Me contaron que había un espíritu que invocabas llamado lycan que te hechizaba para transformarte en hombre lobo, que tan cierto saben de este espíritu o espíritus que se relacionen
Zoantropia es el fenomeno en que los espiritus desencarnados devotos del mal se tornan visibles a los hombres bajo formas animalescas, demostrando su degradacion tanto moral como espiritual. Esas formas son de las mas diversas, sin olvidar la forma "diabolica" en que muchos se presentan, con cara de hombre, cachos, patas y rabo de chivo, o sea, un ser mixto de hombre y animal.
Muchos libros de ficcion fueron escritos sobre el tema, y tambien surgieron varias peliculas y novelas explorando el asunto. Como siempre, en el fondo de las leyendas y de la imaginacion popular hay siempre una verdad a ser encontrada. Mas es preciso no aceptar todo y tampoco negar todo. No existe lo sobrenatural, porque todo lo que ocurre en la naturaleza es natural, obedeciendo a leyes emanadas del Creador. El desconocimiento de esas leyes es que nos lleva a la supersticion. Es por eso que el hombre coloca "aderezos" a la verdad para desfigurarla.
Muchas personas ya me contaron casos de hombres-lobo (licantropo) y juran que lo vieron. Esta vez, voy a dejar de lado esos casos y narrar algunos encontrados principalmente dentro de la hagiografia y de la literartura espirita.
Las fuerzas malevolas siempre atacan a aquellos que sirven al bien. Y, siendo asi, no es raro encoontrarnos en la vida de los santos fenomenos de Zoantropia.
El hagiografo Jose Hussieim, en la obra Heroinas de Cristo (Editorial Poblet) relata que en la vida de Santa Gemma Galgani (1878-1903), ocurrieron dolorosos fenomenos de infestacion espiritual producidos por entidades maleficas del mundo invisible, que tomaban las mas terribles formas. Una de ellas aparecia a veces " como un perro feroz que se arrojaba sobre ella o como un monstruo gigantesco que la afligia la noche entera, gritando: Tu me perteneces! Tu me perteneces!"
San Pedro de Alcantara (1499-1562) sufrio grandemente la envestida de las fuerzas del mal, las cuales vencio con su humildad y devocion al bien. Fray Estefanio Jose Piat, en la obra San Pedro de Alcantara (Ed. Vozes), describe uno de esos ataques, acompañado de fenomenos fisicos: "El Diablo entra ahora en escena. Lo obsesa bajo formas asquerosas, lo persigue con escarnios, con ruidos y gritos nocturnos. Y llega por las vias del hecho: Lo derrumba, sofoca hasta casi estrangularle, lo cubre con una palada de piedras que, a la mañana siguiente todavia se encontraban esparcidas por la pobre habitacion".
Quien tambien recibio crueles ataques de entidades tenebrosas y vengativas, interesadas en perjudicar su obra misionera, fue Don Bosco (1815-1888). El Padre Aufiray, en la celebre obra Saint Jean Bosco (Librarie Catholique Emmanuel Vitte) describe esas persecusiones confiadas por el notable santo a los padres Cagliero, Bonetti y Ruffino, que cierta mañana lo encontraran palido y extenuado. Mas alla de los gritos oidos, vientos repentinos, jalones de la cobija, ruidos en el techo de la casa y otros fenomenos fisicos. Don Bosco enfrento tambien los fenomenos de Zoantropia (inclusive de licantropia) probando su mediumnidad poderosa y gran espiritualidad. Los perseguidores desencarnados aparecian "bajo las expresiones de animales feroces, tigres, lobos, serpientes o bajo el aspecto de monstruos indescriptibles, que lo atacaban furiosamente".
San Geraldo Majela (1726-1755), cuya vida fue empolvada por los mas extraordinarios fenomenos, no escapo tambien a la zoantropia. Su hagiografo, padre Montes, narra varios casos en la obra San Geraldo. El primero ocurrio antes del santo entrar para el noviciado de los redentoristas. Dotado de grandes virtudes y fervor, gustaba de hacer vigilia en la Iglesia de Muro, su ciudad natal. "Una noche, al abrirla puerta de la iglesia vio Geraldo en la obscuridad los enormes ojos encendidos de un perro que avanzo como si quisiese lanzarse a su cuello. El primer impulso del joven fue gritar y huir. Comprendio, sin embargo, que aquel perro descomunal, que se encontraba dentro del templo, no era un animal como los demas. Entro, tomo agua bendita e hizo la señal de la cruz. El macabro asaltante retrocedio y, dando horroroso aullido, desaparecio como por encanto":
Ya como hermano coadjutor, en Iliceto y otros conventos, numerosos grupos de "demonios" se le aparecian en forma corporea. " A veces, tal cual como los representa la imaginacion popular, con enormes cachos, fisionomia repugnante, piel roja o negra y rabo descomunal. Ejecutaban ataques simulados y daban gritos y aullidos capaces de helar la sangre a un Cristiano. Otras veces, disfrazados en enormes perros negros y lobos horrendos, atacaban a Geraldo como queriendo devorarlo. Viendo que sus amenazas no impresionaban al heroico joven, los espiritus infernales no se contentaran con berridos y amenazas".
"Cierto dia, lanzaron sobre Geraldo, extendieron sus asquerosas manos, lo lanzaron por la tiera y lo maltrataron de tal manera que, al dia siguiente, no podia levantarse del lecho. Otra noche, se precipitaron sobre el dos lobos gigantes, con aullidos salvajes y, agarrandolo por la sotana, lo arrastraron por los corredores, salieron con el para el huerto y alla en el fondo, habiendolo arrastrado por las piedras y cuanta inmundicia habia, lo dejaron medio muerto". Intentaban tambien, lanzarlo al fuego.
