Transcrito en el libro Lecciones de Sabiduría – Chico Xavier
Pregunta:
Chico, estamos frente de una onda creciente de violencia en todo el mundo. ¿A qué atribuyen los espíritus ésta ocurrencia? Nos gustaría que usted se detuviese también en el problema de esta corrida de la población a las armas, para defensa personal. ¿Cómo usted ve todo eso?
Chico Xavier:
“–Hemos debatido este problema con diversos amigos, inclusive con nuestros benefactores espirituales y ellos son unánimes en afirmar que la soledad genera el egocentrismo y ese egocentrismo exagerado reclama un espíritu de auto-defensa, muy avanzado en que las criaturas, a veces, se pierden en verdaderas alucinaciones.
Entonces la violencia es una consecuencia del desamor que hemos vivido en nuestros tiempos, conforto tal vez excesivo que la era tecnológica nos proporciona. La criatura va expandiéndose por facilidades materiales y se olvida de que nosotros precisamos de amor, paciencia, comprensión y cariño.
La ausencia de estos valores espirituales va creando esta agresividad exagerada en el relacionamiento entre las personas o entre muchas de las personas en nuestro tiempo.
De modo que precisaríamos incluso de una campaña de evangelización, de retorno al Cristianismo en su característica más simple para que vengamos a comprender que no podemos pedir asistencia espiritual a una excavadora, no podemos pedir socorro a determinados molinos que hoy sirven como recursos de investigación en pleno firmamento, nosotros precisamos de estos valores, de unos para con otros.
Cuando nos volteamos para el sentimiento, para el corazón, acreditamos que tanto la violencia, como la corrida a las armas para defensa personal decrecerán al punto mínimo y vamos extinguiendo esto, poco a poco, a la medida que crecemos en manifestaciones de amor, recíprocamente.”
Chico, estamos frente de una onda creciente de violencia en todo el mundo. ¿A qué atribuyen los espíritus ésta ocurrencia? Nos gustaría que usted se detuviese también en el problema de esta corrida de la población a las armas, para defensa personal. ¿Cómo usted ve todo eso?
Chico Xavier:
“–Hemos debatido este problema con diversos amigos, inclusive con nuestros benefactores espirituales y ellos son unánimes en afirmar que la soledad genera el egocentrismo y ese egocentrismo exagerado reclama un espíritu de auto-defensa, muy avanzado en que las criaturas, a veces, se pierden en verdaderas alucinaciones.
Entonces la violencia es una consecuencia del desamor que hemos vivido en nuestros tiempos, conforto tal vez excesivo que la era tecnológica nos proporciona. La criatura va expandiéndose por facilidades materiales y se olvida de que nosotros precisamos de amor, paciencia, comprensión y cariño.
La ausencia de estos valores espirituales va creando esta agresividad exagerada en el relacionamiento entre las personas o entre muchas de las personas en nuestro tiempo.
De modo que precisaríamos incluso de una campaña de evangelización, de retorno al Cristianismo en su característica más simple para que vengamos a comprender que no podemos pedir asistencia espiritual a una excavadora, no podemos pedir socorro a determinados molinos que hoy sirven como recursos de investigación en pleno firmamento, nosotros precisamos de estos valores, de unos para con otros.
Cuando nos volteamos para el sentimiento, para el corazón, acreditamos que tanto la violencia, como la corrida a las armas para defensa personal decrecerán al punto mínimo y vamos extinguiendo esto, poco a poco, a la medida que crecemos en manifestaciones de amor, recíprocamente.”
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«Aparte del Espíritu protector ¿está unido un mal Espíritu a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
- "Unido" no es la palabra exacta. Bien es verdad que los malos Espíritus tratan de desviar del camino recto al hombre cuando se les presenta la oportunidad: pero si uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por determinación propia, porque espera que el hombre le haga caso. Entonces se desarrolla una lucha entre el bueno y el malo, y la victoria corresponderá a aquel cuyo dominio el individuo entregue»
Libro de los Espíritus, cuestión 511.