Conopaima:
Algunos autores lo llaman Coropaima, pero su nombre es tal como aparece escrito en el subtítulo. También fue hombre de confianza de Guaicaipuro. Alcanza el cacicazgo después de la muerte de éste. Tenía gran arrojo y valentía, aunque al final de su vida al amor que sentía por su mujer y por sus hijas lo inclinó hacia la paz y no se atrevió a vengar al bravo Sorocaima.
Tomó parte junto con otros caciques en el sitio de Maracapana, en 1568.
Como estratega, observó que muchos de sus hombres tenían falta de creencia de que hombre y caballo eran un solo cuerpo, idea que destruyó haciéndoles ver que el soldado, al ser herido, se apartaba de su cabalgadura. También acabó con el mito del animal de dos cabezas, que a veces se confundía con la creencia de que el perro iba junto con el caballo. Ambas fantasías acobardaban algunos de sus hombres y esto restaba poderío a sus ataques. Venció en muchas peleas al lado de Guaicaipuro y como jefe ganó en Las Adjuntas.
Después del famoso enfrentamiento contra Garci González de Silva, en el sitio de Los Carrizales, en 1572, donde al bravo Sorocaima le es amputada la mano antes de morir, el Cacique Conopaima, decide buscar la paz con el invasor. Piensa que es imposible la victoria. Razona con sus hombres y llegan a la conclusión de que no hay posibilidades de vencer y que de seguir la guerra no les espera sino el exterminio total. Busca y consigue la paz, pero cuenta el historiador García de La Torre, que una noche en que el viejo cacique bajó con sui esposa, una bella joven india, a un pozo del río Macarao, en donde les gustaba nadar a la luz de la luna, los españoles los emboscaron y sin respetar su intimidad les dispararon para matarlos. La mujer del cacique resultó herida. Conopaima, la tomó en sus manos y ya en la curiara decidió lanzarse con ella, que ya expiraba, al río, para morir juntos, pero no fue necesario. El arcabuz de un alevoso soldado indigno de su estirpe hispánica acabó con la vida del cacique. Los cadáveres fueron recogidos y enterrados a la orilla de un bucare gigantesco que, con el tiempo, produjo flores tan bellas que hicieron nacer la leyenda de que eran los suspiros de amor de Conopaima y su bella princesa pequeña.[/size]
Autor: GÓMEZ, Carlos Alarico
Bibliografía: Los Caciques de Venezuela
Editorial: PANAPO.