Llamada de la vidente de Prevorist, Frederica Hauffe (1801-1829), sensitiva alemana de facultades excepcionales, acostumbraba expulsar los espiritus por medio de formulas escritas. A pedido del Dr. Justinus Kemer, ayudo Fritzien, una señora anciana que fue perseguida durante 24 años. #Todo comenzo cuando, al acostarse, todavia acostada, vio por primera vez un chasquido en la cama, enseguida vio un rayo de luz azulada y la aparicion de un ser semejante a una zorra, que se le aproximo a la cama y desaparecio. Otra noche percibio la mano de un niño en la suya. Esforzandose para retirarla, se sintio presa, como bajo la influencia de un gran peso. Desde entonces, se vio perturbada todas las noches, al principio por luces, despues por la aparicion de formas vivas, gatos, caballos, todos asustadores". Con la ayuda prestada por la vidente cesaron las perturbaciones en la vida de Fritzien.
En la literatura espirita encontramos explicaciones de como se procesan esas deshonras de las formas. Segun Gubio, instructor de Andre Luiz, tenemos que tomar "por base, por encima de todo, los elementos plasticos del periespiritu".
La Zoantropia no se manifiesta solo en los desencarnados. Los encarnados tambien presentan problemas de este tipo. Veamos tres casos: uno extraido de la biblia, otro de una obra de Andre Luis y el tercero narrado por el Cel. Edynardo Weyne.
El caso biblico, encontramos en Daniel (4:25 a 34), y habla del Rey Nabucodonosor. de Babilonia, que vivio como animal durante siete años,hasta que recobro el juicio, el reino de la figura humana, glorificando a Dios y su Justicia. Destaquemos el trecho en que se opera la transformacion:" Anuncian a ti, rey Nabucodonosor, que tu reino te fue arrebatado. Van a expulsarte de dentro de los hombres para hacerte vivir entre los animales de los campo, pastaras hierbas como los bueyes. Siete tiempos pasaran sobre ti, hasta que reconozcas que el Altisimo domina sobre la creacion humana y que la confiere a quien le place". (Biblia Sagrada, Editora Ave Maria, 18 edicion, 1971).
"En la misma hora se cumplio esta palabra en la persona de Nabucodonosor, y el fue lanzado de la compañia de los hombres, y comio como el buey, y su cuerpo fue mojado del rocio del cielo, de suerte que le crecieron los cabellos y el pelo, como las plumas de las aguilas, y sus uñas se hicieron como las garras de las aves".
En el capitulo 23 de la obra "En los dominios de la mediumnidad" tenemos un ejemplo de fascinacion muy interesante. Una señora, dominada por un terrible hipnotizador, acompañado por varios compañeros vengativos, adquiria aspecto animalesco, "casi que aullando y arratrandose por el suelo". Si no fuese por la asistencia espiritual, seria victima integral de licantropia deformante. El instructor Gubio explica "Muchos espiritus, pervertidos en el crimen, abusan de los poderes de la inteligencia, haciendo pesar tamaña crueldad sobre cuantos sintonicen con ellos por las deudas del pasado. A semejantes vampiros debemos muchos cuadros dolorosos de la patologia mental en los manicomios, en que numerosos pacientes, bajo intensiva accion hipnotica, imitan costumbres, posiciones y actitudes de animales diversos".
En la obra La Proxima Parada el Cel. Edynardo narra un caso interesantisimo: " El 5 de agosto de este año (1983), Valdeci Ribeiro de Souza, hijo de Joao de Souza Hijo y Francisca Ribeiro de Souza, 14 años, residente en el Sitio Coqueirinho, en Mangabeira, Aquiraz, y alumno del grupo escolar local, tuvo una crisis convulsiva. Fue llevado para el puesto Jose Frota de Mecejana, Le aplicaron una injeccion de Diasepan y recomendaron que lo condujeran al Hospital de Salud Mental para tomar un electroencefalograma, pues sospechaban epilepsia. Como las crisis continuaban, no hablaba, no dormia y lloraba sin parar, lo trajeron al Hospital de Salud Mental. Alla quedo por tres dias".
"Al volver a la casa, el cuerpo tenia marcas de golpes, rostro demacrado y un ojo negro. Conto que recogiera mucho. En nuestra reunion de Miercoles la familia lo trajo al Centro Espirita Amor al projimo. No parecia una criatura humana! La entidad que lo manipulaba le transmitio su configuracion espiritual (fenomeno de zoantropia). Adquiriera la forma de un mono macaco. Esa degradacion del periespiritu del obsesor fue luego identificado por una vidente de nuestro equipo de desobsesion. Cerca de diez personas, que se encontraban presentes, lo vieron con las manos dobladas, como si fuesen patas, intentando agredir a bofetadas. Con furia animalesca, procuraba morder, a quie se le aproximara. No hablaba, gruñia. Su expresion fidionomica era de simio. Rascaba su barriga exactamente como hacen los macacos. Su fuerza era superior a la de varios hombres juntos".
El continuaba narrando que " Despues de tres sesiones de transfusion energetica, con complementacion ectoplastica, recupero el aspecto humano y el comando de la mente. El lunes siguiente, dia de sesion publica, mas de cien asistentes de todas las clases sociales vieron el final de esta tragica metamorfosis. La vuelta de la conciencia de su propia identidad!.
