Espiritismo y discrepancias respecto a la ley de reencarnación 1zw0v2s

Pese a la polémica existente hoy día en el seno espirita con relación al florecimiento de un espiritismo más orientado hacia la religión y el servicio al prójimo de lo que volcado al estudio empírico del fenómeno, me atrevo a colocar a continuación, la opinión (podría decir esclarecimiento) de Ramatís con respecto al interrogatorio que se le hizo con respecto a la finalidad y misión que tiene el espiritismo (doctrina kardeciana) desde su aparición y sincretización interreligiosa.
 
Aclaración: lo que leerá a continuación no es un determinante de directriz para la doctrina espirita (aclaratoria que hago a los espiritas ortodoxos decantados por la pureza doctrinaria) y puede tomarse como una opinión. No se admiten en el presente tema conductas proselitistas y sectarias orientadas a la difamación de este u otro autor de libros espiritas ni agresiones ideológicas dirigidas hacia adeptos de otras ideologías.
 
ESPIRITISMO Y DISCREPANCIAS EN RELACIÓN A LA LEY DE LA REENCARNACIÓN
 
Pregunta: Aunque concordamos con vuestras consideracio­nes, hemos compulsado obras mediúmnicas de origen inglés y americano, donde discrepan con la Ley de la Reencarnación y aseguran que los descarnados no retornan nunca más a la tierra. ¿Qué opináis al respecto?
Ramatís: Realmente, en las obras "Rumbo a las Estrellas", de Bradley, el espíritu de Johanes, responde que nada sabía de la reencarnación, mientras que Simpson, en los Estados Unidos, también alegaba la misma cosa, en las reuniones mediúmnicas de efectos físicos.
 
Cuando el Espiritismo todavía no había conquistado a los hombres del pueblo, sólo era conocido por los doctos y experi­mentadores. En base al preconcepto racial del pueblo americano y a las veleidades de la aristocracia inglesa, el mundo Espiritual tomó recaudos para velarle la realidad sobre la reencarnación en las comunicaciones con el Más Allá, hasta que la doctrina afirmase sus bases indestructibles entre el pueblo.
 
Pregunta: ¿Qué perjuicio podría provocar, que tanto los ingleses como los americanos, conocieran la realidad de la reencarnación?
Ramatís: Aún no convenía estremecer las frágiles raíces del Espiritismo naciente en Inglaterra y en los Estados Unidos, por la revelación del proceso reencarnatorio y el consecuente obstáculo para propagar la doctrina incipiente. Es evidente, que el americano no aceptaba, que en una vida futura tuviera que reencarnar como un negro, como el inglés aristocrático, podría concebir su renacimiento en la figura de un plebeyo. Los brahmanes pregonaban la reencarnación por castas, porque no po­dían aceptar la idea de tener que volver a la carne en condicio­nes inferiores, después de gozar del privilegio sacerdotal del Brahmanismo. Entonces enseñaban que el paria renacería como paria y el raja, conforme a su rango.
 
Pregunta: ¿Qué pruebas se podría presentar, para justifi­car que la reencarnación no es como la manifiestan los brahmanes?
Ramatís: No existe contradicciones en la Creación; todo lo que es visible o invisible para los sentidos del hombre, se origina de una sola fuente, ¡En Absoluto! Existe una sola esencia en lo íntimo de todos los seres, pues las discordancias exteriores son el fruto de las diversas etapas evolutivas de los seres en su variedad de manifestación. La discordancia es una ilusión captada por los sentidos corporales de las criaturas, pero inexis­tente para la visión panorámica del espíritu. Así como las per­las de un collar están adheridas por el único hilo, los espíritus del Señor están ligados por el único eslabón divino.
 
En consecuencia, Dios no creó castas privilegiadas o des­heredadas, sino, que proporciona la felicidad a todas sus cria­turas. El americano niega la reencarnación por no admitir que puede renacer en un negro despreciado; el inglés opone resis­tencia ante la posibilidad de regresar a la tierra como un mí­sero plebeyo, después de haber sido un orgulloso aristócrata; los brahmanes jamás se humillarían ante las perspectivas de retornar a la carne en la figura de parias, expulsados del orden social de la vida.
 
Sin embargo, ninguno de ellos podrá huir de su origen en común con los demás seres, en su formación de centellas lucí­feras emanadas de la misma llama del Creador. Las palabras y sofismas, jamás destruyen o desmienten la realidad divina de la Creación. Dios no admite privilegios para ninguno de sus hijos.