Estimados Hermanos; para lograr que el hombre pueda tener acceso a Dios, acceso que fue bloqueado por causa del pecado, es necesario comprender y entender lo siguiente: -sacado de una liturgia- Dios: “Echó (de la comunión), pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”. Dios escoge un lugar, donde su pueblo tendría oportunidad de acercarse a Él, a través de los sacerdotes, escogidos por Dios, quienes tendrían que cumplir con los requisitos de santidad que Dios mismo les habría de imponer para poder lograr que la presencia del Santísimo no les consumiera. Dios mandó a preparar el modelo del TABERNÁCULO en el cual, a través de su paso por el desierto el pueblo tendría acceso a Dios, pero no con libre entrada sino a través de los sacerdotes, quienes tendrían que traspasar EL VELO DE SEPARACIÓN, en la persona del SUMO SACERDOTE para poder lograr su santificación. A través de este medio, el hombre tendría contacto con Dios, pero este contacto no podía ser de acceso a todos, hasta que no se hiciera el más grande de los sacrificios en la persona de Cristo “El cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, por lo que mientras esto venía, para pasar de un lugar a otro del tabernáculo, el hombre tenía que TRASPASAR EL VELO. Dios diseñó el velo de separación, fue precisamente separar y demarcar los dos lugares que existirían en el tabernáculo de reunión, haciendo así énfasis en la separación del hombre de Él. Dios establecería la única manera en que el hombre podía acercarse a Él, la cual sería única y exclusivamente a través del sacrificio. Dios establecía con esto SU SANTIDAD frente a la imperfección del hombre obtenida por el pecado. Jesús, con sus palabras testifica cómo tomó el pecado de la humanidad sobre Él, y cómo por medio de su sangre traspasó el velo de separación. En el momento en que derrama su última gota de sangre (su vida) en expiación por el pecado, el velo de separación… “se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”.
Esta rotura lleva a todo hombre que confía en Dios a obtener la libertad, para poder entrar por Cristo, en el lugar santísimo celestial tomando la sangre de Cristo y rociándola delante de Dios para poder, a través de Él, entrar al trono de la gracia, por una sola ofrenda tenemos acceso al trono de Dios, en los cielos, su lugar santísimo eterno.
En esta manera, todo aquel que entrega su alma a Dios con una oración de arrepentimiento, entendiéndose culpable por el hecho de que su pecado fue la razón por la cual la sangre de Cristo fue derramada en la cruz del Calvario, tendrá perdón comunión con Dios y salvación eterna.
Por tanto, los tres (3) velos para entrar al Trono de la Gracia y poder ver a Dios y con ello fenecer perdiéndose toda la información nuestra, pero uniéndonos a la energía Divina, se pueden resumir en:
1) La ofrenda y perfecta oración.
2) El sacrificio, la caridad y la bondad.
3) La perfección exenta de toda maldad, que nos hace traspasar a los coros, querubines y los tronos que se encuentran a las puertas del templo de Dios.