"Reprimir, bloquear, drogar, someter a choques electricos o bioquimicos la incipiente mediumnidad de un paciente sensitivo es inocuo, casi perverso! Jamas el pasara de un "trapo ambulante". Nunca se llegaria a una solucion autentica como en el caso del niño-macaco. Para ese tratamiento no empleamos ningun producto farmaceutico convencional. Apenas el humilde arsenal terapeutico de Medicina de los Espiritus: La Oracion, el pase, la cooperacion de los bienhechores del espacio, agua fluidificada, amor y la fe. Principalmente la fe. Fe consciente, inamovible. Aquella fe que mueve montañas, como nos hablo el Hijo de Maria".
Para cerrar este articulo voy a narrar un caso mas ocurrido con un encarnado, cuyas facultades mediumnicas estaban comenzando a aflorar. En la obra Ala Desoito, el escritor espirita Frungilo Junior presenta un fenomeno de Zoatropia muy interesante, ocurrido con un abogado que se encontraba interno en un hospital, por presentar comportamiento anormal, debido a "visiones" que estaba teniendo. " Roberto comienza a agitarse. Abre los ojos y aquello que le parecia un sueño comienza a mezclarse con la realidad. En primer lugar, no consigue dar con el lugar donde se encuentra, iluminada por la luz , ve a su esposa acostada en el sofa, pero no la ve sola. A su lado, dos figuras animalescas asediandolas voluptuosamente. Poseen cuerpo, brazos, piernas, cabeza, como un ser humano, pero, su constitucion fisica, en lo que se refiere a lo que les sirve como tejido epidermico, son de textura animalesca y repugnante. Cascos en lugar de pies, garras como manos, ojos oblicuamente comprimidos, maxilares protuberantes, todo con fuerte olor nauseabundo y fetido, son las caracteristicas horripilantes de esas criaturas que poseen, como vestidos, apenas un tipo de capa escamosa, que mas parece una contunuacion de sus horrendos cuerpos, diferenciandose de todo el resto por su color escarlata".
Cuando la medicina terrestre se de la mano con el conocimiento espiritual, sera mas facil el tratamiento y la cura de esos problemas expuestos. Esperemos!.
Misterioso sendero de la zoantropía: experiencia profunda del hombre que, según las culturas arcaicas, le permite al hombre mutarse en el animal, no como su opuesto, sino como prolongación de sí.
La zoantropía es el supuesto poder del hombre de transformarse en animal. Multitud de creencias ancestrales atestiguan la realidad de esta experiencia. Ignacio Perez Colman, en un fascinante artículo que nos ha enviado, recorre varias ondulaciones del misterioso sendero donde el humano deviene destreza y vitalidad animal. Así, el autor explora la noción general de zoantropía, la transformación en diversos animales por parte del dios hindú Vishnú, la licantropía, la recuperación de su forma humana por parte de Apuleyo y Luciano de Samosata, y las creencias en torno a los hombres-tigre de Sumatra y el runauturuncu de Argentina. Gracias este magnético derrotero, podremos, en este momento de Simbolismo animal de Temakel, acercarnos a la frontera oscura, nocturna, y acaso real, donde el hombre deviene alma capaz de habitar o latir en el cuerpo de otros seres del mundo animal.
Desde su génesis, la modernidad desparramó sobre el mundo una nueva concepción de éste, donde toda creencia que no estuviese fundada en la razón estaría condenada al destierro. Frente a la claridad que parecían brindar las luces de la ciencia, los elementos sobrenaturales de la vida del hombre comenzaron un proceso de extinción. La creencia en la zoantropía, supuesta capacidad del hombre de metamorfosearse en animal, que se ha manifestado en casi todo el planeta; no escapó al desvelo moderno, y pasó a ser considerada como fruto de supercherías y delirios monomaníacos.
Quizá los orígenes de la zoantropía se hallen en la prehistoria, cuando el hombre se encontraba en las misma condiciones que los demás animales a la hora de procurarse alimentos. Muchas de aquellas criaturas estaban mejor equipados que el hombre para atacar y obtener un presa, lo que provocaría en él cierta impotencia ante la carencia de cualidades envidiables como la velocidad y la fuerza.
Con el fin de obtener sus codiciadas habilidades, el hombre comenzó a experimentar con el uso ritual de huesos, pieles, excrementos y cualquier otra cosa que pudiera obtenerse del animal. De esta manera, nacía el nexo entre el chamanismo y el reino animal. Con el tiempo, el chamán de la tribu tendría el poder de convocar al espíritu del jaguar o del lobo para que sirvieran de aliados a los cazadores tribales. A partir de esto, llegar a considerar a un chamán como un hombre-animal, sólo distaba de un paso.
El objetivo de este trabajo consiste en realizar un somero recorrido a través de las variadas manifestaciones zoantrópicas en los diversos rincones del planeta a lo largo de la historia de la humanidad.
En este trabajo se exponen también, algunas teorías sobre este fenómeno desde la particular visión de Elifás Leví y de Antonio González de Salas.
Aspectos generales sobre la zoantropía
La transformación de humanos en animales ha sido en todo tiempo habilidad del brujo. En una u otra forma, y más o menos preferentemente según su vocación y aptitudes, se considera que el brujo tiene la capacidad de ser zoántropo.
Se supone que existen zoántropos desde que hay brujos en el mundo, y éstos habitan en él desde tiempos inmemoriales. Previo al descubrimiento de América, había en el continente brujos declaradamente zoántropos. Entre ellos hay diferencias cuantitativas, pero están unidos por el hecho de haber realizado un pacto con el diablo, que puede ser más o menos condescendiente con unos que con otros. La diferencia estribaría, única y exclusivamente en la calidad de las aficiones y en el mayor o menor poder que el brujo recibe de su patrono.
