PARA LOS MÉDIUM

Y acontecerá en los postreros días (dice el Señor), que yo derramaré mi espíritu sobre toda carne; y profetizarán vuestros hijos, y vuestras hijas, y vuestros mancebos verán visiones, y vuestros ancianos soñaran sueños. Y ciertamente en aquellos días derramaré de mi espíritu sobre mis siervos y sobre mis siervas, y profetizarán. (Hechos de los Apóstoles, capítulo II, versículos 17 y 18)
Prefacio

El Señor ha querido que la luz se hiciera para todos los seres humanos, y que penetrase en todas partes por la voz de los espíritus con el fin de que cada uno pudiera adquirir la prueba de la inmortalidad; con este objeto los espíritus se manifiestan hoy en todos los puntos de la Tierra; la mediumnidad que se revela en las personas en todas las edades y condiciones, en los hombres y en las mujeres, en los niños y en los ancianos, es una de las señales de cumplimiento de los tiempos predichos.

Para conocer las cosas del mundo visible y descubrir los secretos de la naturaleza material, Dios ha dado al hombre la vista del cuerpo, el sentido y los instrumentos especiales; con el telescopio, penetran sus miradas en las profundidades del espacio, y con el microscopio ha descubierto el mundo de lo infinitamente pequeño, Para penetrar en el mundo invisible le ha dado la mediumnidad.

Los médiums son intérpretes encargados de transmitir a las personas las enseñanzas de los espíritus, o mejor dicho, «son los órganos materiales por los cuales se expresan los espíritus para hacerse inteligibles a los seres humanos». Su misión es en la Luz, porque tiene por objeto abrir los horizontes de la vida eterna.

Los espíritus vienen a instruir al hombre sobre sus distintos futuros a fin de conducirle por el camino del bien, y no para ahorrarle el trabajo material que debe tomarse en la tierra para su adelantamiento, ni para favorecer si ambición y su codicia. De esto deben compenetrarse bien los médiums para no hacer mal uso de sus facultades. El que comprende la gravedad del mandato de que está revestido, lo cumple cabalmente; si convirtiera en diversión o distracción «para él o para otros» una facultad dada con el fin tan formal, y que no pone en relación con los seres de ultratumba, su conciencia se lo echaría en cara como un acto sacrílego.

Los médium como intérpretes de la enseñanza de los espíritus, deben hacer un papel importante en la transformación moral que se opera, los servicios que pueden prestar están en razón de la buena dirección que se dan a más perniciosos que útiles a la causa del Espiritismo: por las malas impresiones que producen, retardan más de una conversión. Por eso se les pedirá cuenta del mal uso que hayan hecho de una facultad que les fue dada para el bien de sus semejantes.

El médium que quiere conservar la asistencia de los buenos espíritus, debe trabajar en su propio mejoramiento; el que quiere ver aumentar y desarrollar su facultad, debe progresar moralmente, y abstenerse de todo lo que pudiese desviarla de su objeto providencial.

Si los buenos espíritus se sirven algunas veces de instrumentos imperfectos, es para dar buenos consejos y procurar conducirles al bien; pero si encuentran corazones endurecidos, si sus avisos no son escuchados, entonces se retiran y los malos tienen el campo libre.

La experiencia prueba que los médiums que no se aprovechan de los consejos que reciben de los espíritus buenos, las comunicaciones, después de haber dado buen resultado durante cierto tiempo, degeneran poco a poco y concluyen por caer en el error, en palabrería o en el ridículo, señal incontrastable del alejamiento de los buenos espíritus.

Obtener la asistencia de los buenos espíritus, separar a los espíritus ligeros y mentirosos “burlones”: tal debe ser el objeto de los constantes esfuerzos de todos los médiums formales; sin esto la mediumnidad es una facultad estéril que puede redundar en perjuicio del que la posee, porque puede degenerar en obsesión peligrosa.

El médium que comprende su deber, en lugar de enorgullecerse por una facultad que no le pertenece, puesto que puede serle retirada, atribuye a Dios, las cosas buenas que obtiene; si sus comunicaciones merecen elogios, no se envanece, porque sabe que son independientes de su mérito personal, y da gracias a Dios por haber permitido que los buenos espíritus vengan a manifestársele; si dan lugar a crítica, no se ofende por ello porque no son obras de su propio espíritu, dice que ha sido un mal instrumento, y que no posee las cualidades necesarias para oponerse a la intervención de los malos espíritus, por eso procura adquirir esas facultades, y solicita, por medio de la oración, la fuerza que le falta.

Oración:

Dios todopoderoso, permitid a los buenos espíritus que me asistan en la comunicación que solicito. Preservadme de la presunción de creerme al abrigo de los malos espíritus; del orgullo que pudiera ofuscarme sobre el valor de los que obtenga, de todo sentimiento contrario a la caridad con respecto a los otros médiums, si soy inducido(a) en error, inspirad a alguno el pensamiento que me advierta, y a mí la humildad que me hará aceptar la crítica con reconocimiento, tomar para mí mismo(a), y no para los otros, los consejos que se servirán darme los buenos espíritus.
Si por cualquier concepto intentase abusar o envanecerme de la facultad que han tenido a bien concederme, le ruego que me la retiren, antes de permitir que la desvíe se su objeto providencial, que es el bien de todos y mi propio adelantamiento moral.

Fuente:
Nuevo Devocionario Espiritista. Colecciones de ORACIONES ESCOGIDAS. Allan Kardec.


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"Que el Gran AMOR Infinito de el DIOS UNO Padre-Madre te envuelvan en la Suprema LUZ Divina. "