagas esto o lo otro sino que se ponen a realizarlo de inmediato, cuando es el tiempo y la hora. Por ejemplo: despertarse en las mañanas, bañarse, cepillarse los dientes, desayunar, ir al trabajo, comer, dormir. No hay que pensar ni decirse uno mismo: Voy a comer, a dormir. Porque son rutinas establecidas.
En esta dependencia positiva, que es como un reloj automático, hay bienestar, orden, descanso y muchos beneficios que facilitan la vida. Ahora veamos que sucede con los malos hábitos: Tabaco, alcohol, comer carne, mal uso y abuso del sexo, drogas, vicios, loterías, apuestas en las carreras de caballos, placeres sensoriales desviados: Todo esto desajusta la vida, crea problemas, enfermedades, hasta conduce prematuramente a la muerte.
¿Cómo se forman los hábitos y costumbres? Tiene mucho que ver en ello el poder de la atención, la capacidad de razonar, la aceptación, la fuerza de voluntad. Es preciso saber discernir lo bueno de lo malo que suele tentar con apariencias muy halagadoras. Parecieran ser deseos propios; pero son sugerencias de la Otra Polaridad para envilecer y perturbar a la gente. Por ello, se debe reflexionar antes de dar cabida a un mal hábito que luego será muy difícil de quitar porque, por la repetición, se crea un egrégor que pone en dependencia, reclama y martiriza a la gente.
¿Cómo superar los malos hábitos y costumbres? No hay que enfrentarlos directamente sino polarizar, en el sentido de sustitución por otros buenos y también decidirse a sí mismo: Esto no me interesa, no me sirve, no lo quiere y quitarle todo poder por medio del desenfoque de la atención. Con ello, la concentración de energía disminuye y el hábito se va muriendo de hambre. Por supuesto, invocar siempre a la Divina Presencia, el Perdón para uno mismo, los Rayos, sobre todo, el Violeta y el Verde.
Es conveniente inculcar buenas costumbres a los niños hasta los siete años, la edad más apropiada. En la adolescencia a partir de los 14 años, viene la rebeldía de la independencia porque le corresponde tratar de ser ellos mismos y dejar la obediencia atrás, pero, la rebeldía, no manifestada en todos los casos, viene siendo la mala canalización del deseo de independizarse.
Es preciso, autoanalizarse para quedarse con los buenos hábitos que hacer falta y soltar los malos que esclavizan. Por medio del autocontrol, la disciplina, la perseverancia, dando el mando a la Divina Presencia, se puede hacer.
Socialmente, hay hábitos y costumbres malsanas, anticuadas, negativas, perjudiciales que perduran en el tiempo porque nadie se atreve a razonar, a oponerse y también por estar muy arraigados. Por ejemplo: Corridas de toros, peleas de gallos, deportes nefastos como boxeo, procesiones por las calles con vírgenes y santos. Muchas de ellas están obsoletas; pero se convirtieron en indispensables por repetición. Todo según creencias, la atención e interés que se ponga en ello y, sobre todo, la aceptación.
Amado MAestro LANTO/AE/pch