La zoantropía fue, sin duda alguna, uno de los primeros frutos de la superstición, hermana de la ignorancia de las arcaicas sociedades humanas.
La superstición trajo al mundo al hechicero, que es su ministro, su intérprete, su representante. Ya se considere a la zoantropía como una creencia en la transmutación de seres humanos en bestias, o como un género de locura que de ella se origina (la manía lupina, por ejemplo), ofuscó y aquejó en un principio, a latinos y griegos, a los pueblos de Oriente y con posterioridad a los de Europa. Las sociedades humanas padecieron en todas partes, extravíos de la misma índole. Los tenía el Nuevo Mundo al tiempo del descubrimiento. La conquista los halló en los bohíos y en las tolderías del aborigen y en los imperios del Inca y de Moctezuma. Después de la conquista florecieron en los nuevos pobladores, en campos y ciudades.
Cuentan las relaciones historiales de los misioneros, que en las regiones que vierten al Paraná y Uruguay, había una casta de indios que eran poseídos por un espíritu maligno, que los impulsaba a penetrar en pueblos a modo de perros rabiosos y hacer en ellos carnicerías. De repente, se apoderaba de ellos un furor irresistible y, con su arco y flechas, rugiendo como fieras mataban a la gente y se la comían. Se dice que solían vagar de noche por los campos como enajenados, tomando brazas de fuego con las manos, llevárselas a la boca y engullirlas sin que les hiciesen daño. Pasado el furor, no sabían qué era aquello que interiormente les motivaba a ejecutar cosas semejantes. Estos indios eran llamados apiocarés, que quiere decir hombres protervos o sin discurso [1].El licántropo, que de Europa se trasladó con los nuevos pobladores al continente de Colón, ha podido pasar a ser zoántropo con facilidad en su nuevo domicilio. Al pisar las playas de América, se encontró con un colega que le dejaba muy atrás en habilidades. En toda la región meridional del continente hubo zoántropos. En todas las costas bañadas por el Atlántico, el licántropo halló hechiceros o brujos capaces de tomar las formas de lobo o de cualquier animal feroz cuyos instintos y poder irresistible le conviniese utilizar para satisfacer sus pasiones o para la ejecución de empresas menos interesadas. En las regiones que se extienden del Amazonas hacia el Orinoco, salió el Tejoje a recibirlo. En las regiones que comprenden desde el istmo de Panamá hacia el Orinoco se topó con el Payé o hechicero que, como el Tejoje, sobrevivió a la entrada de los españoles y portugueses.
Las mitologías y las tradiciones indias son también una rica fuente de creencias vinculadas a la zoantropía. Los brahmanes habían sistematizado las primitivas creencias del pueblo y unificado toda aspiración fetichista, ya desde el zoomorfismo más elemental al antropomorfismo más perfecto. El vishnuismo, que por un lado humaniza y por el otro zoomorfiza todas las fuerzas de la naturaleza, agrupa estas primitivas creencias, las recopila literariamente y forma un cuerpo de doctrina cuyas avataras se narran las sucesivas transformaciones que sufre el divino Vishnú.
Para librar de la muerte a los hombres, Vishnú se encarna primero en tortuga gigante y, con su fuerza colosal, como lo hiciera Hércules, sirve de soporte al mundo; en el jabalí de dientes afilados que lo limpió de los peligros; y en el monocero o pez milagroso que dirigió el rumbo de la nave de Manú cuando éste fue salvado con los suyos del diluvio. Su transformación en Hombre León o Nurisnha le permite despedazar al demonio que acometía a los dioses. En sus transformaciones humanas, Vishnú es sucesivamente Rama, Khrisna y Buda, amén de simbolizar a todos los gurús o fundadores de sectas religiosas.
Algunos avatares de Vishnú, como Khrisna y Rama, aparecen en ciertos pasajes también con atributos bestiales, en especial cuando se ven obligados a luchar contra sus enemigos.
En el mismo espíritu que los avatares indias están las "transformaciones" de los antiguos egipcios: más allá de la muerte, el egipcio esperaba renacer o, mejor dicho, sufrir transformaciones a través de diversos animales sagrados, para volver por fin a su forma humana original, que guardaba celosamente gracias a los perfectos procesos de momificación. Durante el período de pérdida de su humanidad, en las sucesivas encarnaciones zoomórficas, debía luchar contra bestias fantásticas o impías que hacían de él su presa favorita. Estas fieras se representan en jeroglíficos egipcios como hienas, chacales y, principalmente, como lobos que pueden devorar la sombra material del individuo y hacerle imposible la resurrección.
Subyaciendo con la figura del zoántropo, como ocurre con la del vampiro, se hallan rasgos de erotismo perverso que, cuando se manifiesta en el hombre, llega a la consumación de los más horribles crímenes. Esta misma característica se da en los dioses: Khrisna es un dios báquico que corretea tras idílicas y voluptuosas pastoras, pero halla el verdadero goce cuando al fin lucha contra los reyes impíos y los despedaza. Rama, bajo la tutela de Hanuman, el dios mono, marcha al frente de su ejército cuando invade Ceilán y destroza alegremente los cráneos de los enemigos.
En la tradición bíblica, existe también algunos casos de zoantropía. Caín, tras haber asesinado a su hermano Abel para arrebatarle a su esposa Aclima -dicen los talmudistas-, vagó por las selvas llevando una vida errante, y que tan agudo fue su proceso de animalización que, años después, uno de sus nietos lo mató creyéndolo una fiera salvaje.
