DESILUSIONES.- INGRATITUD.- AFECTOS CONTRARIADOS
 
937. Las decepciones que experimentamos a causa de la ingratitud y la fragilidad de los lazos de la amistad, ¿no son también, para la persona sensible, una fuente de amargura?
- Sí, pero nosotros os enseñamos que sintáis lástima por los ingratos y los amigos infieles, porque serán más desgraciados que vosotros. La ingratitud es hija del egoísmo, y el egoísta ha de encontrar más tarde corazones insensibles como él mismo lo fue. Pensad en todos aquellos que realizaron más suma de bien que vosotros, que más que vosotros valieron y a quienes se pagó con el desagradecimiento. Pensad en Jesús mismo en la Tierra fue escarnecido y despreciado, tratado de embaucador e impostor, y no os asombréis de que os suceda lo propio. Que el bien que habéis hecho sea vuestra recompensa en el mundo, y no toméis en consideración lo que digan de él quienes lo recibieron. La ingratitud representa una prueba para vuestra persistencia en realizar el bien. Se os tendrá en cuenta, y los que os han negado serán castigados, tanto más, cuanto mayor haya sido su desagradecimiento.
 
938. Los desengaños ocasionados por la ingratitud, ¿no existirán para endurecer nuestro corazón e insensibilizarlo?
- Esto sería un error. Porque la persona sensible, como dices, es siempre feliz por el bien que realiza. Sabe que si no se acuerdan de ese bien en esta vida, lo recordarán en la otra, y que el ingrato tendrá vergüenza y remordimientos.
 
938 a. Sí, pero esa idea no impide que su corazón se sienta herido. Ahora bien, esta circunstancia, ¿no puede engendrar en ella el pensamiento de que sería más dichosa si fuera menos sensible?
- Sí, si prefiere la felicidad del egoísta. ¡Pero se trata de una lamentable felicidad! Sepa esa persona que los amigos ingratos que la abandonan no son dignos de su amistad y que se ha equivocado respecto a ellos. Visto lo cual no deberá lamentar el haberlos perdido. Más adelante encontrará amigos que sepan comprenderla mejor. Lamentad a aquellos que tienen con vosotros un mal comportamiento que no hayáis merecido, porque tendrán ellos un triste arrepentimiento. Pero no os sintáis afectados por eso: es la manera de poneros por encima de su nivel.
 
La Naturaleza ha puesto en el hombre la necesidad de amar y ser amado. Uno de los goces mayores que le son concedidos en la Tierra es el encontrar corazones que simpaticen con el suyo. Se le dan de este modo las primicias de la felicidad que le está reservada en el Mundo de los Espíritus perfectos, donde todo es amor y benevolencia. Se trata de un goce que es rehusado al egoísta.