"Pedro, experto cazador, invitó a su amigo Juan a cazar venados. Una vez que los dos estaban montaña adentro, Pedro iba vigilante y pendiente con su rifle listo para disparar ante la inminente aparición del animal. Pero el amigo iba mirando nerviosamente para todas partes con el arma apuntando hacia el suelo…”.

—¡Compadre!— gritó Juan, ¿Aquí hay culebras?
—No, no hay —respondió Pedro con mucha firmeza.

Pero el inexperto Juan continuó nervioso, temía la aparición de alguna serpiente. Sorprendido ente algo que pisaba y se movía, gritó despavorido:” ¡Compadre una culebra!”

—¡Eso no es una culebra, eso es un bejuco! —Gritó el cazador sin dejar un momento de estar atento.

Pero el aficionado Juan sumamente asustado y sudando de miedo, todavía sentía que algo se movía bajo sus pies y gritó de nuevo:
¡Compadre cuidado, esto sí es una culebra!”.

El experto cazador perdiendo la paciencia, se volvió hacia él y le dijo enfáticamente:

—¡Oiga compadre!, ¿usted qué vino a hacer aquí?, ¿a cazar venados o a buscar culebras?

El que va a la montaña a cazar venados los encuentra, ¿por qué? Porque los hay.

En las montañas hay venados y si no, los inventa. Un buen cazador no se viene de la montaña con las manos vacías, si no caza una buena presa trae un buen cuento:

“¡Mira, se me presentó un venado por lo menos de unos cien kilos! Le disparé, salió corriendo con herida y todo y murió después, por eso no pude traerlo ".

Y si no caza una buena presa ni trae un buen cuento, entonces va a la carnicería más próxima y compra unos cien kilos de chivo tierno y fresco, pero no regresa con las manos vacías. ¡Algo se trae!

El que va a la montaña a buscar culebras las encuentra, ¿Por qué? Porque las hay y si no, las inventa o se las imagina, pero no se viene sin sus culebritas.
Y si no las ve, elabora también su buen cuento:” ¡Mira, se me apareció una mapanare por lo menos de cinco metros, si no corro ya estuviera muerto, me hubiera picado!”.
Y si de verdad no hay culebras, cualquier ramita o bejuco se convierte para él en una de ellas.

Así pasa en la vida. El que viene a vivir para cazar venados los encuentra, el que viene a buscar la felicidad la encuentra, porque la felicidad está aquí, la vida tiene momentos bellos y placenteros, los hay ¡te lo digo yo!
Sí, en esta vida hay momentos agradables, muy agradables. Para el que viene aquí a buscar la dicha cualquier momento es motivo de alegría, aunque sea doloroso.

Y si la felicidad no está en esta vida, entonces la inventa. Pero no se va de este mundo sin conseguirla.

También pasa al revés. El que viene a esta vida a buscar culebras las encuentra, el que viene a buscar tristeza la encuentra porque en esta vida también existe la tristeza. Sí, hay momentos tristes y amargos, los hay ¡te lo digo yo!
Y el que no los tiene, entonces los inventa. El que busca la amargura, la encuentra todo el tiempo y pasa por este mundo sufriendo.

El que busca defectos en las demás personas los encuentra porque los tienen, y si no los tienen, uno se los ve porque se los busca.
Si busca las cosas buenas en el prójimo también las encuentra, porque la gente que nos rodea tiene muchas cualidades.

Si buscas la felicidad, la encontrarás.
Si buscas la tristeza, también la encontrarás
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Jesucristo dice:
“el que busca encuentra” (Mt. 7, 8 ).

Pero el que busca encuentra lo que busca, no lo que existe.
Nos la pasamos buscando una cosa para encontrar otra muy distinta.
Si llenas tu corazón de eso que estás buscando, lo encontrarás. Fuente: Ricardo Bulmez