Teorías sobre la metamorfosis zoantrópica
Según el sacerdote Rosacruz francés Alphonse Louis de Constante –más conocido como Elifás Leví (1810-1875)-, clásico expositor de la ciencia oculta, expresa en su obra Dogme et Rituel del la Haute Magie que ninguna de las personas que supuestamente son zoántropos, saben qué es lo que padecen. Leví sostiene que ninguna persona habría sido muerta por un zoántropo sin herida de sangre; que ninguno de éstos, aun herido, habría muerto en el acto y lugar de la pelea; y que los individuos que se sabían zoántropos se habrían hallado siempre en sus casas, después de haber sido perseguidos, más o menos lastimadas, pero en su cuerpo antropomorfo. Un zoántropo, según Leví, es el cuerpo sideral (1) de un hombre cuyos instintos salvajes y sanguinarios representa el lobo. Penosamente duerme en su cama y sueña que es lobo, mientras el fantasma que lo representa, el animal, vaga por el campo. Se hace manifiesta la sobreexitación, próxima al sonambulismo, que ocasiona el pánico en los individuos que le contemplan, o la particular disposición de los campesinos a ponerse en comunicación con la luz astral (2) a cuyo favor se realizan las visiones y los sueños. Los golpes que recibe el zoántropo hieren a la persona dormida que representa; lo que se verifica en virtud de una congestión ódica (Od: Fuerza vital, que todo lo penetra y que de todos los cuerpos fluye incesantemente, a manera de dinamismo cósmico. Ódico: que incluye od o pertenece a él) de la luz astral, de una correspondencia entre el cuerpo inmaterial y el cuerpo material[2].Un erudito humanista de principios del siglo XVII, D. Jusepe Antonio González de Salas, concibió, disertando sobre zoántropos, una idea muy original. Así como parece haber hombres que se transforman en bestias, se planteó el hecho de por qué no habría de ser posible que las bestias, a su vez, se transformasen en hombres. Confiesa, no obstante, que antes de él, pensaron lo mismo Simónides y Proclo; pero González, según sus palabras, aún no había leído sus obras, cuando le surgió aquella inquietud, hallazgo que dio lugar a que ya por entonces "recelasen espíritus nobles y trascendidos" que viviesen entre la gente, lobos, asnos, cerdos y otros diversos animales en figura de seres humanos, pero con hábitos, actitudes, ademanes y rasgos fisionómicos que delataban su forma e índole natural. No debería sorprender, por tanto, la probabilidad de toparse con individuos que, después de verlos y hablar con ellos, y a veces de primera ojeada; se muestren irracionales; lo cual indicaría, para González de Salas, ser bestias con apariencia de hombres [3].
Esta supuesta habilidad de los animales de transmutar se puede apreciar en El Monstruo del Mar (The Sea Thing, 1939), cuento del escritor A. E. Van Vogt, donde un dios-tiburón adquiría forma humana para vengarse de un pescador que intenta matarlo de un arponazo. La mirada del furibundo tiburón-hombre despertaba una gran perturbación entre los personajes del relato, quienes intuían que aquel hombre ocultaba un ominoso secreto.
Leví desarrolla también una teoría muy similar a la de González de Salas. Según Leví, la fisonomía de cada individuo lleva marcado el sello de su instinto predominante. Esta circunstancia le predispone a transformarse, por medios adecuados, en el animal cuyo instinto manifiesta predominar entre las condiciones de su carácter. A unos instintos contraponen otros diferentes de igual o mayor eficacia, por los que los que son equilibrados o vencidos.
Si se es un perro –dice Leví- y se busca el amor de una gata, no se debe hacer más que metamorfosearse en gato por medio de la observación, de la imitación y de la imaginación, a través de la "polarización de la propia luz animal, hasta conseguir el equilibrio de la fuerza que obraba en sentido antagónico". La Polarización magnética puede efectuarse por medio de formas animales. Los magnetizadores dan al agua pura, por sola imposición de las manos, las propiedades del vino o de un medicamento. Los domadores de fieras dominan al león, superándole mental y magnéticamente en fuerza y bravura. Los animales son los símbolos vivos de pasiones e instintos de los hombres: el hombre tímido se convertirá en liebre, y el feroz, en tigre. Leví comenta que San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, desarrolla una gran potencia mágica ordenando a sus discípulos que vean, gusten y palpen las cosas invisibles. "El jesuita comunica la eficacia de sus principios a un conjunto de voluntades igualmente acondicionadas, y cada uno de los padres de la compañía es tan fuerte como la sociedad religiosa que integra, y esta sociedad es más fuerte que el mundo". [4]
Licantropía: la celebérrima forma de zoantropía
El licántropo no representa sino una de las variadas formas de zoantropía. Sólo que la licantropía vino a ser la forma clásica, la que preponderó en Europa, e hizo olvidar todas lasa demás de las que se revistiera el zoántropo. El patrono de los hombres lobo es Licaón, rey de Arcadia y de cuyo nombre se deriva el término.
Pausianas, Platón y Ovidio han dado distintas versiones de lo que le ocurrió a Licaón, pero coinciden en señalar que su gran arrogancia y presunción lo llevó a querer burlarse de Zeus invitándole a comer un guiso preparado con el cadáver de su propio hijo. Zeus, al darse cuenta del engaño, lo castigó transformándolo en lobo.
Plinio recoge a su vez en la Historia Natural el caso de un brujo llamado Domaco que por haberse comido el vientre de un niño, era transformado en lobo durante una noche de luna llena.
Nabucodonosor, rey de Babilonia, fue metamorfoseado en buey durante siete años, como castigo divino por haber sometido a los israelitas. La leyenda dice que cuando el rey de Babilonia recuperó la forma humana, sus uñas quedaron deformadas a modo de pezuñas de buey. Afectado por un trastorno cerebral, Nabucodonosor habría padecido la llamada manía lupina o insania lupina, extraña afección que tanto apasionara a médicos, teólogos y demonólogos. Santo Tomás sostenía que la transformación de Nabucodonosor sólo existía en su exaltada imaginación.
Pero más que un buey u otra figura animal, es la del lobo la que adopta quien padece la manía lupina; y es justamente esta figura la que da origen a su denominación en todas las lenguas europeas: werewolf, loup-garou o loup-varou (del latín lupus varios), garwall, lobisome, etc.
Poetizados los licántropos por Homero, Ovidio y Apuleyo, los hombres lobo han tenido siempre una característica: no hay folklore ni religión que no haga alusión a los avatares de los dioses y demonios en su transformación bajo un aspecto seductor, punitivo o triunfante. La fatalidad ha querido que esas amables fantasías sean a menudo tomadas al pie de la letra, habiendo dado lugar así durante el Renacimiento, a discusiones interminables, y tanto más inhumanas, ya que desembocaban en la ejecución de la pena de muerte de aquellas personas consideradas brujos, acusados de haber revestido forma animal.
En la antigüedad, las creencias estaban, por otra parte, escindidas respecto del carácter divertido o maléfico de las transformaciones animales. Al lado de los trucos y trampas que los dioses empleaban para seducir a los mortales, existían verdaderas víctimas maleficios de cólera celestial, como son los casos de los compañeros de Ulises y el del ya mencionado Nabucodonosor.
El caso más flagrante de licantropía es posible que sea, sin embargo, el de Osiris, que salió de los infiernos y, adoptando la forma del lobo, ayudó a su esposa Isis y a su hijo Horus en la lucha contra el tifón.
Durante la Edad Media, los hombres-lobo podían ser identificados según señales inequívocas, cuando su transformación no era evidente: por frecuentes contorsiones corporales o su andar felino, por la hinchazón de la cara, insensibilidad a los insectos y los parásitos, respuestas extrañas que no correspondían a lengua alguna conocida, punzadas de agujas sin que hubiera efusión de sangre, y el signo más verídico: los clamores de vientre.
Mediante estas señales, y principalmente debido a los clamores abdominales, cuenta Ramón Hervas Marco, en su libro Los Hombres Monstruo, que en el siglo XVII fue detenido un hombre llamado Giles Garnier. El propio Luis XIII siguió de cerca el asunto y cuando supo que sus corchetes (suerte de cuerpo policial) habían hecho que una zorra hambrienta devorara el hígado del desdichado sin que éste manifestara dolor, autorizó su proceso.
Probado que tomaba frecuentemente la forma de lobo para cometer asesinatos, Enrique Camus, conserje del rey, manifestó al tribunal que Garnier habría ido a una viña pocos días antes de Todos los Santos y allí había atrapado a una niña de doce años a la cual mató con sus colmillos y garras.
Según demostró la instrucción, pocos días más tarde de estos hechos, Garnier habría vuelto a atacar a otra niña para devorarla. Y ya la tenía bajo sus garras para despedazarla, cuando a los gritos de la desdichada acudieron unos vecinos y pudieron salvarla, aunque, aparentemente, bastante maltrecha. Después de la fiesta de Todos los Santos, estando todavía en su forma de lobo, habría devorado un muchacho y, posteriormente, ya en su figura humana, robando un niño y con la intención de comérselo.
Quemado vivo y echadas sus cenizas al viento, Garnier no parece ser el único loup-garou registrado en los documentos franceses.
Juan Grenier, un muchacho de quince años, fue también condenado al la hoguera acusado de ser un brujo lobo y de haber comido a varios niños, según testimonió Juana Garibauc, una muchacha de su edad que habría sido atacada por él.
Estando el diablo medieval representado por el macho cabrío, no es extraño que se considerase que Satán se posesionaba de los hombres tomando rasgos animales que simbolizaran la crueldad de sus crímenes. ¿Y qué animal más cruel que el lobo a los ojos de los aldeanos europeos?
Como escribe el demonólogo Lancre: "El diablo se transforma más a gusto en lobo que en otro animal porque el lobo es devorador y, por lo tanto, más dañino que otros animales. También porque el lobo es el enemigo mortal del cordero, en cuya forma fue figurado Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor...". [5] Príncipes y Varones de toda Europa creyeron firmemente en la posibilidad de que un hombre pudiese transformarse en lobo. Segismundo (1368-1437), rey de Hungría y líder del Sacro Imperio Romano Germánico, hizo que la Iglesia reconociera oficialmente la existencia de hombres-lobo durante el concilio ecuménico de 1414. Allí, se llegó a la conclusión de que, en efecto, había licántropos u hombres que, con la ayuda del diablo, podían transformarse en lobos. Se llegó a considerar inclusive, que era una herejía negar o no creer en la existencia de licántropos. En el siglo XVI, el fenómeno adquirió tales proporciones en toda Europa que la Iglesia romana decidió llevar a cabo una investigación oficial. Entre 1520 y mediados del siglo XVII, se enumeraron unos treinta mil casos de licantropía en Europa occidental, Serbia, Bohemia y Hungría.
El poder de las flores, o cómo Luciano de Samosata recuperó su forma humana
Durante la Edad Media, y aún la moderna, se generalizó en Europa la creencia de que las personas de ambos sexos podían, a favor de ciertos hechizos o por medio de un encanto, transformar o ser transformar o ser transformadas en aves o cuadrúpedos. En unos era temporaria, dependiente de su voluntad y para sólo cumplir sus designios, buenos o malos, y en otros fatal, ineludible y perpetua. Lo más común era la forma, hábitos, condiciones e instintos de ave de rapiña, de lobo, de búho o de gato (3).Algunos autores estiman que es bajo la fuerza de drogas poderosas que los hombres pueden transformarse en bestias, pero no coinciden en señalar cuáles pueden ser exactamente las hierbas que operan el prodigio. En cambio coinciden en señalar que determinadas flores son capaces de devolverles a su primitivo estado.
Antiguamente se creía que los pétalos de la rosa eran los que tenían la facultad de "deslobar" al hombre y, en las tradiciones modernas, esta misma virtud se atribuye a la flor del acónito.
El filósofo y jurista griego, Luciano de Samosata (125-192) relata cómo queriendo transformarse en pájaro, recurrió a las artes de una bruja tesaliana para que le preparase una poción adecuada. La hechicera equivocó la fórmula, y en lugar de pájaro, Luciano quedó convertido en asno, animal que simboliza a Príapo. Tras diversas aventuras bajo la figura asnal, Luciano pasó a ser propiedad de una mujer tan licenciosa como volcánica, que encuentra en Luciano al único remedio que puede apaciguar su apetito. Pero tanta es la perversión, que su ama llega a exhibirlo en público para que todos puedan ser testigos de las proezas del asno y de los goces de ella. Esta aventura termina cuando, descansando junto a su cama, Luciano advierte que entra en la estancia un hombre cargado de flores. Entre aquellas, distinguió rosas recién cortadas; al instante, saltó del lecho. Todos creyeron que se levantaba para bailar pero, recorriendo los ramos con su hocico, escogió rosas entre las otras flores y las devoró. Entonces, con gran asombro de los espectadores, la figura del animal se desvaneció; el asno desapareció y en su lugar había aparecido Luciano, de pie y completamente desnudo. Todo el mundo quedó desconcertado a causa de la metamorfosis asombrosa e inesperada; se produjo entonces un escándalo espantoso.
El incidente termina con la presencia del gobernador, que reconoce a Luciano y ordena que sea puesto en libertad. Y aquella misma noche, con sus mejores galas, Luciano se dirigió a la casa de su antigua ama. Cenó con ella, y ya avanzada la noche, llegada la hora de irse a la cama, se levantó y creyendo realizar una hazaña, se desnudó, estimando que así le gustaría más en comparación con el burro. Pero ella, viendo que Luciano no era más que un hombre, lo miró con desprecio y le dijo que se largara, a lo que Luciano le preguntó qué crimen había cometido para merecer semejante respuesta; a lo que ella respondió que no era él sino del asno de quien estaba enamorada, que era con el animal y no con Luciano con quien se había acostado, y que pensaba que todavía conservaba su "hermosa y buena pieza" que distinguía al asno. Luego de la metamorfosis, Luciano era, en opinión de su antigua dama, un mono ridículo.
Los hombres-tigre de Sumatra y el runauturuncu
En la selva virgen el hombre se encuentra tan cerca de la naturaleza y depende tan por completo de ella, que no puede menos que sopesar todos los fenómenos que observa. A medida que el tiempo transcurre, las generaciones de los moradores de la selva entretejen teorías y fantasías alrededor de los sucesos, que luego dan lugar a grotescas leyendas.
Pocas de las leyendas de Sumatra son creídas con más firmeza por los habitantes de la selva como la que se relaciona con los ngelmu-gadongan, es decir, con los hombres-tigre.
Según las tradiciones del distrito de Palembang, Indonesia, existen seres humanos que parecen completamente normales, pero que carecen del canal del labio superior. Estas personas, según las leyendas, tienen la facultad de convertirse en tigres. Algunos lugareños afirman que en la región montañosa, en las alturas de Dempo, se decía que existía una aldea habitada exclusivamente por hombres y mujeres tigre.
Cuando adoptan la forma humana, los hombres-tigre se conducen como cualquier ser humano común y corriente. Atienden sus campos y asisten a bazares a vender sus cosechas y a efectuar sus compras, y se casan con personas de los establecimientos vecinos.
Según los lugareños en cierta época del año, los tjindaku, abandonan su morada para dirigirse a sus regiones preferidas de caza. Si llegan a alguna aldea, ingresan a ella en forma humana, suplicando a los aldeanos que les permitan pasar la noche. En el caso de que el aldeano sea poco cauto y no observe que les falta el canal del labio superior, pagará muy caro su descuido: por la mañana los vecinos sólo encontrarán sus huesos, y no se verán señales de los tjindaku.
Las leyendas sobre los ngelmu-gadongan y tjindaku no sólo se limitan a Sumatra. Gente del este de Java parece haber escuchado la leyenda de los gadongan, pero sin la fórmula mágica. Según su versión, la metamorfosis de hombres en animales opera de forma inconsciente.
El misterio de la zoantropía ha poblado con sus creaciones también la selva santiagueña. En ella hay un mito al que los antiguos pobladores de la zona solían llamar runauturuncu. Este nombre está formado por dos palabras de origen quichua: hombre (runa) y tigre (uturuncu). Este indio-tigre es un brujo. Sin embargo, los relatos de la selva no descubren el secreto de su virtud. Se cree que pudo haber sido obtenido en pacto con el diablo (Zupay), debido a razones vinculadas a la venganza, o bien para poseer el vigor animal y la inteligencia humana.
Curiosamente, el runauturuncu ha sido inmortalizado por Alfredo Guido en el mural titulado "Las leyendas del país de la selva" (1938), que se encuentra en la estación Bulnes de la línea D del subterráneo de Buenos Aires.
Conclusión:
Es notable el hecho de que prácticamente no exista cultura alguna que no haya manifestado creer en la transmutación zoantrópica, hecho que lleva a reafirmar que todas las supersticiones populares tienen su equivalente en otras épocas y regiones, y que poseen un denominador común: la naturaleza desconocida.
La zoantropía nació en un mundo que no estaba regido bajo la lente de la razón, la que, a pesar de despojar al mundo de sus costados fantásticos y míticos, felizmente lo despojó también de la ignorancia. De esta manera, sabemos hoy que ese tipo de creencias estaban fundadas en la superstición y que en muchísimos casos eran producto de perturbaciones mentales, de la autosugestión y de la ingesta de drogas alucinógenas que inducían a aquellos que las consumían a creerse zoántropos: algunos licántropos, de acuerdo con relatos del siglo XVII, aseguraban, por ejemplo, que en realidad eran lobos, pero que su cabello crecía en el interior de su cuerpo. Ejemplos como éste ponen de manifiesto la importancia de la autosugestión en aquellos individuos declarados zoántropos.
La creencia en la zoantropía y sus derivados, han llevado a que a lo largo de la historia se cometan asesinatos brutales a mucha gente por el simple hecho de haber nacido con determinadas anomalías físicas consideradas rasgos distintivos de un zoántropo.
A pesar del empecinado esfuerzo moderno en erradicar toda posibilidad de existencia de seres zoántropos , ésta no ha logrado calar con suficiente hondura en la mente de muchos hombres, quienes mantenemos, en un rincón de nuestro entendimiento, algo de ese temor primitivo hacia lo desconocido heredado de nuestros antepasados, y que le da a nuestras vidas un matiz particular.
Citas y notas:
[1] Padre Antonio Ruiz de Montoya, Conquista Espiritual del Paraguay, Paraná y Tape, en Supersticiones del Río de la Plata, de Daniel Granada, página 418)
(1) Según las doctrinas de la magia, el fluido astral condensado en cuerpo astral es una de las grandes fuerzas de la naturaleza. Todo cuerpo emite este fluido, que permite las materializaciones de los cuerpos de los difuntos y de los vivos. Es el lazo psíquico que une el mundo material o físico, al mundo inmaterial o invisible (espiritual). El cuerpo astral durante la vida del hombre, está en él y fuera de él. Irradia en torno de él, produciendo emanaciones fluídicas. Puede proyectar fuera de sí, mediante una fuerte concentración de su voluntad, su cuerpo fluídico o cuerpo astral, en parte al menos, no enteramente, ya que eso implicaría la muerte. El hombre puede, de esta manera aparecer fluídicamente (o sea, en estado de cuerpo astral) a una distancia cualquiera del punto del que se encuetra. Puede también materializarse, es decir, aparecer revestido del cuerpo físico, y desde luego recupera hasta cierto punto todas las propiedades del cuerpo verdadero. (Ernest Bosc, La Psychologie devant la Science, en Ibid., p.416).
(2) La luz astral según las doctrinas de la magia, es la fuerza-substancia universal, de la cual son modalidades todas las demás fuerzas y substancias. Sigue casi las mismas leyes que la electricidad, una de sus manifestaciones superiores. Es la gran fuerza o corriente luminosa –de donde le viene el nombre-, que mantiene las atracciones armónicas entre todos los astros. La parte más elevada de la producción corporal viene a ser el cuerpo astral, es decir, la fuerza nerviosa que circula en el organismo, la cual, así es susceptible de condensarse como de dilatarse; y de tal modo que puede salir fuera del ser humano. Es una fuerza invisible, a la que vulgarmente se la denomina vida (Papús, Traité Methodique de Science Occulte, en Ibid., p. 422).
[2] Ibid., p.422
[3] Compendio Geográfico e Histórico del Orbe Antiguo, por Pomponio Mela, con nueva y varia ilustración; traducido al castellano por D. Giusepe Antonio González de Salas. Edición de Sancha; Ibid., p. 426
[4] La Clef des Grands Mysteres, por Elifás Leví en Ibid., p.427
[5] Ramón Hervas Marco, Los Hombres Monstruo, p.138
(3) "Otras veces, acabadas de untar a nuestro parecer mudamos (las brujas) de forma y, convertidas en gallos, lechuzas o cuervos, vamos al lugar donde nuestro dueño (el demonio) nos espera, y allí cobramos nuestra forma y gozamos de los deleites, que te dejo decir, por ser tales que la memoria se escandaliza de acordarse de ellos" (Coloquio de los perros Cipión y Berganza, por M. De Cervantes, en Supersticiones del Río de la Plata)
Bibliografía:
Granada, Daniel; Supersticiones del Río de la Plata; Editorial Guillermo Kraft, Buenos Aires, 1947 Hammerly Dupuy, Daniel; Por tierras de Gorilas, Antropófagos y Mau Mau; Editorial Hachette; Buenos Aires, 1958
Hervas Marco, Ramón; Los Hombres Monstruo; Editorial Bruguera, Barcelona, 1974
Jean Marigny; El Despertar de los Vampiros; Ediciones B, Barcelona, 1999
Rojas, Ricardo; El País de la Selva; Editorial Hachette, Buenos Aires, 1956
Saunders Nicholas; Los Espíritus Animales, Editorial Debate, Barcelona, 1996
Schilling, Tom; Cacería en Sumatra y Java; Editorial Constancia; México D.F., 1957